A Través De La Acuarela (Fanfic)

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Salvando el día.

Alex Mendoza

¿En dónde había quedado? Ah, si. Salvar a Apolo de mis primas.

No las odio, simplemente son un poco —bastante— molestas, son ese tipo de personas que no saben aceptar un “No” como respuesta, esa es la razón principal por la cual no me gusta convivir mucho con ellas.

Y créanme, les digo esto con base. Muchas veces he hecho cosas que ponen en riesgo mi dignidad por ellas, muchas veces.

Un claro ejemplo es cuando me alentaron para coquetear con un chico que atendía en una tienda de ropa, ese chico tenía diecisiete y yo —en ese entonces— tenía tan solo catorce.

Eso ya deja mucho que desear. Por eso mismo les digo con base que sé que no lo dejarán en paz hasta que responda de alguna manera positiva a su coquetería.

Me levanto de mi silla, y me dirigí a una mesa que había cerca, tomé dos bandejas con algunos bocadillos y me acerque a ellos.

—¡Hola! ¿Quieren? —les ofrecí algunas galletas cuando estuve cerca.

Ellas me dieron una mala mirada por haber interrumpido su conversación, sin embargo tomaron algunas y escuché que susurraron un “Gracias” pero muy bajito, incluso dude si había sido mi imaginación. Pero esto no termina aquí, no, no, no, no.

Moví un poco la bandeja, como si eso fuera mucho peso para mí, o fueran muchas cosas que llevar.

—Lo siento, es que no tengo quien me ayude, Raquel está hablando por allá, y mamá está adentro, disculpen. —fingí estar apenada.

—Si quieres te ayudo —sonrió Apolo.

Cayó en la trampa.

—No es necesario, estoy segura de que si puedo —esas fueron las palabras que salieron de mi boca, pero por la forma en la que lo veo debe decir algo así como: Te atreves a rechazar y hasta aquí llega nuestra amistad.

—Tranquila, insisto.

—¿Seguro? —dudé para que no fueran tan obvio que lo decía aproposito.

—Si, vamos.

Me quito una de las bandejas y empezó a caminar. Ignore de forma olímpica las malas miradas que me tiran mis primas. Seguramente no están nada contentas con lo que acabo de hacer, si pudieran ya me hubieran clavado un cuchillo en la espalda, por suerte eso no es posible.

No evitó la pequeña sonrisa que se forma en mis labios.

—De nada —murmuro una vez que estamos lo suficientemente lejos de ellas.

—¿Eh? —pregunta inocente.

Ay, ay, ay.

—Estabas incómodo, te saque de esa situación, no hay de qué.

Ni siquiera veo su cara, solo me acerco a Raquel, Ares y Joshua. Les dejo algunos bocadillos y me doy la vuelta, para entrar a mi casa.

Esperaba que Apolo dejará pasar el tema. Claramente me equivoqué.