Capítulo 38. La rellenita y la bestia

492 49 79
                                    

Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.

 Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me quedé muda al verlo. Nunca me imaginé que Katakuri se pasaría por aquí para verme. ¿Dónde estaba la bolsa para respirar bien? Me estaba dando un ataque. Vale. Cálmate, Laura. Seguramente que habrá escuchado todo el embrollo y se pasó por aquí para ver lo que pasaba.

—¿Qué te trae por aquí, Katakuri? —pregunté casi tartamudeando. ¡Mierda!

—Vi a mi hermano y a esos dos por aquí, y parece que alguien les dio una buena paliza.

—Ese alguien soy yo —confesé.

—Me lo imaginé. Cracker no paraba de discutir con los otros dos, mientras se quejaba de dolor —me informó—. Y antes vi a Poupou maldecir al asesino de CP0.

—¿Él está bien? —Cierto, ni me acordaba de él con todo lo sucedido.

Katakuri asintió a lo que me tranquilicé un poco. Maldito Lucci y su desesperación de tomarme. Y menos mal que aparecieron los otros dos, pero me daba rabia que solamente vinieron solo para tener sexo conmigo. Además, estaban haciendo dudar de si realmente les gustaba o no. A ver, no negaba que esos encuentros me gustaron, pero joder. Mucha confusión en mi cabeza. Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me di cuenta que Katakuri seguía ahí de pie en la entrada.

—¿Necesitas algo, Katakuri?

Él no dijo nada. Simplemente se quedaba mirando en el interior de la habitación y luego a mí. Me daba la sensación de que quería pedirme algo y no se atrevía.

—¿Puedo pasar?

¡Oh, por la Virgen del Pino!

—Sí, claro. —¡Pero no tartamudees, toleta!

Me hice a un lado para dejarlo entrar y él tuvo que agacharse. Desventajas de ser un hombre demasiado alto. Mi corazón estaba bombeando demasiada sangre porque ni yo misma sé lo que iba a ocurrir. Oh, vamos. Katakuri no era como Cracker y Lucci. Él era todo lo contrario. Un tipo serio que se tomaba las cosas muy en serio, ya sea, por ejemplo, una pelea. Incluso ante un rival digno como fue el caso de Luffy. El peli-granate se acercó a la cama para sentarse cómodamente. Cierto, me di cuenta que era muy grande. O sea, era el tamaño perfecto para este grandullón. No. No. No iba a pasar nada. Deja de pensar en cosas pervertidas.

Su cuerpo mostraba signos de relajación absoluta, aunque tenía la sospecha de que tenía los músculos un poco tensos. Bueno, no era una experta. No era médico como Marco. Veamos, ¿por dónde iba antes de que me interrumpiese? Ah, me estaba secando la cabeza con la toalla. La prenda estaba tirada en el suelo por la rabia de antes pensando que eran los chicos quienes tocaron. La recogí y busqué un sitio para colocarla. La silla era un buen sitio. Así se secará con el tiempo, aunque preferiría que me diesen una limpia. Espera, en el cuarto de baño habían más, ¿verdad?

El destino de Princess (One Piece x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora