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______ despertó, pero no abrió los ojos. No necesitaba mirar alrededor para saber dónde estaba... la languidez de su cuerpo se lo decía, la felicidad desbordante en su interior.
Una risita divertida la forzó a abrir los ojos y descubrió a Justin sentado a un lado de la cama, ya bañado y vestido. Estaba contento.
— ¡Ya estás vestido!—exclamó—. ¿Tan tarde es?
—Las diez de la mañana —le informó, y al notar su sorpresa, agregó haciendo un ademán—. No te preocupes. Es domingo. No hay trabajo ni problemas. Tenemos todo el día para estar juntos sin que el resto del mundo nos interrumpa —______ se incorporó y apoyándose en las almohadas, le sonrió feliz. El le sonrió a su vez—. Iba a preparar el desayuno, en tal caso, no veo por qué razón debas permanecer allí tan cómoda. ¡Fuera! ¡A la ducha, floja! —se acercó y apartó la sábana y la obligó a ponerse de pie hasta quedar presa entre sus brazos—. Por otra parte —añadió al sentir el esbelto cuerpo tan cercano a él—, el desayuno ya no es tan importante como me lo parecía hace unos minutos. Quizá deba aceptar que estabas en el lugar adecuado —le tomó el rostro y rozó sus labios. Ella acarició el mentón recién afeitado—. Creo que será mejor que comamos algo. Ninguno de los dos cenó anoche y tú necesitas alimentarte —le pasó el albornoz y salió para contestar el teléfono—. Toma una ducha rápida y después desayunaremos.
______ se puso el albornoz y se miró en el espejo. Por primera vez en su vida se sintió hermosa. La curva de su boca era suave y sus ojos tenían un brillo que hablaba de la mujer enamorada. Se sintió más segura que nunca, llena de vida, pero su sonrisa se desvaneció al escuchar a Justin.
— ¡No podías haber elegido peor momento para llamarme! ¡Stefanie, es domingo por la mañana, apenas son las diez y no me parece el momento adecuado para ultimar los detalles de la boda! Yo no tenía la menor idea de que llegarías hoy —vencido suspiró, y la escuchó unos momentos. Más tranquilo, respondió—. Está bien, pasaré por ti y charlaremos una hora, ni un minuto más. Tengo planes para este día y no voy a alterarlos. Puedes ir a visitara mi padre, está en Roma con Toni —______ deseó no haber oído. No quería que esa llamada empañara su felicidad, no quería poner los pies sobre la tierra tan pronto.
Casi corrió hacia el cuarto de baño, cerró la puerta y abrió el grifo. Si Justin regresaba y la veía en el dormitorio sabría que había escuchado y si intentaba explicarle cualquier cosa sobre su futura esposa, ella moriría de pena.
Se quedó de pie en medio del cuarto de baño, luchando por contener las lágrimas. Después de todo, él dejó muy claro que el único sentimiento que lo unía a ella era el deseo. Jamás le hizo promesas. Todo lo había creado su imaginación y ahora se convertía en lo que Justin siempre quiso que fuese, en su amante.
— ¡______! —gritó Justin y llamó a la puerta—. ¿Por qué cerraste? — impaciente giraba el picaporte—. Déjame entrar, quiero hablar contigo.
Ella se acercó a la puerta y la abrió. Justin se sorprendió al verla todavía enfundada en el albornoz, a pesar del ruido de la ducha.
— ¿Pretendes bañarte con mi albornoz puesto? —se rió—. ¡Me opongo!
—Estaba templando el agua. Siento haber dejado que se desperdiciara —hizo el intentó de ir a cerrar el grifo, pero él la detuvo.
—Déjala, hay un suministro constante de agua caliente. Gástala todo lo que quieras, termínate hasta la última gota de agua caliente de Roma, si gustas, pero jamás vuelvas a cerrar la puerta. Cuando no me respondiste de inmediato, imaginé que algo te había sucedido, te imaginé conmocionada bajo la ducha. Me preocupas todo el tiempo, cara —la besó en los ojos; ella sonreía, quería disimular la humillación que destrozaba su alma—. Tengo que salir un momento, así que deberás preparar tu propio desayuno. Estaré de regreso en una hora. Aquí encontrarás todo lo que necesites. Quédate aquí, ______. No te vayas. Quiero que salgamos juntos, saber que estás a mi lado a salvo. Te prometo regresar tan pronto como pueda y dedicarte el resto del día como lo planeamos. Necesito que hablemos.
¡El resto del día! Justin iba en busca de su futura esposa para planear el resto de su vida. No obstante, ______ le pasó los brazos por el cuello y lo ciñó con desesperación, sabiendo que era la última vez. No tenía objeto seguir en Roma. Lo amaba demasiado, necesitaba que él la amara. Una separación definitiva era lo único razonable. Lo besó en la mejilla, fue un beso de despedida, pero él buscó su boca y la besó con dulzura.
—Sólo un loco podría sentir tanta necesidad después de una noche así —le dijo muy quedo—. Te confieso que entonces debo estar loco. Me miras, y te deseo. Me tocas, y estoy perdido. Desayuna y espérame, terminaré mis asuntos rápidamente.
Salió y ______ tomó una ducha. Después solicitó un taxi y fue a su apartamento.
De prisa, guardó sus pertenencias en las maletas y contó el dinero que tenía. Pagaría su pasaje de avión con cheque, pues su sueldo era depositado en un banco de Inglaterra. Tenía una buena suma ahorrada que le serviría hasta que encontrara otro trabajo.
Fue al aeropuerto con la esperanza de encontrar lugar en algún vuelo. Por suerte hubo una cancelación que ella aprovechó. Estaba por salir de Roma cuando se cumplieron las dos horas en que Justin prometió regresar; al notar su ausencia la buscaría. Se imaginó el impacto que sufriría al no encontrarla. Al pensar en el dolor que le causaría sintió ganas de llorar; sin embargo, abordó el avión con rostro inexpresivo y frío y en su interior una tremenda soledad.
______ pasó esa noche en Londres. Se registró en el hotel más económico que encontró. No podía ir a su casa, pues Justin la buscaría allí.
Por la mañana revisó los periódicos intentando poner entusiasmo en lo que hacía, pero una y otra vez desviaba la atención de las columnas de los empleos vacantes, de la mañana gris de esa ciudad y recordaba los días brillantes y soleados de Roma, la alegría de su gente y la figura de Justin.
Permaneció dos semanas en Londres aceptando trabajos temporales como mecanógrafa, pero el sueldo era muy bajo y la vida en la ciudad muy cara. Tuvo que tomar una decisión drástica para sobrevivir. Buscaría un trabajo permanente. Se dirigió al norte de la ciudad, lo más lejos que pudo de su antiguo hogar y después de una semana consiguió lo que quería.
—Usted es una empleada calificada, señorita Gordon —con ojos suspicaces la examinó—. Me preguntó como es posible que esté sin trabajo.
—Estuve trabajando en Italia, como puede ver en mi solicitud.
—Por supuesto que tendré que pedir referencias—advirtió—. Usted puso aquí el teléfono del colegio para secretarias donde estudió, pero yo necesito algo más reciente. Necesito pedir referencias en su último empleo.
—Tal como puse en mi solicitud, señor Stockey, yo trabajé para la misma compañía desde que salí del colegio y desgraciadamente la empresa ya no existe. De hecho, fue absorbida por Bieber Italia. Es por ello que fui a Italia a trabajar y hace unos días regresé.
—Dígame el nombre de la compañía italiana y yo me encargaré de escribirles. Sin embargo, puede empezar a trabajar. Necesito que alguien se haga cargo del puesto y usted es la más calificada.
______ hurgó en su mente un nombre apropiado para la empresa fantasma. Casi soltó una carcajada al encontrar uno y rogó porque el hombrecillo de gruesas gafas no fuese un consumado turista.
—Trevi —dijo al fin y lo anotó—. Como usted sabe, son fabricantes y exportadores de ropa exclusiva. Vía Condotti Roma —continuó en voz alta y escribió al mismo tiempo y le entregó esa dirección al señor Stockey. Con un poco de suerte, la respuesta tardaría meses en llegar con un sello de "dirección desconocida" en el sobre. Para entonces, quizás ese hombre decidiera no seguirse tomando la molestia.
—Veo que puso como su dirección particular el Hotel Wheatsheaf —se apoyó en la silla y con la solicitud en la mano preguntó desconfiado—. ¿Pretende permanecer allí?
— ¡Oh, no! —sonrió—. Sería demasiado costoso. Buscaré un apartamento adecuado por aquí.

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Un MomentoJB&TU (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora