Capítulo 11: Zancadas.

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- ¿Por qué estás parado? - Ieiri inclina la cabeza y frunce el ceño -. No tenemos todo el día, sabes Getou. Yaga quiere hablar contigo antes de que empiecen las clases - sin esperar una respuesta, Ieiri comienza a alejarse. Dudante, Suguru la sigue antes de detenerse.


Parpadea. En la distancia, se escuchó el silbido de un tren y, por un momento fugaz, Suguru se preguntó si Gojou estaba en ese tren, regresando a casa. Sacude la cabeza, no hay forma de que Gojou regrese. No cuando los mayores los han colgado a ambos como muñecos de marioneta y un movimiento en falso de cualquiera de ellos puede terminar con el corte de esos delicados hilos. Sabiendo que sus vidas dependen tanto de su comportamiento y del estado de ánimo de los mayores, Suguru se siente frustrado.

Se maldice a sí mismo por esperar tanto tiempo antes de finalmente decirle algo a Gojou. Tal vez las cosas hubieran sido diferentes si se hubiera acercado y hubiera corrido ese riesgo.

Delante de él, Ieiri mira detrás de ella antes de suspirar y volverse, deteniéndose justo frente a él. Suguru la mira, confundido, mientras ella le da una pequeña y triste sonrisa. Apoyada contra una pared, Ieiri saca su paquete de cigarrillos y le ofrece uno a Suguru. Sin dudarlo un momento, acepta el cigarrillo. Enrollando el delgado cigarrillo entre sus dedos, Suguru observa mientras Ieiri abre su mechero. A la luz de la mañana, el suave naranja del fuego proyecta sombras sutiles que bailan sobre el rostro de Ieiri. Ella le hace un gesto para que se incline hacia adelante y enciende su cigarrillo.

Con una inhalación profunda, el estrés de Suguru se desvanece y siente como si su cabeza estuviera en las nubes mientras un suave humo gris se arremolina a su alrededor. Por el rabillo del ojo, Suguru se da cuenta de que Ieri sigue mirándolo como si quisiera decir algo. Decide no presionarla, sabiendo que lo que sea que ella diga eventualmente, será sobre la situación en la que Gojou y él se han encontrado.

Afortunadamente, ella nunca dice nada. Su silencio deja a Suguru una parte curiosa y una parte aliviada. Quiere saber lo que ella iba a decir, pero llegará un momento en el que diga lo que piensa y la verdad de sus palabras sin duda será más profunda.

Ieiri le pone una mano en el hombro. Suguru la mira, le da una pequeña sonrisa y apaga su cigarrillo, continuando hacia adelante. Mientras camina en dirección a la escuela, entrecierra los ojos contra el sol naciente y su sonrisa se desvanece.

Se volverá más fuerte.












- Llegas tarde - Yaga suspira, golpeando con un dedo una carpeta manila -. Veo que Gojou ya ha sido una mala influencia para ti, Getou. - aunque tiene el ceño fruncido, el tono de Yaga no tiene veneno. Suguru abre la boca cuando la puerta detrás de él se abre de golpe.

- ¡Realmente estás aquí! - dos pequeñas voces chillan. Al girarse, ve a Mimiko y Nanako sonriéndole antes de que se acerquen y lo abrazen.

"- No es amable de tu parte hacer que tus fans más grandes esperen así - Yaga gruñe mientras abre la carpeta y llena los papeles -. Estaban tan emocionadas de verte, ambas apenas durmieron... lo que significa que yo tampoco pude dormir.

- ¡Hemos estado esperando tanto tiempo! - Nanako exclama, apartándose un poco para sonreírle. Para sorpresa de Suguru, él nota que le falta uno de sus dientes frontales.

- ¿Cómo está Destellos? - Mimiko pregunta -. ¡Apuesto a que se está divirtiendo muchísimo en su fiesta de pijamas!

- El señor Yaga dijo que vas a ser profesor, ¿es cierto?

- ¿Podrás ser nuestro maestro también?

Las gemelas terminan hablando entre sí, acribillándolo con preguntas y bromas tontas y los sueños que tuvieron durante las últimas dos noches. Hay una risita de Yaga y en silencio le desea buena suerte.

Lámina De Oro (Geto&Gojo) [Traducción] {Vhaenya}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora