Capítulo 17

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Y allí estaba, plantado ante su puerta.

No sabía exactamente en qué maldito momento se le había ocurrido la gran idea de acercarse hasta allí, pero ya no había marcha atrás.

Había tratado de no pensar en él, de darle su tiempo, pero los labios de Tay eran algo difícil de olvidar, necesitaba aclararlo todo ya.

New no sabía qué le pasaba, y ahora se arrepentía de haber actuado sin medir las consecuencias.

Todas esas cosas pasaban por su cabeza mientras se hallaba plantado ante la puerta del otro policía, debatiendo sobre si tocar el timbre o no.

Tragó saliva y sin pensárselo más, toco.

Tay tenía la vista fija en el trayecto de autos justo frente a su edificio, su apartamento nunca le había parecido más frío.

Después de despertar en la cama junto a New, su vida parecía haber dado un giro de 180 grados.

Frotó sus brazos y bufó.

Nunca pensó que su descontrol de una noche terminará en algo como eso, pero debía aceptar que aquella experiencia había sido demasiado intensa como para dejarla pasar.

Había descubierto aquello que tanto temía aceptar: realmente le gustaba más la compañía de un hombre.

El timbre sonó.

Quizá sería otro de los tantos vendedores que desfilaban ante su puerta, como si él alguna vez comprará algo.

Tenía en su apartamento simplemente lo esencial.

Caminó desganado hacia la puerta y abrió sin pensarlo, se quedó helado cuando vio al castaño dibujarse ante su mirada.

New le dedicó una sonrisa, tratando de disimular el hecho de que no sabría qué responder cuando Tay le preguntará qué hacía allí.

El moreno desvió la mirada y se apartó, haciendo un ademán para que entrará, lo que menos deseaba en ese instante era que sus vecinos se enteraran de su vida privada.

— Habla — dijo colocándose frente a su ventana nuevamente.

New pasó al interior, echando una rápida mirada alrededor.

El piso era más o menos como lo imaginaba, pero no se entretuvo en ello.

— Qué agradable eres — le contestó, sentándose en el sofá como si estuviera en su casa.

— Me duele la cabeza — indicó sin despegar la vista del panorama que le ofrecía su ventana.

— Será la resaca — el menor sonrió fanfarronamente, sin perderse la expresión de Tay.

— Claro que es eso — acepto con pesadez, sentándose frente al castaño — Entre otras cosas, estarás satisfecho.

— No me culpes a mí, si no sabes beber es tú problema — se carcajeó.

— Sí, y veo que te hace mucha gracia — hizo un mueca masajeándose las sienes — ¿Has venido a burlarte? No estoy de humor para ser tú payaso.

New se puso serio, y se pasó una mano por la nuca.

— No... En realidad, no sé porqué he venido — reconoció.

Tay desvió la mirada y se cruzó de brazos.

Aquella era una situación que no podía manejar.

Justo estaba lidiando con el dilema de tener que encontrarse el lunes con el castaño, y allí estaba New, en su puerta, una tarde de domingo.

Siniestro [OFFGUN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora