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Casey

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Casey

Phillip cumplió su palabra, no se acercó más a mí. No pregunto nada y ni siquiera se tomó la molestia de pasar por los pasillos de este lugar.

Y lo sabía porque me quedaba horas esperando a que viniera.

No tenía por qué enojarme si yo decidí esto.

Pero el vacío en mi pecho era tan profundo que solo quería que mandara a la mierda lo que le dije y regresara.

Eres exagerada

¡Ha pasado un mes y medio!

Ahorita es muy probable que este con Hanna, concentrado en su futuro hijo.

¿Me extrañara?

¿Me extrañas Phillip?

Soy una estúpida por dejar que esto me duela, pero no podía evitarlo.

Era la decisión correcta.

Sin embargo, dolía estar alejada de él.

Las semanas siguieron pasando y las esperanzas de volver a Phillip poco a poco se desvanecieron.

Mi nuevo psiquiatra se llamaba Matteo. Era unos años mayor que Phillip, pero de alguna forma eran tan parecidos que no me gustaba estar con él a solas.

Me dirigía hacia la oficina de Matteo cuando unos jadeos llamaron mi atención.

Ignóralos Casey

Aunque quise evitarlo, ya me encontraba dirigiéndome al lugar del ruido.

Esta parte de pasillo era la más solitaria del psiquiátrico, pero había más seguridad.

Había cámaras en las esquinas y eso me dificultaba el acceso. Pero luego me fije de otro pasillo que daba acceso a casi el mismo lugar, pero por otra dirección. En esa zona se encontraba Angelica, la nueva directora.

Estaba revisando su celular mientras se mordía las uñas.

Al lado de ella estaban los cuartos de pacientes peligrosos. Eso me hizo recordar a Adam, pero aparte la idea de mi mente y me dirigí a Angelica.

Ella me noto porque alzo la mirada, sus ojos brillaron al verme y yo solo me dedique a asentir mientras le dedique una sonrisa tímida.

—Casey, pequeña ¿Qué haces por aquí?

¿Cómo demonios no escuchas los jadeos que están en el otro pasillo?

—Estaba despejando la mente, me siento estresada.

—Deberías estar con Matteo.

Mierda

—Me duele la cabeza y no quiero iniciar con las preguntas de rutina.

—Te entiendo cielo, pero tienes que ir de todos modos ¿Quieres que te acompañe?

—No —me apresure en decir—, iré yo sola. Nos vemos luego.

En ese momento los guardias de otro pasillo hicieron su ruta por donde estaba Angelica, tenía aproximadamente cinco minutos al reloj.

Ella se quedó hablando un rato con ellos, lo que me sumaba unos dos minutos. Este era el tiempo suficiente que necesitaba.

Sentía la mirada de Angelica en mi por lo que fui a mi camino inicial de vuelta. Espere unos segundos y asome mi cabeza por el otro extremo de la pared.

Esta distraída

Aproveche ese momento para ir de puntillas por el otro extremo, llegando así al pasillo. Las cámaras de seguridad me alertaron, pero cuando miré directo me di cuenta que estaban apagadas.

Ellos nunca las apagan

Los jadeos se habían apagado, pero la curiosidad me gano y fui directo hacia la puerta.

Era uno de los cuartos de riesgo

Los cuartos tenían una pequeña abertura que si jalabas por una minúscula palanca se podía abrir.

Los médicos lo usaban para revisar mientras los pacientes dormían. No hacían nada de ruido por lo que ellos pensaban que no se percatarían.

No solía dormir por las noches esperando a Phillip, por lo que a veces me daba cuenta.

Escuche algunos sonidos. No espere más y jale la palanca. Asome mitad de mi cabeza hacia la fina rendija.

Era Adam

Estaba sentado en una esquina con los ojos cerrados, a su costado estaba una hermosa chica pelirroja.

Le calcule unos veinticinco años. Era joven, sus rasgos eran finos y sus jadeos eran prologados. Suspiraba pesadamente como si hubiera... Santa mierda

¿¡Acaso todos aquí se follaban a sus enfermeras!?

Gire los ojos mientras sacaba mi cabeza de la rendija.

Ellos estaban vestidos con el uniforme del psiquiátrico. Retire la opción de la enfermera. Esa chica debe ser alguna paciente.

Pero en ese momento algo en mi mente hizo encajo.

Phillip siempre usaba una pulsera de diamantes platinados en su muñeca izquierda.

La misma que la chica tenía.

¡Santa mierda otra vez!

Una de dos, o era una mera coincidencia, o yo me estaba volviendo loca.

Casey, tú ya estás loca

Aprete los puños ante la propia respuesta de mi conciencia.

Espera un momento... A los pacientes no se les deja tener ningún tipo de accesorio por seguridad, y mucho menos estar con otros pacientes en una misma habitación a no ser que estén en una terapia grupal de protocolo.

¿Qué carajos está pasando aquí?

Levanto nuevamente la cabeza para ver que la chica pelirroja esta de espaldas mientras guarda algo en el bolsillo de su uniforme.

Volteo mi mirada hacia Adam.

Casi el alma se me sale al darme cuenta que él ha abierto sus ojos y que me está mirando fijamente, frio, sin ninguna emoción en su rostro, solo me mira.

Mil veces mierda

Me alejo de ese lugar rápidamente asustada por todos los eventos que acabo de presenciar.

Llego al consultorio de Mateo sudando y cierro la puerta detrás de mí.

—Disculpe por la demora doctor —digo mientras cierro la puerta detrás.

Cuando volteo me quedo petrificada.

Mateo y Phillip están ahí.

Joder...

Solos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora