❝A Kim le gustan las chicas y se ha esforzado en mantener ese secreto. Pero ahora que conoce a Lilian, sus sentimientos amenazan con revelarse❞.
SINOPSIS EN EL INTERIOR
Inicia: 7/Enero-2023
Termina: 21/Marzo-2023
PROHIBIDA TODA COPIA, ADAPTACIÓN O...
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La mayoría de mis clases eran parte del horario diurno, aunque ese día la última fue cerca de las cinco; odiaba los huecos en el horario.
Al terminar la jornada, me encontré con Addie para ir al apartamento de Alexa. Era de momento la única de nosotras que vivía sola, así que su hogar, aunque reducido, nos recibía siempre y era nuestro lugar favorito para estar juntas.
Addie y yo fuimos las últimas en llegar; Alexa, Vicky y Sandy ya estaban ahí compartiendo pizza de una caja que colocaron en el suelo —a falta de comedor— en el centro de la sala. Dejamos nuestras mochilas amontonadas junto a la puerta —donde estaban las de todas— y nos hicimos un espacio alrededor de la caja. Envié rápidamente un mensaje a mi madre avisando de que ya estaba segura bajo techo y dejé el teléfono a un lado.
—Llegaron nuestras universitarias —chilló Alexa, pasando su brazo por mi hombro—. ¿Cómo les fue hoy?
Addie fue la primera en responder:
—Odio a mi maestra de Anatomía, pero me va bien en su materia, así que no me quejo.
Todas las miradas cayeron en mí.
—A mí me fue bien aparte del hueco entre clases. No odio a los maestros y las clases fueron cortas.
Tomamos cada una un trozo de pizza.
Nosotras cinco sabíamos lo afortunadas que éramos de tener tantas buenas amigas; estudiamos juntas desde sexto grado hasta la graduación y desde entonces fuimos inseparables. Éramos el grupito de amigas que todos en el colegio conocían por andar reunidas a cada minuto. Al graduarnos era obvio que la vida nos iba a separar, pero decidimos que no lo permitiríamos.
Adeline y yo fuimos las únicas que tomamos universidad: ella diseño gráfico, yo enfermería. Alexa se independizó con ayuda de su padre y se dedicaba a las ventas en línea de ropa y accesorios. Vicky era maravillosa dibujando y desde los trece años acompañaba a su hermano mayor, Mau, en su estudio de tatuajes, practicaba a diario —no en personas— hasta que a los quince años, él le dio su primera máquina y ahora se dedicaba a ello de tiempo completo. Sandy por su parte estaba en un año sabático —extendido a casi tres años ya—, como ella llamó a sus ganas de no hacer nada, pero recibía uno que otro ingreso vendiendo fotos sugerentes —y en secreto— en internet.
Esa noche era nuestra reunión semanal donde nos veíamos sí o sí para adelantar cuaderno. Era un compromiso que teníamos y a veces era difícil, pero nos las arreglábamos para estar ahí y no dejar de lado la reunión.
Casi cinco años después de graduarnos eran pocas veces en las que alguna había faltado y esas ocasiones tenían una buena excusa; teníamos apuestas de cuánto duraríamos sin alejarnos, pero también teníamos altas expectativas de que no pasara.