Mariposas

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El heroico orgullo mio duerme su beatifica siesta. El viento que entra por mi ventana es caliente y perezoso. En las calles no hay más ruido que los ecos de tu adiós y el sonido estridente de los latidos de mi corazón, que revolotean en el aire como mariposas persiguiéndose, buscándose y que huyen cuando el viento las envuelve en sus alas invisibles.

En nuestro amor ya no hay mariposas, solo migajas, basura de ellas, polvo y tierra que se dispersan por las paredes de esta habitación y que se incrustan en las grietas de mi adolorido corazón.

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