Capítulo V

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Y aquí estás viviendo a pesar de todo.



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El despertador me sacó del sueño profundo en el que estaba, haciéndome maldecir a quien había inventado la escuela. Bad Romance de la reina Gaga tocaba como si fueran las trompetas del apocalipsis, despertándome de lo que era un sueño bueno - extraño, pero bueno. Corría por el bosque y detrás de mí venía una manada de lobos, pero no tenía miedo. Era como si fueran... conocidos. Casi familia. Era una buena sensación y me hubiera gustado seguir soñando, pero no era posible.

Las cortinas de la habitación ya habían sido alejadas de la ventana, y podía ver la niebla cerrada que Forks siempre nos saludaba. Respiré fuerte, mirando el techo blanco y oyendo el movimiento en el dormitorio - probablemente de Bella mientras se arreglaba para la escuela.

Tal vez era el suspiro pesado, o el movimiento en la cama, pero pronto la cara de mi hermanastra ya estaba a centímetros del mío, mientras una media sonrisa adornaba su rostro.

Dios, ¿quién daba medias sonrisas a esa hora del día? ¡Aún es madrugada, mujer!

— Buenos días, dormilona. Traté de llamarte pero estabas dormida como una piedra— Su tono era juguetón, y yo habría apreciado eso si fuera en cualquier otra hora del día. ¡Pero, joder, eran las seis de la mañana!

Lo único que pude hacer fue arrugar la nariz y gruñir, mientras pasaba la mano por la cara para intentar quitar el sueño que aún pesaba en mis ojos.

Bella se rió y se alejó de la cama, dándome espacio para bajar de la litera e ir al baño a darme una ducha rápida.

El agua fría me despertó y cuando volví a la habitación ya vestida, estaba mucho más despierta. Tomé mi mochila y bajé a la cocina, lista para comer algo antes de ir a clase.

No pasó mucho tiempo antes de que Bella y yo estuviéramos en su camioneta, camino a la escuela - necesitaba urgentemente comprar un auto para mí. Tenía algunos ahorros guardados, algo que mamá me dejó y, ahora que ya podía legalmente conducir (y, más importante, tenía una licencia de conducir) nada más me impedía gastar el dinero en un coche.

Hablaría con papá más tarde sobre eso.

Cuando llegamos a la escuela, suspiré pesadamente al verme de nuevo en la Escuela de Forks. El grisáceo de los edificios me hacía querer morir, así como la propia escuela y los alumnos. Cuanto extrañaba mi escuela de Artes.

Suspiré otra vez, buscando rápidamente a Bella que parecía rebuscar algo en su mochila. Bien. Era por una buena causa: Bella necesitaba a alguien que le hiciera entrar en razón.

Y yo lo haría, aunque tuviera que escribir sentido en un bate de béisbol y darle un buen golpe en la cabeza para dejar de ser una idiota dependiente de un hombre.

Salí del coche siguiendo a Bella, que ya sonreía en dirección a un muchacho que venía hacia nosotras. Entonces ese era el tal Edward. Buena pinta, es verdad, pero tan pálido, pobrecito. Me rasqué la nariz, un poco molesta por un olor que no pude distinguir, pero que irritaba mis fosas nasales al punto de hacerme estornudar dos veces seguidas.

Tiempo suficiente para que el Sr. Peluquín llegara a donde estábamos Bella y yo.

— Buenos días, Bella—Él le dio un beso rápido, y sus ojos se volvieron hacia mí.

No esperé la señal, puse la mochila en la espalda y le tendí la mano.

— Ada Swan. Hermana menor. Tú debes ser el tipo que hizo que mi hermana viajara a Italia sin avisar a nadie—Él parecía aburrido cuando tomó mi mano. Su piel pálida me hizo romper el apretón rápidamente, como si hubiera recibido una descarga. — Vamos, hombre. Ponte guantes, muñeco de hielo.

— Ada! — Bella me regañó, sus ojos de ciervo estaban abiertos y parecían no creer lo que dije.

Bufé, volteé los ojos.

— Mira, ¿lo ves? Acabo de ver a Jess en el frente y necesito hablar con ella. Ya sabes, son casi dos años de cotilleos atrasados. Nos vemos, Bells. Iceman.

Les di la espalda, no necesariamente buscando a Jessica Stanley (mi compañera de chismes cuando estudiaba aquí). Solo quería salir de allí lo más rápido posible, ya que Edward-muñeco de hielo me ponía los pelos de punta de una manera muy extraña - como si algo en mí me dijera que me alejara del bicho raro. Eso sin contar con su perfume, aquella cosa dulce y horrible. Hacía que mi nariz picara de una manera que ningún perfume jamás había hecho

Le preguntaré cuál es el nombre de la desgracia de perfume, para que nunca comprarlo por error o algo así.

Inevitablemente, acabé encontrando a mi grupito de chismes (Jess y Lauren) y, al final, el chisme fue puesto al día y fuimos cada una a su clase. Me aburría ser más joven que ellas, ya que teníamos diferentes clases y horarios diferentes.

El resto de las clases fueron aburridas y tediosas, y en el intermedio, pensé que sería mejor ir a la biblioteca, no queriendo tener que inventar una excusa para no tener que estar con Bella y su novio helado y apestoso.

Saqué mi teléfono del bolsillo y escribí un mensaje rápido a Paul Lahote, mi mejor amigo.



Hola, amor mioooo ¿Qué te parece venir a buscarme a la escuela y pasar toda la tarde con mi ilustre compañía? :D, te extrañe :(

Su respuesta tardó un poco en llegar, pero cuando vino, puso una sonrisa en mis labios.

¿Ah sí, mocosa? Si tanto me has echado de menos, ¿por qué no has venido a visitarme? Te busco tan pronto como salga de la escuela. También te he echado de menos, amorcito"

Sonríe, ya imaginando la tarde maravillosa que yo tendría en la reserva. Con suerte, podría ver a todos mis amigos y pasar un tiempo de calidad con ellos mientras hablamos un poco.

Creo que de todas las cosas que he echado de menos, después de papá, eran los chicos de la reserva, definitivamente.

Mis hermanos de manada, como solíamos decir en broma.

Mis hermanos de manada, como solíamos decir en broma

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𝐄𝐕𝐀𝐍𝐄𝐒𝐂𝐄𝐍𝐓, JACOB BLACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora