Cansancio

21 4 24
                                    

En medio del búnker había un pequeño charco de sangre donde minutos antes se encontraba un cuerpo. Todos estaban traumados, todos tenían hambre, sueño y frío; algunos se encontraban con moretones, otros sangraban y estaban prendidos en fiebre; pero todos estaban vivos, todos eran sobrevivientes de la masacre.

―Yo pensaba rescatar a los niños ―sollozó la señora Liria―. Ustedes... todos son como mis hijos, mis pequeños.

―Por favor, dígannos que pasó en el orfanato ―dijo Taylor.

La señora Liria y el señor Axel llegaron al búnker justo a tiempo, antes de que el hombre del hacha acabara con todos. La flecha perdida que había atravesado el cuello del hombre la había lanzado la señora Liria. Y la cabeza rodando que chocó con los pies de este era del otro perseguidor llamado Balak. Y a Melissa la habían tranquilizado un poco para que volviera a entrar al búnker, la niña hacía ejercicios de respiración mientras se imaginaba que se estaba en otro lugar, pero no lograba conciliar el sueño a pesar del cansancio que sentía así que se limitaba a escuchar todo lo que los adultos tenían por decir.

―Bajé por las escaleras con Axel y entramos a un autobús. Los niños y los profesores estaban amarrados de pies y manos, les pusieron una soga en la boca y les apuntaban con las armas en la cabeza... a Axel y a mi nos tumbaron de una vez, pero no nos dejaron en el autobús sino que nos llevaron al patio y dejaron a un muchachito vigilando ―la señora Liria susurraba y temblaba―. Axel y yo logramos soltarnos sin que el muchacho se diera cuenta y le quitamos el arco, el chico se nos escapó y al rato llegó un hombre, este hombre venía acompañado de un b-bebé.

A la mujer se le quebró la voz y comenzó a llorar.

―Ya Liria ―la abrazó el señor Axel, este se dirigió a los demás y siguió contando―. El tipo traía al bebé y nos dijo que soltáramos el arco o si no... mataría a la criatura. Liria bajò el arco, pero el tipo no cumplió su palabra y...

Ambos se descontrolaron y soltaron el llanto, el rostro de los adolescentes se encontraba perturbado, las chicas derramaban lágrimas y los chicos temblaban o se tensaban; Melissa quien se mantenía tranquila contuvo la respiración y volvió a sentirse en peligro.

―Dijo que era para castigarnos, que debimos obedecerle... rápidamente me abalancé sobre él, Liria tomó el arco y le disparó en un brazo. Lo atamos y lo escondimos detrás de un árbol, el tipo nos confesó que iban a torturarnos y luego matarnos... nos dijo que se comerían a todos los que murieron en el orfanato, y que a los vivos se los llevaban a una isla para hacerles lo mismo. Un camión llegó con hieleras grandes donde metieron los cuerpos y se los llevaron, los buses también se fueron con todos los rehenes a bordo y solo quedaron unas cuantas personas en el orfanato.

― ¿Y nadie llamó a la policía? ―preguntó Federik.

―Cortaron los cables de la electricidad ―respondió el señor Axel.

― ¿Y dónde queda la isla? ―preguntó Taylor.

―En Hârte, un pueblo de Nordanstig Ô ―contestó la señora―. Dijo que es a ocho horas por carretera y una hora más en lancha para llegar a la isla.

―Supongo que la isla es privada ―dijo Taylor.

―Sí ―respondió de inmediato el señor Axel―. Y no es de cualquier persona, estamos tratando con Mike Bjôrkman, el dueño del restaurante Bjôrkman.

A Melissa ni a ninguno de los chicos se les hacía familiar el nombre del restaurante, pero el señor Oliver quien estaba sentado en una esquina con su brazo envuelto en trapos no se lo podía creer.

―No puede ser ―dijo este en un susurro―, ese hombre no tiene necesidad.

―Pues es cierto ―replicó la señora―. La hija del don es como la jefa o algo así de los caníbales.

―Es la rubia que asesinó a la directora ―replicó el señor Axel.

― ¡Ella es la novia del señor Edvard! ―dijo Melissa y todos giraron hacia ella.

― ¿Se puede saber qué haces despierta? ―replicó Taylor―. Deberías estar dormida como los demás.

―No puedo dormir ―susurró Melissa―, no aquí.

― ¿Por qué dices que esa mujer es novia del enfermero? ―preguntó la señora.

―Yo los vi besándose cuando llegaron.

Los adultos cruzaron miradas y siguieron hablando en susurros, el señor Oliver les contó lo sucedido con las mujeres que mataron y como lograron escapar cada vez que los capturaban.

―Tenemos que llamar a la policía ―dijo Taylor―, entre más pasa el tiempo es peor.

― ¿Pero cómo los vamos a llamar? ―mencionó Valerie―. Ninguno de ustedes carga un teléfono móvil.

―En la entrada del orfanato hay uno público ―dijo Taylor―, solo tenemos que llegar hasta allí.

― ¿Tú irás? ―preguntó Valerie―. Porque yo no pienso salir de aquí con esos asesinos allá fuera ¿No ves lo que le hicieron a Rossie y al señor Oliver? Se han llevado a Cameron y todos aquí estamos agotados para estar allá fuera. Está nevando, Taylor, entre poco amanece y es más fácil para ellos seguir nuestro rastro.

― ¿Y que pretendes? ―replicó Taylor―. ¿Quedarnos de brazos cruzados mientras nuestros amigos son torturados?

―Lo que no quiero es que más nadie de aquí muera ―dijo la chica entre sollozos―. Ya he visto suficientes muertes en esta noche, vi como le quitaban la vida a mi hermana y capaz ninguno de ustedes sabía que estaba muerta porque no han preguntado por ella... yo solo quiero que nadie más sufra, que todos nosotros salgamos vivos esta noche.

―Lo siento mucho por tu hermana ―dijo Taylor―. Pero no eres la única que ha sufrido pérdidas, así como tampoco eres la única que quiere que todos salgamos vivos de esta, a diferencia de ti no solo pienso en los que estamos en el búnker, sino en nuestros compañeros que han sido secuestrados... Yo saldré, iré a la cabina telefónica y llamaré a la policía, los que quieren que vengan conmigo y los que no, quédense sin hacer nada mientras nuestros amigos son llevados a una carnicería.

― ¡Ya basta! ―los reprendió el señor Axel―. No sirve de nada que nos peleemos entre nosotros en un momento como este, los dos tienen algo de razón y es entendible sus puntos de vista. No podemos arriesgar la vida de los pequeños, pero tampoco podemos quedarnos de brazos cruzados cuando sabemos quiénes son y hacia donde se dirigen ―el señor suspiró―. Valerie, todos hemos sufrido pérdidas esta noche, porque todos eran nuestros amigos, pero aunque duela decirlo, no es tiempo para pensar en los muertos cuando los vivos corren peligro.

Los que decidieron ir fueron Taylor, Axel y la señora Liria; los demás se quedarían en el búnker a esperar ser rescatados o en el peor de los casos, ser secuestrados por los caníbales.

Entre CaníbalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora