Recuerdo tus bélicas discuciones, cuando te alejabas del muro de la razón y lo convertías en el muro de los lamentos, te transfigurabas en el personaje que siempre ganaba las batallas, porque sabelo bien, eras un torbellino acelerado y cruel cuando el reloj solía detener su pulso y poco a poco me arrancabas pedazos de mi razón.