Capítulo XXVI

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La semana para Camus fue realmente una tortura, entre su trabajo y la presencia persistente de Milo ya sentía su paciencia al límite, en verdad que no quería creer en ninguna de las palabras de Milo pero su actitud sorprendentemente había regresado a como era en un principio, sin embargo, del mismo modo en que lo hacía dudar a veces, también le provocaba un intenso sentimiento de ira solo de recordar que aún veía por su primo.

En esa tarde de viernes se hallaba caminando a lado de Degel, ambos buscaban un buen lugar para comer ya que el horario laboral de ese día en específico no les permitía volver a casa, considerando que el hogar de Camus se ubicaba a una distancia considerable.

-Así que mañana ya hace una semana que el idiota de Milo regresó a tu casa…

-Así es, y a cada día que pasa me siento con menos fuerzas para continuar conviviendo con él.

-Eso es totalmente comprensible Camie, no tiene mucho que este desafortunado suceso ocurrió y tener al causante de tu dolor de nuevo en casa desde luego que te hará la vida incomoda.

Ambos ingresaron al restaurante que por recomendación de Degel acordaron acudir para tomar sus alimentos, una vez dentro tomaron asiento para continuar con su platica más cómodamente.

-Sabes Camie… Creo que es necesario contarte esto, la semana pasada me encontré con Afrodita en el supermercado.

Camus casi sentía su mandíbula chocando con la superficie de la mesa.

-Por favor Degel, dime que no hiciste una escena en medio del supermercado.

-¡Claro que no!, bueno no hubo golpes si a eso te refieres… Pero si crucé un par de palabras con él y te aseguro que al menos por un tiempo ya no te va a molestar.

Camus ya no quiso indagar más en esa conversación, sabía de sobra lo persuasivo que podía llegar a ser Degel, además que era bastante celoso con los detalles de sus anécdotas y por más que le preguntara no lograría sacarle más información que la que él determinara que debía conocer.

Mientras tanto, Milo llegaba junto con Samuel a la casa, pasó por él a la escuela y antes de regresar concluyó un par de pendientes en la oficina.

Milo no podía mentir, llegar al lugar que aún consideraba su hogar sin ser recibido por Camus como antes, era doloroso, debido a su nuevo trabajo ya sólo llegaba a casa para atender a Sam, a pesar de que permaneció persistentemente a su lado durante el transcurso de esa semana, jamás tuvo la oportunidad de charlar con él, necesitaba tener una conversación con Camus lo más pronto posible, tenía que hacer algún movimiento pronto de lo contrario Saga o alguien más podría sacar ventaja de la situación.

-Sam, ¿te gustaría comer afuera hoy? – la propuesta a su hijo tenía otra intención oculta, más que salir con el pequeño, vería la forma de echar un vistazo al sitio donde Camus trabaja solo por curiosidad.

Al recibir una entusiasta afirmación de parte del niño, se apresuró a acomodar las pertenencias de ambos en la sala y salió junto con él para subir de nueva cuenta al automóvil y partir rumbo al edificio donde ya sabía se encontraba la empresa perteneciente a Saga.

Al llegar casi bendecía a su suerte por el hecho de que justo frente al enorme edificio se encontraba una acogedora cafetería, que a juzgar por la fachada prometía un excelente servicio.

Se estacionó a la vuelta de la cuadra y llevando a Sam de la mano ingresó en el local.

En una mesa ubicada frente a un gran ventanal ambos se sentaron y se tomaron el tiempo para degustar sus alimentos, Sam le platicaba a su papá sobre su día y Milo le prestaba atención siguiendo la conversación, desviando su vista de vez en cuando hacía el edificio solo para asegurarse de que Saga no intente salir con su esposo.

Justamente en un instante en que Sam estaba entretenido comiendo una rebanada de pastel y Milo con la vista fija en el edificio, ambos fueron sacados de su concentración al reconocer una voz familiar.

-Vaya Milo, hace mucho que no te veía…

-Afrodita… ¿Qué haces aquí?

-Ahora trabajo aquí, y ya que me lo preguntas y a juzgar por que no me has contactado en todos estos días, no has salido de casa de Camus, ¿no es así?

Sam los veía a ambos, sus manos temblaban no de miedo si no de enfado al recordar el modo en que su papi había llorado tanto a causa de lo que él presenció el día en que su familia se desintegró por culpa de la persona frente a él, su sola presencia le provocaba tal disgusto que incluso hizo el pastel a un lado y prefirió desviar su mirada hacia la calle.

-Te conté sobre la situación Afrodita…

-¡Pero te recuerdo que me prometiste ir a cenar conmigo todos los días!, y hasta el momento no te habías dado cuenta de que ya ni siquiera estoy viviendo en el departamento…

Milo se sorprendió por lo último que le dijo, estaba por cuestionar el motivo que lo orillo a abandonar el departamento cuando la voz de su hijo lo interrumpió.

-¡Ahí está mi papi! Y el tío Saga está con él, ¿papá puedo ir con ellos?

Milo giró la vista solo para confirmar lo dicho por su hijo, Camus y Saga se encontraban charlando en la entrada del edificio muy amenamente, incluso compartiendo sonrisas, los celos en él lo cegaron por completo y salió rápidamente del local dispuesto a interrumpir su alegre charla.

Mientras tanto Sam se quedó en el local, desgraciadamente acompañado de Afrodita.

-Mi papá ya se va a quedar con nosotros, porque el ama mucho a mi papi.

Esas palabras molestaron bastante a Afrodita quien con odio y saña le contestó.

-No me digas… Sabes Sam, a veces las personas dicen mentiras para mejorar su situación, no todo lo que escuchas es necesariamente cierto.

-¿A que te refieres?

-A qué tu papá solo te está engañando a ti y a tu papi, él en realidad se va a quedar conmigo, y quien sabe, tal vez en un futuro hasta tengas que llamarme papi también.

Afrodita soltó una sonora carcajada al ver al niño salir corriendo del local con los ojos llorosos debido a lo que le dijo, sin embargo un golpe y el llanto desesperado de Camus lo interrumpieron.

Sam había sido atropellado…

CORAZÓN VALIENTE.(miloxcamus) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora