13. Convertir a Rosita en la Señora Talavera.

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Belén se consideraba una mujer precavida, rápidamente sopesó la pregunta de su prometido y pensó en varias opciones

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Belén se consideraba una mujer precavida, rápidamente sopesó la pregunta de su prometido y pensó en varias opciones.

¿Qué preparaste? Podría estar preguntando por su mudanza, por la boda, por la forma de tratar con su familia, incluso por el bebé fruto de su imaginación.

—Preparé muchas cosas—Más bien, muchas discusiones imaginarias mientras esperaba sentada a la villana—¿A qué te refieres?—Por obvias razones no podía comentarle a él sus planes de escupirle a Lorena en la cara.

—Al almuerzo que prometiste cocinar para mí cuando nos mudemos juntos—Contestó Leonardo algremente, y a Belén le cambió la cara, eso sería un problema, en raras ocasiones ella podía cocinar un plato decente, que tuviera buen sabor ya sería mucho pedir.

Ni modo, hora de ponerse mamona.

—¿Es en serio Leonardo Salinas Hernandez? ¿Me trajiste a esta casa para ser tu esposa o tu empleada?—Preguntó con todo el desprecio que pudo fingir.

—Pero te encanta cocinar amor, y a mí me encanta tu comida—Alegó un sorprendido Leonardo.

—Me encantaba, en el pasado, ahora no quiero volver a hacerlo en mi vida—Como no tenía ningún justificativo razonable se alejó para subir las escaleras y huir.

Leonardo estaba desorientado, pero entonces lo descubrió, esta era una de las señales que había visto desde hace días.

Probablemente el embarazo era el culpable de los cambios de humor que sufría Belén, pero decidió que lo mejor sería evitar mencionarlo.

Se apresuró a alcanzarla, cuando lo hizo la abrazó por la cintura y enterró la cabeza en su cuello mientras susurraba para apaciguarla.

—Pequeña, no te estreses, si no quieres cocinar no pasa nada—Belén sintió escalofríos mientras él repartía besos por su cuello y caricias por su cintura.

—Perdoname por reaccionar tan mal—Murmuró entre suspiros que sus besos le arrancaban.

Así los encontraron las empleadas que venían a servir la comida, esta vez ningún cubierto se quebró, pero aun así Leonardo se apartó rapidamente cuando vio a Doña Chayo.

Belén tardó en darse cuenta que lo hizo por tratarse de "su madre", a veces se le olvidaba.

—No se preocupen por mí, yo también fui joven y calenturienta—Dijo la señora sin pena, mientras se acercaba a la mesa para prepararla.

—Ni por mí—Secundó Rosita—Yo también soy.. quiero decir, yo no voy a decir nada, pero para asegurarlo quizás podrían darme un bono—Insinuó.

Belén se acercó para ayudarlas a poner la mesa, y Leonardo se preguntó si lo hacía de mala gana o porque quería ayudar ¿No había dicho que sería su esposa y no su empleada? ¿No quería cocinar pero ayudaba a poner la mesa sin problemas?

Transmigrar a una TELENOVELA MEXICANA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora