Capítulo 12.

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Andrés Mansilla.

¿Qué es el amor? ¿Qué este impuso de hacer un mundo mejor para tu amada? ¿Por qué con tan solo sentir el cuerpo de la otra persona ya se conectan eternamente? ¿Qué es este sentimiento constante de que tus ojos la vean?

Estas palabras no tenían una respuesta hasta que la conocí. Ahí supe que la conexión de Almas gemelas es más fuerte que cualquier cosa en el universo, no hay nada que lo rompa. Se puede tardar en encontrarla, llegar a verla de pequeño o que no sea de este mundo, pero está. Solo el destino o la Diosa Luna los unirá y será un amor inmarcesible; es el amor que nunca se marchita, el que tiene perpetuidad, el que sobrepasa barreras.

Puedo decir que no me sentía tan desesperado porque apareciera, sabía que llegaría ese momento, pero mantuve la calma y la fe. Mi lobo estuvo de acuerdo, aunque a veces en luna llena se ponía melancólico porque temía creer que moriría sin verla, aun así jamás perdimos las esperanzas.

En el momento que llego. Fue algo tan inefable, mágico. Mi madre decía que lo que tarda en llegar, cuando llega, es un fuego y calma al corazón. Hablar con ella me tranquilizaba, tiene su método de hacerme sentir con tanta energía, con ilusión. Ella fue mi salvavidas, pero Alison fue mi rescatista. En nuestras conversaciones me contaba una y otra vez como mi padre y ella se conocieron.

La historia de Helena y Kiran; Mi madre se negaba a transformarse en su loba, reprimía esos impulsos, el motivo fue porque mi abuelo falleció a causa de un Rogues y de alguna manera ella revivía ese recuerdo. Mi padre, por otro lado, era un Alfa muy deseado y con una energía muy atrayente, o eso es lo que dice Helena. Empezaron siendo amigos, pero no sabían que eran Almas gemelas porque mi mamá de algún modo guardaba su esencia, sin embargo, Kiran sentía algo muy fuerte tirando cuando estaban cerca. Él se volvía posesivo y muy territorial, eso llamaba la atención. De a poco se enamoraron, él la ayudo a superar el recuerdo y transformarse, nos tuvieron a nosotros y después se marcharon a conocer el mundo, luego de que nos cediera el cargo de Alfas.

Cuando la oía, anhelaba tener una historia así. Tan única. Nos visitan a menudo y siguen contándonos que lugares exploraron. Muy pronto estarán viniendo para conocer a Alison.

Temía que eso no sucediera, después de habernos enterado de que tenía cáncer, unas jodidas células malignas nos las quería quitar. Eso sin duda íbamos a impedir. Esto nos unió más a mis hermanos y a mí, siempre creíamos que tendríamos a Alison juntos. Volviendo a lo anterior, empezamos a buscar información acerca de como podrías a ayudarla a sanar o alargar los años para que encontremos una cura, preparaba batidos con nutrientes para que deje de vomitar y contribuya a darle fuerzas a sus huesos. Nos volvimos ansiosos, desesperados y no queríamos bajar los brazos, Federico intentaba ponerse en contacto con Agatha, pero no aparecía. Supe que ella sabía algo más que nosotros y no entendía que, no era de desaparecer así como si nada.

Hasta que Maiden dejándose llevar por el miedo de perderla, la mordió. Todos la vimos como una posibilidad, pero a la vez no estábamos seguros si alteraba su enfermedad o la curaba, era una decisión muy difícil de tomar. Juro que en ese preciso momento mi corazón dejo de latir por un segundo y tenía ganas de ahorcarlo por ser tan impulsivo e impaciente. No niego que si no encontrábamos una solución, uno de nosotros descartando a Maiden lo iba a hacer, solo era cuestión de tiempo. Mi hermano al ser el lobo más joven tiene ciertas rebeldías, mínimamente es indomable. Está aprendiendo a luchar contra poder, demostrarle quién manda.

A continuación, percibí su aflicción cuando Alison cerro los ojos y su corazón dejo de latir rítmicamente. Fue el peor susto de mi vida. Todos nos habíamos congelado, Maiden no dejaba de soltar leves lloriqueos, quise abrazarlo, pero no podía apartar mis ojos de la cama donde mi mujer se encontraba pálida. Pasaron unos segundos y los gritos de todos se oían desde afuera, haciendo que mi hermana llegue corriendo asustada, la manada completa nos oyó, estaban preocupados por su Luna. Analía nos golpeó a cada uno, haciéndonos reaccionar de que pelear en este momento no la traerá de vuelta y todo cambio cuando apareció Agatha utilizando su magia. Lo recuerdo como ayer, se colocó frente a Alison, escuchando nuestras súplicas de que la trajera, solo nos dijo que no era su momento, que nos tranquilicemos, acaricio su mejilla y se marchó como se había manifestado.

Nos quedamos en silencio, hasta que escuchamos el bombeo de un corazón más en la habitación, casi no se podía percibir, pero ahí estaba. Nuestra mujer estaba volviendo a nosotros.

Nuestra lobita.

Suelto un suspiro al dejarme caer en la cama. Hoy entrene durísimo. Mis ojos están a punto de cerrarse por el cansancio cuando oigo la puerta de mi habitación abrirse, sonrió cuando se posiciona en mi regazo.

—No estuviste en todo el día.

—¿Me extrañaste? — acaricio sus muslos. Alza su barbilla y toda mi atención se la lleva sus apetitosos labios, carnosos, rosados y húmedos, su nariz perfilada y bonita, sus ojos son tan claros, un violeta tan atrayente.

—Ya quisieras.

—Yo sé que si, no lo niegas.

Rueda los ojos embozando una sonrisa.

—¿Qué hiciste en mi ausencia? — le pregunto. Siempre es la misma rutina, yo llego y ella aparece detrás para hablar un rato y después de cansar, o lo que surja.

—Di una vuelta por el bosque con Nicolás, fui a una inauguración con Federico de una señora mayor, está emprendiendo un puesto de mermeladas deliciosas, compramos varias. Y acá estoy.

—Veo que te mantuviste entretenida. ¿Estás cansada?

—Un poco. Aún no me adapto a transformarme, se siente raro y pacífico a la vez.

—Lo entiendo. Con el tiempo te vas a acostumbrar cariño. Así que... ¿Una siesta?

—Creí que no lo dirías.

Suelto una carcajada. En la misma posición que se encuentra me abraza acurrucando su rostro en mi cuello y libera un suspiro de alivio. Acaricio su espalda oyendo como su respiración se hace cada vez más lenta.

—Te extrañé — murmura somnolienta. La aprieto más a mí.

—Y yo a ti, mi lobita.

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