Capítulo 1 | Inspiración repentina

552 34 12
                                    

BUCKY

Mi mente es un desierto sin ideas, como una lluvia sin agua y una nevada sin hielo. Una semana para el concurso de música y no tengo la menor inspiración para escribir una canción. Me siento sobre una de las jardineras de la universidad y observo a mi alrededor. Personas moviéndose de aquí a allá, corriendo en una agitada vida. Tengo tareas que hacer, proyectos que completar pero simplemente mi mente no puede hacerlo, no mientras esté ese cosquilleo en mis manos. Sé que tengo que tocar algo. Pero ¿Qué?

Me levanto y camino al salón de música, el único lugar donde hay únicamente silencio, bastante irónico. Mientras camino fijo mi vista en las porristas del equipo de fútbol, en especial la rubia de ojos grises que me guiña un ojo. Pero mi corazón no brinca coqueto, no me inspira. Había leído ya la poesía más compleja, guiándome en sus sentimientos, tratando de unirlo todo para que surgiera algo nuevo, pero nada. Incluso ellos tenían una inspiración y un motivo para escribir.

Camino desesperado al salón de música, evadiendo a los estudiantes que salen corriendo de sus clases y hacen tráfico en los pasillos, como puedo me escabullo entre ellos y tomo la perilla del salón. No me lo pienso más y la giró, cerrando lo más rápidamente tras de mí. Me quedo en silencio, recargado en la puerta como si me ocultara de alguien. Entonces la escucho, una suave melodía de notas, un piano siendo tocado tan perfectamente que mi mente se olvida de mi frustración. Solo somos la música y yo, el piano y yo. Avanzó, escondiéndome entre los libreros con las partituras, la melodía suena más cercana y mi corazón, atraído por ella, se acerca más y más.

Ella estaba al otro lado del salón, en medio de poca luz, miraba atenta las teclas y me pareció la imagen más inspiradora del día. Una chica de tez clara y cabello castaño, movía con agilidad sus manos sobre el gran piano brillante. Escucho la suave armonía de las teclas y noto ligeramente como acelera, hasta que finalmente, una tecla equivocada, arruina totalmente la melodía. La escucho soltar un gruñido y luego la veo bajar la cabeza, escondiendo su rostro con su cabello— Es inútil.

Su voz tan triste me conmovió. Aunque en realidad, solo quería verla tocando otra vez, quería verla disfrutar la melodía como lo había hecho segundos antes—No lo pienses, solo siéntelo.

Ella alza su rostro al mismo tiempo que da un brinco, haciéndome soltar una risa suave— ¿Disculpa?— pregunta sonrojándose al instante como un pequeño tomate.

—Si piensas demasiado, te equivocarás, solo siente la música, siéntela— ella asintió con la cabeza y cuando volvió a mirar las teclas la vi soltar un gran suspiro, como si para ella, dejar de pensar fuera un gran reto. La veo, ella alza su vista y se encuentra con la mía, entonces me dedica una sonrisa tímida.

—No estoy acostumbrada al público ¿Podrías darte la vuelta?

—¿Enserio?— pregunto sorprendido y ella asiente con la cabeza— Vale pero prométeme que no te equivocarás.

—Lo intentaré— dice guiñandome un ojo espontáneamente— Ahora, date la vuelta— hace un ademán y yo me giró, cubriendo mis ojos con mi mano para dramatizar aún más el momento. La escucho suspirar, y después la melodía comienza. Su ritmo es rápido, un poco más de lo que la canción usualmente es, pero conforme avanza, el ritmo es más lento, armonioso e inspirador. Bajo mi mano de mi rostro, siento mi corazón ser llamado nuevamente por la melodía. Escucho que está a punto de llegar al coro, dónde falló la primera vez, espero ansioso y la melodía ocurre como el suave oleaje de las olas de mar, armonioso y envolvente. No me resisto y doy la vuelta, encontrándome con la imagen más hermosa que había visto en mi vida. Ella tiene los ojos cerrados, mostrándome que conoce la melodía de memoria. Sus manos se mueven por el piano ágilmente, sintiendo la música correr por su cuerpo, su rostro es tranquilo y relajado, y sonríe al escuchar la melodía que toca. El momento se vuelve mágico y envolvente, yo no puedo dejar de mirarla, aún cuando escucho que se acerca el final y me he dado la vuelta. Escucho la última nota, declarando el final de una gran oleada. Ella abre lentamente los ojos, retirando sus manos del piano y me mira, con una sonrisa brillante en su rostro. No me reclama por haberme girado, solo me mira y habla, casi en un susurro— Gracias, nunca logré tocarla completa, hasta ahora...

La Ciencia del RockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora