Capítulo 1: Logan

710 121 14
                                    

«Maldito.» Esa es la palabra que he escuchado desde el primer momento en que abrí los ojos en el hospital y mi madre nos daba a luz a mí y a mi hermano. Puede que suene ridículo, pero aun logro recordar cada detalle de ese día, incluso el más pequeño. Aunque claro, ni Reyes ni yo hemos sido nunca lo que se dice normales. Recuerdo que la noche en que nací había una fuerte tormenta que solo se iba intensificando con cada nuevo llanto que salía de mis labios, sin embargo, mi gemelo no lloraba, solo miraba con ojos abiertos a su alrededor intentando comprender a mayor profundidad el nuevo lugar en el que estábamos. Los truenos y relámpagos no dejaban de caer y, si bien eso debería de ser un acto natural de la naturaleza, casi al instante me percaté que no se trataba de simple casualidad.
Se supone que una madre que recibe a sus hijos por primera vez esté llena de anhelo y emociones, quizás un poco de curiosidad también, no obstante, por mucho que intento buscar la imagen en mi cabeza siempre logro ver a mi madre decepcionada y llena de horror al tenernos en sus brazos. Prácticamente le rogó al médico para que nos alejase.

El paso de los años no ayudo a ese sentimiento hacia mi gemelo y hacia mí. Cada cosa que hacíamos era mal vista, si es que acaso nos veían, es muy difícil estar seguro de ello cuando una madre pasaba la mayor parte del tiempo drogada para no tener que cuidar a sus hijos de cinco años porque les tenía temor, eso por no mencionar un padre que, prácticamente, huyó de casa porque tampoco era capaz de encararlos. ¿En serio? ¿Qué ser paterno les dice a sus hijos que los monstruos bajo la cama no vendrán dado que las verdaderas bestias de pesadillas son ellos? Aunque… Supongo que cualquier padre común se asustaría de que sus hijos se metiesen en sus mentes y supieran cada uno de sus secretos incluso si no querían, imagino que sería terrible que cuando un hijo se altere o se enoje ocurran cosas malas a los alrededores: Tormentas, accidentes, derrumbes…muerte.

Fue por todo ello que mamá no pudo más y a los seis años Reyes y yo comenzamos a viajar de un orfanato a otro, el sistema no es el mejor lugar para la crianza de niños y, por algún motivo, siempre dábamos demasiado miedo como para ser adoptados; las escuelas especiales en la adolescencia fueron el siguiente nivel de horror, cada uno de nosotros adopto una postura distinta ante el rechazo: Yo, a veces queriendo pasar inadvertido a veces buscando problemas con comentarios sagaces; Reyes fue aún más antisocial, irradiaba peligro en la mirada y no le importaba causar daño, me atrevo a decir que incluso le gustaba; mientras yo detestaba nuestras raras habilidades, él las disfrutaba como si no hubiese un mañana.

Nos rechazábamos el uno al otro, pero a la vez nos complementábamos; mi hermano me insultaba y detestaba, sin embargo, ante terceras personas, siempre salía a protegerme. Yo fui más de una noche a sacarlo de prisión, me gustaba pensar que soy un símbolo de la poca humanidad que habita en Reyes. Poco a poco iniciamos a investigar sobre nuestras verdaderas habilidades «¡Joder! Cuanto me arrepiento de ello.»

Escapamos de los orfanatos y un nuevo mundo de criaturas se abrió para nosotros; ya no éramos los monstruos, no estábamos solos, todas las historias de terror eran ciertas: Vampiros, Cambiaformas, Hombres Lobos…, sin embargo, continuábamos siendo humanos, no encajábamos con ellos.

«No somos lo suficientemente naturales para encajar en el mundo humano, pero tampoco lo suficientemente poderosos para encajar con los sobrenaturales.»

Fue entonces cuando él llegó. Su nombre era Zack, por lo que nos contaba era un hombre lobo, pero había mucho más en él, según sus propias palabras buscaba la raza ideal en que todos encajaran. Era alto, bronceado y de pelo castaño, por primera vez en nuestras vidas teníamos una figura paterna que nos mimaba y nos hacía reír y nosotros, como dos corderitos que veneran a su pastor antes de que este los mate para un sacrifico caímos en sus encantos.

Poco a poco, Zack comenzó a contarnos más y más de sus deseos de que formásemos parte de su raza perfecta, nos ofrecía poder, aceptación, igualdad y algo que nosotros nunca habíamos tenido: Una familia…No hizo falta mucho esfuerzo para que aceptáramos… ¡Y me arrepiento tanto! Bebimos varias mezclas de sangre, según nos dijeron de diferentes criaturas, y ahí todo cambio. Nos crecieron colmillos y garras, nuestras habilidades de nacimiento se intensificaron y nuestros ojos…Es curioso, recuerdo muchas cosas de mi vida, pero no recuerdo de qué color eran mis ojos y los de mi hermano antes del cambio…Solo sé que ahora son rojos, rojo sangre.

«¡Sangre!» Mi cuerpo inició a exigir esa palabra, su sensación en mi boca, no obstante, tanto me negué a recibirla que caí debilitado mientras que Reyes día a día se volvía una persona más fuerte y el aprendiz de Zack, quien no dejaba de matar para obtener cierto beneficio propio. Yo fui tomado de conejillo de indias, probaron en mi pequeño cuerpo miles de venenos y sus antídotos. Recibí miles de torturas y tratamientos, todo con tal de ver que debilitaría o que fortalecería a esta nueva especie conocida como híbridos. Me encerraron en un hospital abandonado y no volví a ver a Reyes por mucho tiempo…él estaba destinado a la grandeza…yo fui el arrastre que hubo que tener para obtenerlo a él.

Pensé que me pudriría solo en ese viajo hospital, pensé que seguirían experimentando con mi cuerpo. Sin embargo, hubo un nuevo prisionero, un vampiro… ¡No! Era más…era un alfa vampiro. Las mezclas de sangre en mis venas le reconocieron en seguida y se encogieron ante su poder, no obstante, estaba demasiado drogado para ser un peligro. Zack me ordenó vigilarlo, quizás la idea es que el vampiro despertara y me matara, pero no puedo estar seguro.

Vigilé a Zack y luego de escuchar su conversación con otros híbridos comprendí quien era ese hombre que tenían encerrado: Su nombre era Tobías y era la pareja de la persona que más ha amado Zack en su vida y que le había rechazado. Zack lo odiaba, utilizaría al vampiro de cebo y luego los mataría a todos, iniciaría una guerra…y yo no podía permitirlo.

Ayudé a Tobías a comunicarse con su gente…un tal Marcos, no fue difícil contactar con él gracias a algunas de mis habilidades…además, gané algo importante. Gané la palabra de Tobías en que él me protegería y a pesar de que Zack me dijo lo mismo y me engañó yo quería confiar en este nuevo aliado.
Esa noche Zack murió, sin embargo, lo que nadie sabía es que ya estaban preparando a mi hermano para que ocupase su lugar de líder. Quise huir, pero los híbridos volvieron a encontrarme, me encerraron y fui torturado por Erick, uno de los segundos al mando. Sus ojos rojos me repugnaban, sobre todo porque se parecían a los míos.

Pase días o meses envenenado y sedado como un animal. Me encerraron en jaulas en Los Ángeles para que nadie me encontrara. Fue ahí cuando conocí a Dereck, y al saber que venía de partes de Tobías quise llorar al saber que el vampiro no me había olvidado. Ambos logramos huir con la ayuda de Michael, un hombre lobo del mismo pueblo que Dereck y que, a simple vista, se notaba la gran tensión sexual entre ellos. Descansamos en un hotel de carretera a nuestro regreso. El cambiaformas y yo estábamos herido.

Pasamos un tiempo ahí hasta que Tobías se encontró con nosotros, su abrazo fraternal casi me hace llorar, quería pensar que en verdad todo había llegado a su fin, sin embargo, sabía que no era así…Fue entonces cuando le sentí, Tobías no había ido solo, había otra persona en la habitación, otro vampiro.

Vestía ropa formal y el cabello bien cortado como si fuese un hombre de negocios, sus ojos eran de un verde hermoso y profundo y…Me miraban con tanto odio…Cuando le enviaron a cuidarme a solas su ceño se frunció más y, por primera vez en mucho tiempo, quise sonreír…

Pasiones Eternas [#3 Pasiones-BL] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora