20. Alexa no recibe suficientes apapachos

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Los primeros días en que regresé a la ciudad, fue fácil dejar las cargas emocionales de lado

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Los primeros días en que regresé a la ciudad, fue fácil dejar las cargas emocionales de lado. No volví a tener problemas para dormir y aunque aún me costaba horrores estar con Lili en público y me llenaba de ansiedad, ella había sabido tener paciencia, respetar mis límites y no reprocharme nada.

Tuvimos citas normales: fuimos a tomar helado, a recorrer parques de la ciudad aprovechando que quedaban varias semanas de vacaciones; fuimos a una pastelería que tenía las mejores galletas de maracuyá, la llevé a un mirador a donde nos gustaba ir a Alexa y a mí, incluso, como si el mundo estuviera cooperando a nuestra relación romántica, tuvimos un bonito beso bajo la lluvia una tarde en que el aguacero nos pilló desprevenidas en un camino sin tanta gente que nos pudiera ver.

Lili compartía tiempo conmigo y con cualquiera de mis amigas que estuviera disponible. Todas la trataban con un cariño natural y una confianza que parecía de toda la vida. Cuando estábamos bajo techo, en la casa de alguna de ellas o en la de Lili, nos permitíamos estar abrazadas, acurrucadas una con la otra, disfrutar de besos, caricias y palabras bonitas sin importar quién nos acompañara.

Una tarde, estábamos en la sala de Alexa compartiendo un gran tazón de palomitas de maíz mientras se reproducía una película romántica en su televisor. Cuando terminó y Addie —por supuesto que sí— estaba llorando, Lili se estiró un poco en su lugar y habló:

—¿Qué harán esta noche?

Vicky respondió primero:

—Tengo varias citas para tatuar.

—Yo saldré con Patrick —dijo Alexa—. Conoceré a sus padres.

No lo dijo como si fuera un gran hito o algo importante, así que ninguna le dio gran interés.

—Yo no tengo planes —siguió Addie.

—Ni yo —añadió Sandy.

Lili me miró y yo solo me encogí de hombros. Mi plan, como sabía, era estar con ella hasta la noche y luego ir a dormir. Era domingo y no había gran cosa por hacer.

—Quiero invitarlas a un café-bar, no sé si lo conozcan, se llama Canela y Miel.

Sandy, Addie y yo negamos con la cabeza.

—Creo que fui con Mau una vez —dijo Vicky—. ¿Es uno que en el primer piso es cafetería y en el segundo es bar con música en vivo y sillas bajitas?

—Sí, es ese.

—Ah, entonces sí. Es bonito, el ambiente es tranquilo.

—Pues la música en vivo algunas noches es de mi mejor amiga, Zoe. Pensé que podríamos ir, así de paso la conocen y la escuchamos cantar. Nos podemos tomar un café o un trago si quieren.

—Pues yo voy —dijo Sandy, sonriendo.

—Y yo. —Addie se unió—. Pero entonces me voy a mi casa para arreglarme, no iré con estas fachas.

En el armario de Kim •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora