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Casey
Las personas y los personajes son cosas totalmente distintas. Una persona es un ser humano que puede cometer errores, cagarla, aprender de ellos y ser feliz, o a veces morir en la desgracia, o también vivir feliz en su miseria. Un personaje es algo ficticio, moldeado por una persona que le da vida, el decide que hace, el decide que dirá, prácticamente es una marioneta.
¿Y por qué te estoy hablando de esto?
No tengo ni la más mínima idea. O tal vez sí. O tal vez no, sinceramente no lo se.
Pensamientos como estos se me vienen a la mente cada vez que estoy en el bendito consultorio con Matteo.
Pero hoy es diferente, no estoy yo sola con él, esta también un chico de pelo rubio de ojos castaños.
Según Matteo se llama Caleb.
Punto positivo: es agradable, punto negativo: es amigo de la chica con nombre de princesa.
Mi nuevo psiquiatra lo mira fijamente, parece como si yo sobrará en la habitación, aunque tampoco tendría ningún problema en irme.
—Caleb, ¿Qué piensas últimamente sobre ella? —En ese momento la sonrisa que tenía el chico se desvaneció por completo.
—No quiero hablar de eso.
—Está bien iremos poco a poco, pero puedes socializar con Casey.
Ellos voltean a verme, por mi parte me pongo a pensar que cortadura sería más profunda, si la de una navaja o la de un cuchillo.
Parecerán promitentemente similares, pero según mi criterio personal son totalmente opuestos. Una cortadura de navaja puede llegar con un dolor no instantáneo, hay casos en los que uno no se da cuenta hasta que la sangre empieza a fluir, si te pones a pensar en esa peligrosa punta te darías cuenta que tienes el total control de ella. Cuando agarras una navaja lo normal es presionarla hacia tu víctima, una vez la tengas inmovilizada solo hace falta agarrar ese botón para adentrarla. Las posiciones y la intensidad varían según la adrenalina. Un cuchillo en mas sencillo, aunque hay demasiados tipos, mi favorito es el de punta fina. Con este solo falta enterrarlo con una sola fracción para que el daño se note.
Hablando de fracciones, siento una en mi antebrazo.
Oh vaya, siguen mirándome
—¿Otro pensamiento fortuito? —me pregunta Matteo.
—No, pero si quieres decirlo así no tengo ningún problema.
—Bueno, la presentación entre ustedes dos no es necesario, pero te agradecería si la puedes llevar a su cuarto —Lo último va dirigido hacia el chico.
No me molesto en despedirme, solo agarro mi bolsa y me voy nuevamente adentro.
Noto que me sigue, lo que me hace saber que es alguien que puede tener un interés en conocerme. No se opuso ante la orden, y tampoco se sintió incomodo conmigo, pero no me adelantare a juzgarlo.
