Viaje en tren (1)

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Remus Lupin

Había sido un año bastante malo, acababa de ser despedido de su último trabajo, sus únicos dos amigos se habían marchado del país, su única compañía era su vecina, que había decidió alcanzar a su difunto padre y madre en el más allá. Estaba completamente solo, lo cual le hacía querer rendirse, se prometió salir adelante, se convenció de que estar solo era lo mejor y aún así estaba paseando en tren todo el día para no volverse loco dentro de la soledad de su hogar.

Hace años que no viajaba en tren, desde que su madre murió para ser exactos, su conexión que el mundo se limitó al mágico, ya que su padre no conocía bien el otro. Ahora se había desconectado de ambos mundos, sentándose en tren todos el día y perdiéndose entre sus pensamientos, siendo lejano a los sucesos que ocurrían, el tren podría estrellarse y no se daría cuenta, de no ser por esa melodía proveniente de una guitarra se hubiera encerrado más en el mar de pensamiento que arrastraba.

El chico de la guitarra, así apodo al muchacho de lentes y cabello más desordenado que había visto en su vida, iba en el último tren todos los días, siempre tocando o afinando su guitarra, tarareando canciones que presentía que eran de su autoría, era relajante, pero si veía un poco más allá, del otro lado del vagón se encontraba una pelirroja con uniforme de enfermera, con las ojeras más grandes que había visto, quejándose con sus amigas del chico de la guitarra.

La chica se veía cada día más cansada y el chico cada día más inspirado, él como espectador noto todo, como la pelirroja se acercaba cada vez más al asiento del chico de la guitarra y como él la miraba cada que se ponía a leer, sus risas nerviosas y sonrisas bien iluminadas cada que chocaban sus miradas, como el de lentes se atrevía a cantar una vez a la semana, la letra de la canción era sobre el amor a primera vista, todos sabía a quién se la dedicaba, aún así los enamorados nunca se hablaban, le desesperaba un poco porque que cada día de la semana ambos se enamoraban un poco más, de a poco se acercaban, lentamente, con el temor de espantar al otro.

Un día la pelirroja no apareció, cada vez que se abrían las puertas el chico de la guitarra volteaba a ver con la esperanza de que aparecieran la joven, no pudo evitar notar que el de lentes temblaba y a su guitarra le faltaban cuerdas, su mirada estaba rota, solo regresaba el brillo cuando las puertas se abrían, pero se perdida cada que se cerraban.

-¿Qué le pasó a tu guitarra? - Se atrevió a preguntarle, no había mucha gente entre los vagones y en esa parte solo estaban ellos dos.

-¿Eh? Disculpa ¿Qué dijiste? - El chico de la guitarra le sonrió de forma nerviosa, se había distraído con la puerta, quería decirle que ya habían pasado tiempo atrás la estación donde se subía la enfermera.

-Que me gusta como tocas - No sabía el porqué había cambiando sus palabras, pero lo sentía necesario - A veces tomo el tren y estás aquí, tocando

-Ah gracias, no soy muy bueno en realidad, solo puedo practicar cuando voy camino a casa

-Debes estar bromeando, creí que estudiabas musica o algo parecido

-No en realidad no, iré a una escuela militarizada

-¿Y quieres eso? - Estaba siendo muy chismoso, pero en esa situación ¿Quién no lo sería? El chico de la guitarra se veía más deprimido gracias a su pregunta, acarició las cuerdas del instrumento y negó después de que las puertas de la estación se abrieran - Está es la última parada.

-Lo sé, sólo pensé que si me quedaba vería a alguien - Ambos se levantaron de sus asuntos y salieron, él debía tomar el tren de regreso a su casa suponía que el chico de la guitarra también, siempre se bajaba una estación después que la pelirroja - En serio quería verla por última vez, pasado mañana me voy de la ciudad, pero bueno, creo que no estaba destinado a pasar.

El chico de la guitarra se alejó, se quedó en su lugar procesando la información, como es que el destino primero unía a la personas y así como si nada no les daba una oportunidad, el pobre chico se quedaría solo y solo las melodías que invento lo acompañarían, quedaría solo como él, al fin de cuenta.

-No, no ¡Alto! ¡Espera!

-¿Qué ocurre? ¿Estás bien? - El chico era tan dulce que le daría diabetes si seguía hablando con él.

-No, necesito tu número

-¿Qué? - El chico reía por los nervios, seguro se veía como un lunático en esos momentos.

-Se lo daré a la chica, a la pelirroja, te dije que tomó el tren también, me topo seguido con ustedes dos y sus miradas enamoradas, todo el tren lo sabe que se aman menos ustedes

El chico estaba perplejo, apretaba la guitarra entre sus manos, no sabía si era por el cristal de sus lentes y la iluminación pero tenía los ojos llorosos o solo quizá era la esperanza que se le estaba desbordando.

-¿Me prometes que se lo darás?

-Lo juro

El chico, que descubrió que se llamaba James, le dio su número y un chocolate que traía en su mochila como agradecimiento. No pudo dormir en toda la noche, esperando por primera vez en meses (si no es que años) el día por venir. Se levantó temprano, desayuno bien y se bañó, intentó verse lo más presentable posible o al menos algo decente.

Las horas se fueron volando, el viajé fue más rápido, el día en general y aún así no podía quitarse la impaciencia de la mente, algunas enfermeras empezaban a subir al tren, sabía que la chica siempre tardaba más que las demás, por lo que subía una estación después de la que estaba del hospital.

Y ahí estaba, como siempre, con su uniforme, quitándose la liga ajustada de su peinado, dejando libre las llamas de caballo, buscando con la mirada al chico de la guitarra, decepcionada de tener que abrir un libro en vez de escuchar una melodía.

En cuanto tuvo oportunidad de tomar asiento a su lado lo hizo, no perdió más tiempo y le habló, que ella no se mostró interesada.

-Un día pesado ¿No? - La pelirroja solo le sonrió, ni siquiera le miro y eso no le extrañó, ella solo tenía ojos para un chico en ese tren - Sería bueno que alguien, un chico de lentes y cabello que parece nido de pájaro - Ahí fue cuando le prestó atención - Tocará algo con su guitarra, pero él no vendrá, mañana se va a la escuela militar, el quería invitarte a salir ayer pero no estabas - Explicó de forma lenta para que la información no se le revolviera por los nervios.

-Estaba doblando un turno, oh no, yo estaba trabajando - La chica sonaba tan desconsolada, movía sus manos de forma rápida mientras intentaba explicar su ausencia - ¿El en serio se fue?

-Aún no, por suerte, James me dijo que te diera esto - Le ofreció el papel y ella lo tomó levantándose de su asiento, que fuera rápidamente robado por una señora - Así que llámalo, podrías convencerlo de quedarse e ir a una escuela de música

-James - Murmuró enamora - Con que así se llama, muchas gracias - La chica le dio un breve beso en la mejilla - Muchas gracias ¿Cómo te llamas, disculpa?

-Remus, Remus Lupin

La pelirroja que descubrió que se llamaba Lily le agradeció y de hecho decidió darle el libro que traía en esos momentos como agradecimiento, se iba a negar pero no tuvo muchas opciones cuando dejó el libro a su lado y salió corriendo después, gritando su promesa de llamar a James.

No se enteró como termino la historia, no tenía la suficiente valentía para ver el final, si tomaba el tren como siempre y descubría que Lily no sé atrevió a llamar o que James se fue antes se le rompería el corazón y eso era lo menos que necesitaba, así que tomo otra ruta, inventó su propio final donde Lily y James terminaban juntos felizmente, con eso podría vivir.

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Atentamente Pan Espacial

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