A Través De La Acuarela (Fanfic)

|3|

Un placer, Apolo.

Debo admitirlo, no sé dónde esté lo hermana ahora. Literalmente.

Sé que fue con Dani a alguna cafetería que hay por acá cerca, pero como soy su hermana, estoy segura de que no hará eso.

Probablemente esté acosando al imbécil, perdón, a Ares. La verdad no me interesa en lo más mínimo, lo único que quiero hacer es terminar la dichosa pintura.

Y que mejor para que te llegue la inspiración, que escuchar una canción de Ariana Grande en el proceso.

En mi habitación resuena la canción Dangerous Woman mientras que yo la canto animadamente.

Ahora que lo recuerdo, nunca mencioné de que era mi pintura, ni para quien era, ¿Cierto?

La pintura es de un fondo color salmón que mientras más baja se vuelve rosado y después fucsia. En el centro va una niña con un árbol de color negro, ambos. Y para finalizar le pondré algunas estrellitas de color blanco, para darle un toque un poco más risueño.

La pintura es para una vecina, que vive en la calle de atrás, precisamente al lado derecho de la famosa Casa Hidalgo.

No sé cuántas horas duré corrigiendo pequeños detalles de la pintura, pero se que lo termine, y en la parte de abajo estaba escrito con un plumón blanco Alex Mendoza.

Dejo que repose por unos minutos y agarro mi teléfono, le escribo a la señora diciéndole que la pintura está lista, y ella me responde que por favor se la lleve, y yo acepto.

Me pongo unos shorts porqué sí, como siempre ando en ropa interior, y me gusta ¿Vale?

Arriba me pongo una camiseta blanca, que me cubre hasta el inicio de la clavícula. También me pongo unas converse negras, que hacen juego con el short del mismo color.

Suelto mi cabello el cual estaba en una coleta. Dejo que el cabello me llegue hasta la mitad del pecho, y me veo al espejo.

Acomodó un poco mi lacio cabello y me quito mis lentes. Tomo el cuadro y las llaves de mi casa.

Bajo las escaleras a paso rápido, mamá debe llegar en algunos minutos del hospital. Salgo de la casa y veo que está anocheciendo, el cielo tiene unos toques amarillentos, naranjas y rojos, las nubes le dan ese toque encantador.

No desaprovecho la oportunidad, de inmediatamente saco mi celular del bolsillo trasero de mi pantalón, para así tomarle una foto al hermoso paisaje que mis ojos tuvieron suerte de presenciar.

Guardo de nuevo mi celular en mi bolsillo trasero y empiezo a caminar por la acera, para cruzar la esquina e ir a dónde la señora.

Y eso hago, cruzó la esquina y camino por la acera, llegó frente a la puerta y la mujer abre la puerta, su cabello es rubio y sus ojos son castaños, y tiene rasgos asiáticos.

—Oh, pensé que tardarías más —dijo ajustando sus lentes.

—Pues no, aquí está su pintura, tal y como me la pidió —se la entrego y está la ve con una sonrisa en su rostro.

—Es hermosa, gracias —agradece—. Ten.

Extiendo la mano hacía ella y tomo el dinero que me da. Al abrir mi palma veo que son 50 dólares, y sonrió.

Me despido de la mujer y está cierra la puerta, decido irme por el lado contrario al que vine, para así poder llegar más rápido. ¿Cómo no se me ocurrió en un principio?

Cuando emprendo mi camino, veo que se abren las rejas de la casa Hidalgo, y de ahí sale el chico castaño de ojos miel que ví ayer.

No me tomo mucho en verlo, porque veo la acera, más específicamente mis zapatos, porque son lindos, además, no quiero que crea que lo estoy siguiendo.