Phillip
Jamás en mis treinta y dos años de vida he visto a alguien como Casey.
Hay algo en ella que me atrae peligrosamente, no sé si sea su manera de actuar, sus facciones o su cuerpo, pero sea lo que sea... Me encanta
—Hola... —mis ojos giran hacia la mujer que tengo frente a mí.
Ella era mi compañera en la universidad, nos hicimos amigos y luego de varios meses salimos.
Hanna siempre quiso estar conmigo formalmente, pero a pesar de que intente enamorarme de ella nunca surgió nada.
Con Casey todo fue distinto, me hizo falta verla una sola vez para saber que pronto sería mía.
Mi relación con Hanna es compleja, no somos pareja, pero ella me satisface.
—Ven aquí. —le ordeno.
Ella avanza contoneando sus caderas y pone sus manos en mis hombros.
—Quiero que te desnudes para mi Hanna.
Decir su nombre la excita y eso me hace sonreír perversamente.
Cuidadosamente con sus manos va quitándose el uniforme de enfermera, lo hace lento, sé que quiere provocarme y lo está logrando.
Cuando termina de quitarse su uniforme, está en ropa interior, su brasier es de un color blanco al igual que sus bragas.
Inevitablemente, pienso en Casey, mi perversa y linda Casey.
Me pregunto cómo se vería ella en una fina lancería.
Pensar en eso hace que la lujuria me gane y que agarre bruscamente a Hanna sobre mi regazo, esto la toma por sorpresa lo que hace que gima con fuerza.
Le arranco su corpiño con mis dientes y empiezo a devorar sus senos, me detengo en sus pezones y ella suspira de deseo.
—Quítate tus bragas. —Lo hace desesperada.
Podría hacer esto yo mismo y quiero hacerlo, pero ese placer solo se lo daré a Casey.
Me bajo los vaqueros y rasgo el preservativo blanco que está en mi escritorio.
Atraigo a Hanna a mí y de una estocada me introduzco en su interior.
—Ah... Phillip —gime mientras se sostiene de mis hombros.
Daría toda mi fortuna para poder escuchar a Casey gimiendo mi nombre.
Aumento mis movimientos y tengo que agarrar a Hanna porque está a nada de caerse por mis fuertes embestidas.
Gruño mientras llego al éxtasis y antes de correrme quito a Hanna de encima y me corro en el condón.
Boto el preservativo en el bote de basura mientras Hanna suspira pesadamente, pero entonces noto que se quiere acercar a mí.
—Detente —La mirada que me lanza hace que nazca un remordimiento de culpa en mi interior, pero lo borro frenéticamente en el momento que recuerdo que ella ha accedido a mis términos —. Sabes las reglas Hanna, tú y yo no vamos a tener nada.
—Lose —dice mientras contiene las lágrimas.
Existen momentos en los cuales me siento un hijo de puta por ser de esta forma con Hanna. Tal vez no la quiera como ella desea, pero le guardo un cariño por estar a mi lado en los momentos en los que entro en mis ataques.
La traigo a mi regazo cuidadosamente y tomo su frágil rostro entre mis manos. —No te pongas así —agarro un mechón de cabello castaño que tiene en su cara y lo pongo detrás de su oreja—, sabes perfectamente que no puedo tener eso contigo.
—Pero yo quiero más... —En el momento en el que estoy por contradecir sus palabras ella se me adelanta: —¿Aunque sea puedo pasar el día contigo antes de mi siguiente turno?
Asiento y Hanna vuelve a la normalidad.
El día transcurre normal y luego de un par de horas se va, no sin antes darme un beso que recibo forzadamente por lástima.
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Solos ©
Mystery / ThrillerUn psiquiatrico. Una paciente. Cuatro historias. Un problema. Una misión. ¿Qué tienen en común? Están solos