¿Haz visto una telenovela mexicana? Son hipnóticas. Romance, traiciones, conspiraciones, drama, asesinatos, villanos memorables y malas actuaciones, tienen de todo.
Es muy divertido verlas en la tele, te enganchas rápidamente, quieres que la villana...
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Un mes después de los hechos, tuvo lugar el juicio en contra de Lorena Salinas.
Esta vez, ella nada pudo hacer para evadir la justicia, al menos no lo hizo voluntariamente.
—¡Díganle que se vaya! ¡Es mi padre! ¡No deja de perseguirme!—Le gritó al tribunal que debía juzgarla.
Al parecer "los golpes" de Belén habían sido certeros, Lorena estaba completamente loca, como la había visto hacer en el baño le gritaba al aire, suplicaba que la ayuden, aseguraba que su padre la perseguía, no era consciente de haber matado a su madre, no reconocía a nadie.
Por eso la justicia tomó la decisión de internarla en un hospital psiquiatrico, donde seguiría un tratamiento, en caso de darse mejorías ella sería juzgada nuevamente y tendría que pagar por sus crímenes, pero en ese estado no podría ir a prisión.
Después de escuchar esto Leonardo y Belén observaron como varios policías se llevaron a Lorena y la sacaron de la sala mientras ella forcejeaba y gritaba.
El lugar se fue vaciando, los dos se sentaron a esperar un rato, la policía los escoltaría más tarde para evitar el hostigamiento de la prensa.
—Amor, no quiero volver a saber de Lorena, a menos que alguien piense en liberarla—Dijo Leonardo en un susurro a Belén.
—Yo tampoco—Coincidió ella.
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Con el tiempo todo se fue calmando, Roberto y Rosita establecieron su relación, Leonardo se fue recuperando del traumático episodio y nuevos empleados fueron contratados en reemplazo de aquellos que habían renunciado.
Pero dos mujeres no tenían paz.
Mientras Lorena pasaba sus días prisionera en un hospital psiquiátrico, Belén sufría en su propia prisión.
No podía con la culpa, el peso de la mentira y el engaño la asfixiaban, ahora que no tenía excusas válidas para hacerlo no quería seguir mintiendole a Leonardo.
Él merecía saber la verdad, si no lo hacía pasaría toda la vida llorando a un hijo fruto de su imaginación.
Eso fue lo que la llevó a ese momento, en el despacho de Leonardo, donde lo había besado por primera vez.
