Capítulo 13: Hera

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Hera sentía que su cabeza iba a estallar.

Uno de los motivos por los que odiaba ser humana. A pesar de tener algunas habilidades excepcionales a los demás, era su cuerpo al que odiaba porque aún respondía a cosas como el estrés, cansancio y dolor.

Claro, tenía una recuperación más rápida de todos ellos, pero aun así no le gustaba lo que la hacía sentir, como en ese momento.

El grito de la orden que Afrodita había utilizado con un gran poder de persuasión para hacer retroceder al enemigo la puso en alerta.

Mirando en dirección a los chicos su corazón se aceleró al ver a Hefesto en el suelo y Apolo sobre él y fue aún peor cuando Afrodita comenzó a gritar el nombre de este último haciéndola pensar lo peor. Por lo que, sin dudar corrió hacia ellos llegando al mismo tiempo que Artemisa y Athenea lo hacían, pero para su desgracia las cosas eran más complicadas de lo que se imaginó, aunque en cierto modo la aliviaba saber que nadie moriría ese día, sabía que de mismo modo ninguno se conformaría esa vez sin obtener una respuesta.

Hefesto no tenía ninguna herida que justificara la sangre en su ropa y todos miraban del moreno a Apolo en viceversa, todos menos Afrodita que parecía haber entrado en un ataque de pánico del cual Hermes quería sacarla y no parecía tener resultados si los gritos de la chica eran una indicación.

Por lo que decidió primero tratar con ella antes de que todos empezaran con sus preguntas.

—Afrodita —la llamó — Afrodita, mírame —la ordenó, pero la chica no estaba en labor de hacerle caso por lo que la obligo a mirarla; sin embargo, seguía manteniendo los ojos cerrados.

—¡Mírame! —ordenó de nuevo— Afrodita, mírame —pidió, pero el cuerpo de chica ya estaba laxo al salir la última palabra de su boca.

Se había desmayado.

—¿Qué diablos acaba de pasar? Yo estaba cerca y sé que él...

—Ahora no, Hermes. Tengo demasiado que pensar —le dijo cortando lo que el chico iba a decir mirando a Hefesto igual que los demás.

Apolo, niño estúpido, no podías controlarte pensó con frustración teniendo la certeza del dolor de cabeza que eso le daría.

—Pídele a tus cazadoras ayuda para irnos, no sé cuánto tiempo van a demorar en volver los otros a pelear de nuevo —le ordenó a Artemisa sabiendo que era una verdad absoluta y no tenían tiempo que perder.

Afrodita solo les había comprado tiempo, más aun no estaban seguros del peligro.

—Ellos no van a volver —le dijo la pelinegra obstinadamente retándola con su mirada.

—¿Siempre vas a pelear por todo? No tengo tiempo para tus niñerías. Pide la ayuda —ordenó de nuevo.

—Tú no...

—Artemisa, no necesitamos pelear justo ahora —dijo Athenea cortando a la chica— Y no, no me estoy poniendo de su lado, pero tiene razón, debemos irnos.

Artemisa le dio una mirada traicionada a la castaña mientras llamaba a Alessandra, su lugarteniente, aunque no lo recordara.

La chica hizo lo que Artemisa le pidió y llamando a más cazadoras ayudaran a llevar a Apolo, Hefesto y Afrodita a distintos autos.

Todo empezó a moverse con rapidez, cosa que agradeció; por lo que Hera no se sorprendió en lo absoluto cuando Ares se acercó a ella mientras estaba cuidando de Afrodita.

—¿Como está?

—Eso lo sabré cuando hablé con ella —le respondió.

No iba a mentirle al chico calmándolo y diciéndole que todo estaba bien, no tenía tiempo para consolar a nadie y no quería hacerlo, mucho menos con él que sabía más de lo que enfrentaban que cualquier otro.

Afrodita [Olímpicos mortales #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora