Capítulo 8 | Te creo

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WANDA

Me aferró fuertemente a la mano de Bucky. Subimos a su auto y me quedo en silencio un momento. Siento como las lágrimas caen por mi rostro, pero no son de tristeza, más bien son de enojo y decepción.

—¿Estás bien?

—No, no lo sé— titubeó— yo solo quiero que me deje en paz. ¡Mis recuerdos y mi pasado estaban en paz! ¡Lo había perdonando! Pero ahora no puedo hacerlo, solo puedo odiarlo.

—No digas esas cosas— lo escucho susurrar y yo suspiro frustrada. Él siempre ha tenido a la chica que ha querido, nadie lo lastima, nadie lo daña pero yo... Yo soy otra historia.

—Es que no lo entiendes Buck. No sabes lo que se siente que quien tú amaste alguna vez tratara de abusar de ti, quisiera usarte como transporte de droga o ¡Tenga un hijo! Un hijo que concibió mientras estaba contigo— Bucky me mira con ternura y se acerca a mi, sostiene mi rostro y lo acuna con su mano derecha.

—No me refería eso— lo miro directamente a los ojos y siento una conexión con él. Como si mis miedos bajarán de mi y fuesen absorbidos por la tierra— tú dijiste que nunca odiaras a nadie, si no envenenarias tu corazón.. Tu corazón es dulce, mi amor, no dejes que personas que no valen la pena lo destruyan.

—Entonces.. ¿Qué puedo hacer?— suspiró con frustración mientras tomo su mano que acuna mi rostro.

—Avanzar— el pelinegro se acercó a mí tanto que puedo sentir su aliento chocar contra mi piel— puedes aprender del pasado pero no debes aferrarte a él, concéntrate en tu ahora, en tu futuro. Y ahora estamos aquí, tú y yo sin nadie mas...— acercó mis labios solo un poco más, rozandolos y mezclando nuestras respiraciones. Trato de relajarme y tengo una perfecta idea de cómo hacerlo, solo quiero sentirlo a él, quiero perderme en sus caricias pero cuando siento que nuestros labios están por unirse, lo siento alejarse— Ven, quiero mostrarte algo.

Lo veo encender el auto y maneja hasta un viejo puente de la ciudad, está abandonado y la hierba crece sobre él. Estaciona el auto y puedo ver cómo es un un acantilado entre dos pueblos, el puente cruza sobre un pequeño río con enormes rocas. Bajamos y puedo observar lo que es la antigua entrada, su metal está oxidado y solo hay un pedazo de puente. Pero no me concentro en eso, más bien trato de olvidar todas las penas que carga mi cuerpo en este momento. La brisa golpea mi rostro y es como si limpiara todas mis dudas y desaparecieran a mi alrededor. Y solo puedo concentrarme en él, en aquel pelinegro de encantadores ojos azules y corazón dulce. Me tomó de la mano y me guió hacia unas rocas, dónde me besa con ternura. Sus suaves labios se mueven a la par de los míos mientras me atrae a su cuerpo.

Puedo escuchar el sonido del río y logro sentir una pequeña brisa que se acerca más y más. Los grillos cantan muy poco y los insectos están calmados, lo cual agradezco porque odio el salpullido. Cuando sus labios dejan los míos lo veo mirar hacia el cielo, y puedo ver la luz de la noche.

—Me encantan las estrellas... Antes de entrar a la universidad, quería estudiar astrofísica— le confieso haciendo que me mire con curiosidad— pero entendí que algunas cosas, es mejor solo admirarlas que entenderlas.

—Así es el amor...— susurra mirándome de vuelta. Nuestras miradas se conectan y entonces comprendo las palabras de Bucky. El amor solo es para admirarse, para disfrutarlo, para hacerse. Por eso el amor es incomprendido, porque los seres humanos no lo entendemos. Beso sus labios una vez más, cada movimiento me da paz, me deja olvidada de todo y solo escucho a mi cuerpo pedirme que no me detenga.— Este es mi lugar favorito. Cuando me siento demasiado estresado vengo aquí.

—Es un hermoso lugar...

—Aquí compuse nuestra canción. Aquel día mientras te miraba tocar el piano, en nuestras citas, en todos los momentos en que me demostraste que eres diferente.

La Ciencia del RockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora