Mis manos tiemblan.
Mi cuerpo se estremece
Mis piernas se entumecen.
Mi cabeza duele.
Mi garganta se desgarra, quiero sacarme el dolor a gritos, es imposible.
Ver la escena frente a mí me provoca arcadas, pero aun así me contengo, el esta sobre el frio piso, sangre a su alrededor, las luces de la policía alumbrando el lugar, pero el fuego sobresale por encima de todo.
La casa se quema, nuestra casa, nuestra vida juntos se desmorona frente a mis ojos.
—Señorita, acompáñenos—escucho aquella voz lejana pero no me muevo de mi lugar, intento una y otra vez mover a Nicolay, pero por más que grite, que solloce y que ruegue el no abrirá sus ojos, nunca más, está muerto.
Alguien me sujeta desde atrás, me intento zafar de aquel agarre, no pueden separarnos, él es todo para mí.
Me falta el aire, mis pulmones arden por el esfuerzo y me duele respirar.
------- Años después---------
Me miro una última vez frente al espejo, el vestido ciñe mi figura, la seguridad en mi mirada me hace sonreír.
Siento algunas miradas sobre mí, aun así, ninguno se atreve a dirigirme la palabra.
Tres hombres interrumpen mi camino, me tenso al ver sus rostros.
—Señorita, ¿nos haría el placer de acompañarnos? — pregunta el calvo, algo tenso.
Los analizo con cuidado y asiento delicadamente, sonrió falsamente siguiendo a el que tiene bigotes, los otros dos me escoltan.
Esto será más fácil de mí que me imagine, llegamos a una habitación donde supongo es la oficina de uno de ellos, el que tiene más barriga se sienta en la silla prominente detrás del escritorio y los otros dos a su lado, con delicadeza tomo asiento frente ellos.
Cruzo mis piernas dejando para sus miradas algo de carne.
El calvo traga grueso y oculto mi sonrisa satisfecha.
—Entonces caballeros, ya deben saber para que estoy aquí, así que por favor dejemos de lado las presentaciones — mi voz es bastante suave y delicada, la mayoría de las veces dejando a mis presas sumamente encantados o excitados.
—No puedes asesinarnos niña, pero te tenemos un trato —el que está sentado en el medio es el líder, me inclino sobre la mesa invitándolo a que continúe con su propuesta.
El calvo se remueve incómodo al verme, se acomoda los pantalones y rio por lo bajo.
— Nuestros hijos a cambio de nuestras vidas —expresa y me es imposible contener una carcajada, sale de mis labios llamando la atención de los tres hombres quienes se miran entre ellos.
—¿Por qué quisiese tres muchachos para mí? — pregunto luego de unos segundos con una sonrisa, saben que solo es cuestión de tiempo para que los asesine.
—¿Satisfacción? — suelta el de bigotes, arqueo la ceja.
—Los podrás asesinar — suelta ahora que calvo quitándole importancia.
—Serán tuyos — ahora el del medio.
Qué propuesta más ridícula.
Me pongo de pie, los dos parados colocan sus manos en las armas que tienen en sus espaldas y el barrigón me mira asustado.
—Lamentablemente no puedo aceptarlo — hablo haciendo un puchero de tristeza, pero lo borro con una sonrisa cínica.
— Ahora si me disculpan terminaré con mi trabajo — es lo último que digo antes de que la luz se corte y escuche como quitan los seguros de sus armas.
Ni siquiera me escuchan cuando me coloco tras de uno de ellos, el calvo.
Le corto la garganta con rapidez, intento evitar que caiga al suelo y los alarme, aun así, clavo mi navaja en su cuerpo unas cuantas veces.
— ¿¡Donde estas maldita perra !?—grita uno de ellos.
Ahora voy al señor de bigotes, también corto su cuello y antes de que caiga no puedo evitar cortar su largo bigote.
Suelto una carcajada, ya quiero que regrese la luz y ver eso.
El cañón frío de un arma provoca que mi risa cese, lo tengo justo en la frente.
-—Te tengo — grita eufórico, pongo los ojos en blanco y con un rápido movimiento le quito su arma de sus manos.
—Realmente no tengo muchas ganas de jugar así que si me permites terminaré esto de una vez por todas —digo algo fastidiada, no permito que diga nada puesto que aprieto el gatillo, el cae al piso, muerto.
La luz regresa y veo al señor bigotes, sin bigotes, al calvo con mi navaja clavada en sus genitales y al barrigón con una bala en la cabeza.
Limpio mis manos con un pañuelo y salgo de la oficina con una sonrisa, antes de salir al salón principal voy al baño y limpio los restos de sangre.
Como siempre las miradas caen sobre mí, les sonrió y salgo de allí sin prisa a pesar de que escucho gritos de alarma y veo guardias corriendo hacia aquella habitación.
Mi cuerpo impacta con otro de frente y me tenso al sentir unas manos rodear mi cintura.
— Disculpa —su voz grave me estremece, nos miramos unos segundos y yo me alejo.
Bonitos ojos.
—No te preocupes.
Son las únicas palabras que compartimos, veo tras de él a dos hombres más, se me hacen levemente conocidos aun así los ignoro y sigo mi camino al igual que ellos.
Los hijos de esos bastardos me lo agradecerán más tarde.
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—He llegado —anunció en cuanto paso por el marco de mi hogar, escucho pasos apresurados y sonrió.
—¡Mami! — grita la pequeña Seren.
sonrió con cariño mientras la recibo entre mis brazos.
—Hola amor, ¿estas listas para tus vacaciones con la tía Emma? — pregunto al verla llena de emoción, ama a su tía.
—Sipirili — responde mientras asiente, dejo un beso sobre su mejilla y la bajo, ambas caminamos a mi habitación, me había cambiado en el camino, pero aun así necesito una ducha, es un viaje de cinco horas sin parar.
—Solo tomare una ducha, ¿cariño, puedes decirle a Olga que nos prepare algo de comer para llevar? — pregunto, ella asiente y sale corriendo hacia la cocina.
Luego de aquella refrescante y reparadora ducha me coloco mi ropa, la más cómoda que tengo para viajar, ya lista bajo la maleta de mi hija para encontrarnos en la cocina donde Olga ya está guardando las cosas.
—Gracias— le sonrió, le tengo mucho afecto, hace tres años comenzó a trabajar para mí y se ha vuelto casi como una madre y una abuela con mi hija.
—Bueno pequeñas, deben salir ya, Seren preciosa nos veremos en un mes pórtate bien con tu tía.
Ella asiente frenéticamente mientras le da un corto abrazo con sus pequeños brazos.
—Regreso en un par de horas y recuerda que tú también tienes vacaciones, deje sobre la mesa del comedor tu boleto de avión, es hora de que conozcas a tus nietos —le digo la pequeña sorpresa, sus ojos se humedecen y me abraza con fuerza.
—-Muchas gracias.
Luego de aquella despedida subimos al auto y lo pongo en marcha.
Este mes la ciudad se pintará de rojo.
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Oxígeno.
RomanceOxígeno. Algo que necesitamos para vivir, nuestros pulmones se llenan de él y gracias a aquello nuestro sistema funciona. Ellos para mi fueron Oxígeno. Me mantuvieron con vida cuando sentía que me ahogaba. Me sostuvieron cuando mis pulmones colapsab...