Se quedó perplejo, pero de inmediato se recuperó y la miró con los mismos ojos fríos y burlones de siempre.
—Ahora me doy cuenta de que vuelves a jugar fuerte y de que estás interpretando mal una situación. Me imagino que te refieres a Stefanie Veccetti —manifestó tranquilo.
—Oh, seamos correctos —lo corrigió mordaz—. A la Princesa Veccetti.
—Me doy cuenta —señaló con los ojos oscurecidos por los sentimientos encontrados— de que estás algo más que celosa. ¿Crees que regresando a tu estúpido juego podrás evadirme? Si es así, debo decirte que...
— ¡No te molestes! —lo interrumpió sintiendo ira contra él y contra sí misma—. No necesito tus consejos. Comprendo las cosas demasiado bien. Y no estoy jugando. Hace días te dije que entre nosotros no existía juego alguno, que todo había surgido en un momento de ofuscación. Nada hay entre nosotros. Hace tiempo te pedí que me dejaras en paz. Inclusive en este momento, no tengo derecho de estar en tu oficina discutiendo asuntos que nada tienen que ver con mi trabajo.
— ¿Y anoche, ______? —preguntó—, ¿qué pasó anoche cuando temblaste entre mis brazos enloquecida por la pasión?
—No voy a negar lo que anoche sucedió —susurró; le dolía recordar esos momentos—. Tampoco te culpo. Yo soy responsable de mis acciones y sé que en tus brazos soy tan vulnerable como cualquier mujer. No creo que mi reacción te haya sorprendido; ¡cuántas veces en tus múltiples conquistas habrás descubierto esa misma respuesta!
— ¿Así que lo que sentiste sólo fue necesidad sexual primitiva? —demandó sarcástico—. ¿Sugieres que tengo la habilidad de despertar en ti esos deseos que te hacen temblar? —la miró con frialdad y ella supo que debía salir de allí de inmediato—. La forma como te comportaste anoche en mis brazos me hace dudar de Chris. Si no le importó dejar a un lado todo tu ardor para ir a un lugar donde lo único que encontrará es el calor del sol, pongo en tela de juicio su estabilidad emocional.
— ¡Chris no es como tú! —______ quería herirlo—. El no necesitaba someter a las mujeres para confirmar su hombría. En el futuro, te agradeceré que recuerdes que yo soy tu empleada y tú mi patrón. No existe otra relación entre nosotros. Y si no eres capaz de recordarlo, tendré que cancelar mi contrato, aunque yo misma tenga que pagar mi viaje de regreso a Inglaterra.
— ¡Termina con este estúpido juego, ______! —estaba a punto de perder el control—. A pesar de lo que digas y hagas, yo sé que me deseas y, por mi parte, te deseo demasiado para seguirte la farsa.
—Créeme que todo lo que dije fue muy en serio —______ lo desafió. El recuerdo de la guapa italiana con quien él pensaba casarse le daba valor—. Refuerza tu masculinidad con cualquier otra secretaria. Tarde o temprano la Princesa Veccetti descubrirá tus infidelidades. Aunque me imagino que sabe lo que puede esperar de ti y está dispuesta a afrontarlo. Después de todo, es de tu misma clase y no una modesta secretaria como yo. Alguna vez alguien dijo que los principios morales eran para la clase trabajadora y yo sé cuál es mi lugar. No siempre es posible conseguir lo que se desea; alguien debió decírtelo desde hace mucho tiempo.
El la observó con el rostro desencajado por la frustración, después le dio la espalda.
—Muy bien, has hablado con mucha claridad. Eres mi empleada y nada más. En tal caso, signorina, ¡sal de aquí!
Ella salió tan rápido como pudo, no sólo de la oficina, sino también del edificio.
Había logrado su objetivo: hacer añicos su inconmensurable orgullo. Debía estar satisfecha, pero se preguntó por qué sentía que la miseria destrozaba su alma. Estaba vacía y terriblemente sola.
En ese instante se dio cuenta de que hacía tiempo que no pensaba en Chris y de que apenas recordaba su rostro. Sí, quizás él jamás la amó, pero ahora sabía que ella tampoco lo había amado.
También descubrió que los dos debían agradecer a Justin el haber separado sus destinos; sin embargo, no era agradecimiento lo que sentía. Un dolor clavado en el corazón la desgarraba sin misericordia, sobre todo al recordar a la hermosa mujer que salió del privado con una sonrisa de satisfacción.
A la mañana siguiente, Bill le informó que Justin Bieber había viajado a Florencia. ¡Qué alivio!, ______ no tendría que encararlo. Fue difícil, pero concentrada en el trabajo logró mantener la mente alejada de Justin. De pronto, una figura la obligó a alzar la mirada de los documentos que leía.
—Mi pequeña y querida ______, la maravillosa protectora de los extranjeros distraídos, la damita de cabellos color de fuego y de corazón amable —era Vincenzo Bieber. el padre de Justin—. No te importa que te llame ______, ¿verdad? —le preguntó al besarle la mano con caballerosidad—. No puedo comportarme demasiado formal con una personita que me ha visto en mis peores momentos —Bill Taylor los miraba en silencio y Vincenzo Bieber le hizo una mueca amistosa—. Señor Taylor, ¿recuerda mi visita a su país cuando adquirimos la empresa? En aquel entonces estaba yo demasiado vulnerable. Sin la ayuda de ______, creo que habría creado algún incidente.
Bill no comprendió y ______ le explicó lo que significaban las palabras traviesas que aquel hombre no tenía intención de aclarar.
—Bebió casi toda una botella de whisky —aclaró con buen humor.
— ¡Oh! —Bill abrió la boca sorprendido mientras Vincenzo Bieber se carcajeaba.
—Fue después de la cena oficial —el anciano agregó divertido—, Era la primera vez que lo bebía y me gustó tanto, que me sentí capaz de consumirlo con la confianza de cualquier vino italiano, no quería negarme el gusto de paladear ese estupendo néctar. ______ se dio cuenta de mi extraño comportamiento y llegó en mi auxilio. Si mal no recuerdo, me dijo: "Venga conmigo, señor Bieber, vamos a su habitación". Se comportó comprensiva, como si yo fuese un muchacho bajo los efectos de la primera copa. Me salvó del ridículo, me quitó la chaqueta, los zapatos, la corbata y me obligó a meterme en la cama. Al día siguiente la encontré dormida en el sillón del vestíbulo. Tuvo miedo de que me levantara en la noche y me fuese a lastimar. Afortunadamente era domingo y pudimos recuperamos. Yo, de un mortal dolor de cabeza y ______ de su torcedura de cuello. Mantuvimos, el incidente en secreto, ¿verdad, ______? —terminó con risotadas y la abrazó con afecto.
Sus risas fueron acalladas cuando Justin, malencarado, entró en la oficina. Su expresión se hizo más agria al ver el rostro sonriente de ______ bajo la protección afectiva de su padre.
—Por fin te encuentro —evitó sin esfuerzo mirar a ______—. Me dijeron que habías llegado.
—Y a mí me dijeron que estabas en Florencia —Vincenzo Bieber replicó a su vez.
—Acabo de regresar y será mejor que me acompañes; Stefanie vino conmigo. Ahora tendremos oportunidad de hablar y de planear muchas cosas. No quiero esperar hasta llegar a la villa.
—Está bien, ahora voy —accedió Vincenzo—: De todas formas, ya hice lo que me había propuesto. Venir a reiterarle mi afecto a la deliciosa ______ —la volvió a apretar y la expresión de Justin se nubló más.
—Si ya terminaste, vámonos —declaró secamente y se retiró.
Bill nada comprendió, pero ______, sí. Justin quería aprovechar la presencia de su padre para ultimar los detalles de la boda. Sin duda había ido a Florencia con Stefanie y ______ se preguntó si habrían dormido juntos. Le dolió imaginar a la hermosa rubia entre los brazos de Justin.
Ella reinició su trabajo ante la mirada especulativa de Bill. Después del almuerzo, el padre de Justin se volvió a acercar a su escritorio.
—Te invito este fin de semana a mi villa, ______ —ofreció en cuanto ella alzó la mirada—, y voy a sentirme herido y muy desilusionado si no aceptas.
—Oh, señor Bieber, yo… yo —no podía decirle que no soportaría la cercanía de Justin, que tampoco quería estar en un lugar donde todo se lo evocaría, pero la sonrisa amable de ese hombre la debilitó.
—Está en una pequeña isla cerca de la costa —la animó—. El mar es azul, transparente y tranquilo. Podrás nadar y broncearte a tu gusto. Y si lo que te preocupa es tener que soportar el mal carácter de tu jefe —agregó astuto—, no tengas cuidado. Justin regresó a Florencia; al menos, ya debe ir en camino. A últimas fechas ya casi no tiene tiempo de visitarme. Por lo tanto, nadie más estará en la villa, sólo tú, yo y los empleados... a menos de que a mi sobrino Toni se le ocurra llegar de improviso; ahora lo veo más que a mi propio hijo.
Parecía tan solo y ella también estaba muy sola. ¿Por qué no?, se preguntó. Dentro de poco se vencería su contrato y jamás volvería a ver a Justin y tampoco a ese amable anciano cuya personalidad era tan diferente de la de su hijo.
— ¿Cómo puedo ir? —la pregunta iluminó los ojos del hombre.
—Yo te conduciré. Dentro de una hora salimos, así que tendrás que tomarte la tarde libre. Escuché que el señor Taylor le decía a Justin que has estado trabajando sin descanso, así que no creo que haya algún problema. Mi yate nos llevará a la isla. No está retirada, sólo un poco más allá de la costa, al sur de Capua Baletti. Deberás llevar bikini; no olvides nada, pues en la isla no hay tiendas, allí sólo encontrarás mi villa y varios kilómetros de arena. Yo sé que a las mujeres no les gusta prescindir de todas aquellas cosas que convierten la vida en algo placentero.
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Un MomentoJB&TU (Terminada)
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