•°6. Recuerdo de las Flores°•

159 16 7
                                    


[🥀]

》Dei

Mis Recuerdos son borrosos...

O al menos uno no.

Cuando era mucho menor, mi familia y yo siempre nos mudábamos de ciudad, a causa del trabajo de papá, por lo que; no nos quedábamos más de un año en el mismo lugar.

Cambiaba de escuela, amigos, ambiente, horario, etcétera. Era como si presionaran el botón de reinicio cada 5 minutos y en un abrir y cerrar de ojos nos convertíamos en la familia nueva de un vecindario desconocido en una localidad diferente. Todo volvía a ser nuevo, y cuando tenemos las esperanzas de asentarnos, llega una carta, una maldita carta que solo significaba una cosa: desgracia, en ella venía escrito el nuevo lugar a donde tenemos que irnos.

Papá hacía todo lo posible por que nosotros pudiéramos quedarnos en un mismo lugar, en serio, lo intentaba.

Recuerdo haber estado en una ciudad, lejos de nuestro antiguo hogar, en donde permanecimos al menos 3 años.

Yo iba a cumplir, sino me equivoco, 7 años, ese día era una mañana fresca por lo cual mi madre decidió llevarnos a un parque que estaba cerca de nuestra cuadra.

De lejos todo se veía muy lindo, se veían muchos árboles y flores, por un mínimo momento pensé que mudarse no era tan malo después de todo.

—¡Mira, Mamá!— le apunté al parque que estaba algo retirado de nosotros— ¡¿No es muy lindo?!— la emoción se veía reflejada en mis ojos y mi mamá al verla, sonrió.

—Claro que si, mi cielo— se acercó a mi, mientras cargaba a mi hermano, posó una de sus mano sobre mi corto cabello— vamos—

No tuvieron que decírmelo dos veces, dando saltitos de emoción, me fui hacia la entrada del parque y al llegar vi todo con más detalle.

Había muchas cosas pero estaba muy emocionado con los juegos como para recordarlas.

—Vamos ve a jugar, yo estaré en esa banca cuidando a Naruto, ven a verme si necesitas algo, cariño— mi mamá me dio un empujoncito y yo, como respuesta, asentí y me fui a jugar.

Mamá se fue a sentar a una banca no muy lejana de los juegos. Por mi parte, disfruté de la resbaladilla una y otra vez; de vez en cuando le gritaba a mi mamá para que me viera, ella siempre decía cosas como: "Ese es mi Dei" "tú puedes, mi amor" "te quiero mucho" y más palabras de aliento que me emocionaba mucho.

En una de esa cuando iba a ir al área de columpios logré escuchar unos ligeros lloriqueos provenientes de una pequeña casita de madera, me acerqué con intenciones de ayudar si alguien se había lastimado, que bueno que esa vez había cargado con curitas en mi mochila.

Al llegar enfrente de la casita y tocar levemente la puerta, los hipidos junto lloriqueos habían cesado, volví a tocar pero tampoco obtuve respuesta, entré y me encontré con un niño de cabello oscuro y mirada triste ¿le habría sucedido algo?

—Oye, ¿Estas bien?— Pregunté agachándome para poder entrar en la casita.

Él solo volteó la mirada.

—¡Oye no me ignores, hump!— coloqué mi mano sobre su cabeza— solo quería ver si estabas bien—

Volteé a ver si tenia alguna herida por las partes visibles de su cuerpo y solo logré ver un rasguño, no era muy grande pero si lo suficiente como para que doliera al caminar, puse mi mano en la herida y él solo gritó.

》•°one-shots °•《  ItaDeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora