Capítulo XVIII

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Tú soñabas despierta una manera de no sentir dolor el llanto y llorabas lo bueno del amor, prendia el llanto y llorabas lo bueno del amor

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— Hola, Emily. ¿Dónde está Bella? — Pregunto en cuanto entro a la cocina, la veo revolviendo las ollas mientras prepara el almuerzo. Me acerco a ella, beso su mejilla y tomo una pata de pollo frita.

Emily protesta, dándome una palmadita en el brazo. ¿Qué culpa tengo yo, que estar demasiado tiempo transformada me daba hambre de los infiernos? El olor era delicioso, y mi estómago roncaba por el tiempo que estuve sin comer mientras estaba haciendo mi ronda en la frontera.

— Está en el garaje con Jake. No tienen mucho tiempo— Toma una cuchara, la pone en la salsa en su sartén y me la entrega para probarlo. — Salsa de naranja. Pruébalo.

Abro la boca, dejando que ella ponga la cuchara dentro y, ¡dios mio! Estaba demasiado bueno. Paso la lengua por mi boca, limpiando la suciedad de la salsa.

— Eso está muy bien, Em! wow, te esmeraste demasiado con el pollo.

— Receta familiar— Ella sonríe, lavando la cuchara que usó y luego seca la mano en el paño. — ¿Puedes llamar a Jake y Bella para almorzar?

Asiento, mordiendo el muslo de pollo y salgo por la puerta de la cocina, yendo en dirección a la pequeña cabaña que Sam usaba de garaje. De lejos, puedo oír la conversación de Bella y Jacob y frunzo las cejas. ¿Estaban hablando de mí?

— Pareces conocer el sentimiento—La voz de Bella parece vacilante. Me detengo en medio del camino, sabiendo que Jacob oiría que me estaba acercando. Quería saber hasta qué punto llegaría esa conversación. — ¿Ya tuviste... una imprimación con alguien?

—Si.

La respuesta de Jacob es corta, lo que me hace arquear las cejas. Bella no se conformaría solo con eso, si es lo que estaba pensando.

— ¿De quién? — Dicho y hecho. Bella pregunta, la voz baja y casi puedo imaginarla mirando a Jacob, esperando la respuesta.

—De Ada.

Desearía poder sonreír porque Jacob finalmente le admitió a Bella que se habia impramado de mi, pero lo único que puedo hacer es hacer una mueca. Admitir y querer eran dos cosas diferentes. Lo admitía y quería, si era recíproco. Jacob lo admitía, pero negaba el sentimiento con todas sus fuerzas.

Me miro a mí misma, sintiendo la miríada de emociones que venían de Jacob, la confusión, el afecto, la culpa. Debería dejar de albergar esperanzas, cuando lo máximo que conseguía era un cariño culposo y confuso.

𝐄𝐕𝐀𝐍𝐄𝐒𝐂𝐄𝐍𝐓, JACOB BLACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora