¿Alguna vez os habéis imaginado que yo estuviera en el mundo de One Piece? Pues amigos míos, os digo que esto no es un sueño. Yo misma no podía creer que yo estuviera en este mundo de ensueño y que pudiera conocer a esos chicos tan guapos. ¡Ay, espe...
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Un día más sobreviviendo en Blue Line. La verdad era que teníamos un poco de hambre y el pervertido cocinero aún no había preparado el desayuno. Estaba ahí babeando detrás de Robin y de Nami. Era raro. Laura no estaba entre nosotros. En mi sitio favorito observaba a todos los presentes en ese barco. Ya venía la peli-naranja a echarme la bronca por querer dormir más. ¿Qué tenía de malo en eso? Desde que nos fuimos de ese sitio Luffy y Chopper deseaban volver ahí de nuevo, pero sé que era una mala idea. Debíamos seguir. El sol irradiaba con fuerza el cielo dejando unas vistas maravillosas. Y mi estómago no paraba de hacer sonidos.
Puto cocinero. Cómo tardaba la vida en preparar la comida. Recuerdos empezaron a fluir por mi mente. Ese pequeño momento con Laura fue único. Si no fuera por su inseguridad, ya lo hubiéramos disfrutado. No me importaba en absoluto la forma de su cuerpo. Es más, me atraía más así que un físico normal como la de cualquier mujer. Laura era natural en todos los sentidos. Y no era el único que lo pensaba. Tenía rivales de por medio, sobre todo el tío de las coletas y el felino. Los otros no me preocupaban o eso pensaba. Cerré los ojos por un momento dejándome llevar por la dulce brisa del viento. Todo era absoluto silencio.
De pronto, escuché un llanto de ¿un bebé? Espera, ¿teníamos un bebé a bordo? No era el único que se sorprendió ante ese llanto estruendoso. Todo reaccionamos con prisa yendo a la dirección del ruido. Era uno de los camarotes. Específicamente el de Laura. Franky fue el primero en llegar y abrió la puerta, y todos entramos de golpe.
—Calma, poupou. Ya pasó, poupou.
Mis ojos se agrandaron tanto, donde mi rostro mostraba asombro y no era el único. Había una bebé desnuda llorando, como si no hubiera un mañana. Y Poupou calmándola. Este era el cuarto de Laura. Espera, ¿no me que digas que esa bebé...?
—¡¿Laura?! —La tripulación y yo habíamos gritado al mismo tiempo. Eso provocó que la pequeña siguiera llorando.
—¿Cómo es posible? —preguntó Nami, mientras se agachaba para verla más de cerca.
—¿Os acordáis que Jundo transformó a uno en bebé, poupou? —realizó la pregunta el búho—. A ella fue tardía porque sus puños chocaron y él se desintegró completamente.
—Oh, Laura-san convertida en bebé —habló Brook—. Eso significa que no volvería a ser la misma dentro de veinticuatro años.
—¡Yo no voy a esperar veinticuatro años porque ya seré viejo y no le gustaré para nada! —gritó el tío de las coletas no creyendo lo que estaba pasando. Ahora que lo dijo, tenía sentido. Tardar mucho tiempo no era agradable hasta que Laura sea adulta.
—Y yo que le tenía preparado su desayuno. —Puto cocinero de mierda.
—¿Sabéis? Siempre me imaginaba como erais todos de bebés y tengo un ejemplo claro. Se ve tan adorable —comentó Robin con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Le parecía adorable que Laura llorase?
