7. Una incómoda presentación.

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Después de ese perturbador episodio Belén regresó a la mansión con el corazón acelerado y el Jesús en la boca

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Después de ese perturbador episodio Belén regresó a la mansión con el corazón acelerado y el Jesús en la boca.

Eso había sido horrible.

Entró a la mansión y nuevamente quedó impresionada por el lujo y la opulencia que se reflejaban en la sala de estar.

Allí no había nadie y eso le permitió observar cada detalle, desde el piso de mármol más brillante que su futuro, pasando por la alfombra persa, los cuadros que mostraban hermosos paisajes y seguramente costaron grandes sumas de dinero, hasta los elegantes muebles y los finos adornos que probablemente ella no podría pagar ni aunque le vendiera su alma al diablo.

Lo más impresionante era el techo, tan alto que le recordó las más hermosas catedrales y basílicas cuya belleza arquitectónica siempre la habían cautivado, y también ese enorme candelabro tan elegante que colgaba del techo y que Lorena dejará caer sobre Maria en un futuro próximo.

Todo aquí era potencialmente un arma homicida contra Maria.

―Belén―Estaba tan absorta observando la araña de hierro que no escuchó el llamado ni los pasos del hombre que bajaba las escaleras.

Leonardo se acercó a su novia y fue completamente ignorado.

―Belén―Llamó de nuevo, esta vez consiguió captar su atención, cuando ella lo miró él vio la preocupación en sus ojos e imaginó que se debía a la inminente presentación de esa noche.

Buscando reconfortarla se inclinó y depositó un suave beso en sus labios, apenas fue un pico pero bastó para emocionarlo hasta la médula ante el pensamiento de que esa mujer llevaba a su hijo en el vientre.

―Pequeña, no te angusties, le hará daño al bebé―Belén estaba angustiada, pero pensando en cómo haría para salvar a Maria.

Quiso preguntar a cual bebé se refería, ella no recordaba a ninguno que apareciera en los primeros capítulos, pero no tuvo tiempo, porque un segundo después él estaba frente a ella robandole el aliento con un beso.

Belén descubrió que ese era un hombre apasionado, ella olvidó el bebé y también el lugar donde estaban parados mientras él la besaba.

Se encontró respondiendo con las mismas ansias, sus delicadas manos acariciaron los brazos de Leonardo y terminaron descansando en sus hombros.

Él se aferró a las caderas de Belén mientras mordisqueaba sus labios, saqueaba su boca y le arrancaba dulces gemidos que lo ponían cada vez más incómodo en sus pantalones.

Un estruendo los obligó a separarse.

Con los labios rojos y la respiración acelerada ambos voltearon hacia la puerta de la cocina para ver quien los interrumpió.

Doña Chayo, la madre de Belén y Rosita, la más joven de las empleadas los miraban desde allí, genuino asombro en sus miradas.

Tan genuino que el estruendo fue producido por la bandeja que una de ellas dejó caer, rompiendo dos platos de porcelana y un vaso de vidrio.

Transmigrar a una TELENOVELA MEXICANA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora