Mi mano esta vendada, tengo una fea marca en el cuello y mi labio palpita un poco, pero dentro de todo me siento bien.
Estoy recostada sobre el sofá mirando una película que llamo un poco mi atención en Netflix, los hermanos salieron, pero dejaron doble seguridad según ellos para que no se repita lo que paso hace unos días, y yo creo que también se aseguran de que así no escape, aunque en este momento me algo de pereza intentar huir.
Algún día me iré estoy segura, pero por el momento me siento cómoda aquí, robo comida, tengo la vista de tres hombres guapos, llenos de tatuajes y músculos, parecen que me quieren cuidar y soy la consentida de la casa.
Al menos un rato disfrutare esto antes de irme.
Como mis palomitas de maíz mientras una tormenta cae sobre la ciudad con fuerza, me relajo cubriéndome con una sábana, la luz se corta por un relámpago que cae cerca, quedo en completa oscuridad y silencio, me trae recuerdos de lo que paso hace días, pero intento relajarme, hay mas seguridad, me repito una y otra vez.
Pasan apenas diez minutos cuando la puerta de emergencia es abierta de un solo tirón y en las sombras aparece Niels con la linterna de su celular encendida y el está completamente empapado de pies a cabeza.
—¿Qué sucedió?
Me siento en el sofá con rapidez, su mirada cae en mi y suelta un suspiro de alivio.
—Pensé lo peor, Jesús, voy a morir por todo lo que corrí— se queja entrando por completo a su casa.
—¿Corriste hasta aquí entre la tormenta para ver si no había escapado? —pregunto algo molesta, pero el niega, frunzo el ceño.
—Viene porque no quería que estuvieras sola cuando la luz se fue, no quería que te sucediera nada y estas segura a mi lado, entonces tenía que venir a protegerte, aunque se que puedes cuidarte sola, necesitaba asegurarme que estarías bien, no sabes lo preocupado que estaba.
Y muero de ternura.
No puedo evitar ocultar mi sonrisa, y siento como las mariposas se agrupan en mi estómago, mierda.
—Ve a secarte, encenderé algunas velas.
Asiente y se dirige a su habitación.
Busco en la cocina las velas que no se para que las tienen, aunque deduzco que Odín disfruta mucho de su uso, con la cera y todo eso.
Aprieto mis piernas un poco al recordar nuestro beso.
Las pongo en lugares donde no hay nada inflamable y donde nos alumbre.
Me siento en la mesa a esperar a Niels, juego como una niña pequeña con la llama de la vela, siempre me ha atraído el fuego, supongo que por eso lo uso en todos mis asesinatos al final, o a veces desde el inicio.
Extraño mi trabajo.
Apenas se va a cumplir un mes desde que estoy aquí, mi hermana protege a Seren mientras que yo disfruto de tres hombres dispuestos a dar su vida por mí, o eso parece.
—Hola muñeca. — Niels me abraza por detrás susurrando sus palabras en mi oído.
Me dejo abrazar, e incluso subo mis manos a sus brazos acercándolo más a mí, aunque sus manos están frías siento todo su cuerpo a mis espaldas dándome calor, nos quedamos así un rato y su olor se me hace familiar, como si ya lo hubiese olido muchas veces antes.
Se sienta frente a mi y sujeta mis manos entre las suyas mirándome con anhelo y cariño.
—¿Te gusta los días lluviosos? — pregunto sintiéndome tímida, él sonríe.
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Oxígeno.
RomanceOxígeno. Algo que necesitamos para vivir, nuestros pulmones se llenan de él y gracias a aquello nuestro sistema funciona. Ellos para mi fueron Oxígeno. Me mantuvieron con vida cuando sentía que me ahogaba. Me sostuvieron cuando mis pulmones colapsab...