16. Kim le sostendrá el cabello a Lili

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Nos fuimos de la piscina porque el dueño nos sacó; fue amable, pero es que ya era muy tarde y debía acostarse a descansar

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Nos fuimos de la piscina porque el dueño nos sacó; fue amable, pero es que ya era muy tarde y debía acostarse a descansar. Sin embargo, los ánimos estaban arriba, así que Alexa invitó a los que quisieran a la casa donde nos quedábamos para tomar algo y seguir la velada.

Gael, Diabla, Peter y tres chicos más, se quedaron y con nosotros sumados, la casa se llenó, parte en la sala, algunos en la cocina y tres en la parte de afuera, en el andén, porque otra ventaja de estar en un pueblo es que se puede estar a las tantas de la noche en la calle y con la puerta de la casa abierta sin riesgo alguno.

Entre todos reunimos dinero para comprar un par de botellas de ron y mezclándolo con Coca-cola lo hicimos rendir muchísimo. De todas formas, más que el licor, la noche era de amigos, de hablar, de reírnos, de cantar y en algún punto de la velada, de hacer karaoke, así que las botellas se desocuparon lentamente.

Lili estaba sentada a mi lado, nuestras rodillas se tocaban y con frecuencia, ella tocaba mi rodilla de forma gentil, casual, amistosa. Nos tomábamos fotos con los celulares, nos pasábamos los vasos plásticos, de vez en cuando nuestros ojos se cruzaban y me sonreía de lado.

Tras salir de la piscina, la mayoría eligió no cambiarse, sino colocarse alguna camiseta, pantaloneta, o en el caso de Lili, una salida de baño floreada y fresca. Cada vez que se reía o se movía, la tela delgadísima dejaba al descubierto un poco más de su piel, fuera en sus piernas, sus hombros, su pecho o sus brazos.

Ella y el ron me estaban subiendo la temperatura del cuerpo.

Su mano cayó de nuevo a mi pierna, pero esta vez se quedó allí. La miré; sus ojos estaban fijos en Diabla y en Gael, que estaban de turno en el karaoke —que en realidad era un celular, Youtube y un parlante portátil de Mau— y que iban a empezar una nueva canción. Estaba abstraída, pero yo no podía ver o sentir otra cosa que su piel contra la mía y el calor que se acumulaba en mi abdomen.

Aprovechando la distracción de todos mientras miraban a los hermanos, me acerqué al oído de Lili. Se enderezó al tenerme cerca, dispuesta a prestarme atención.

—Aún me debes un beso.

Ladeó su cara con brusquedad, con sorpresa y de haber querido, me habría podido besar ahí. Pero no lo hizo, sino que se levantó del sillón, halándome de la mano para arrastrarme con ella.

—¿A dónde van? —preguntó Gael sin malicia.

Enrojecí.

—Al baño —dijo Lili como si nada, luego hizo una mueca—. No me siento muy bien.

—¿Necesitas algo? —preguntó Alexa en el otro extremo.

Ella negó con la cabeza, fingiendo muy bien el malestar.

—Solo necesito aire... y quizás que me sostengan el cabello.

Asentí comprensiva, como si estuviera haciendo mi rol de buena amiga que lamenta el malestar pero está para apoyar cualquier vómito de borracha. Alexa le dedicó una mirada de compasión más pero pronto regresaron todos al karaoke y a la charla. Lili me tenía agarrada de la muñeca y me llevó hacia el baño del primer piso. Era mediano, de paredes blancas y una pequeña ventana de vidrio esmaltado, que en ese momento estaba abierta.

En el armario de Kim •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora