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El día lunes llegó, pero no dormí nada esa noche. Ya me había tomado un café y estaba en el segundo de la mañana, pero me aseguré de que el café de Aaron estuviese en su escritorio antes que reclamara. Sin decirle nada le pasé el itinerario del día y me senté en el sillón para concentrarme en lo que había que hacer por el resto del día.

—Te ves fatal.

—No molestes —dije agotada. 

—¿Tuviste una noche agitada? —escuché.

—Ahá. ¿Practicaste la escena de hoy con Johana?

—No tuve tiempo. —Cuando estaba a punto de regañarlo habló de nuevo—. Quedé muy cansado después que me fui con tu amiga.

Por supuesto.

No quise decir nada, me concentré en la carpeta que tenía en mis manos, pero imágenes inventadas de Aaron y Kristen se entrometieron en mi cabeza; Aaron desnudándola lentamente, introduciendo sus dedos en ella para hacerla acabar por primera vez y después bajar por su cuerpo, Kristen agarrando sus cabellos mientras le hacía lo que me hizo mí solo como una entrada a lo que se venía. Ambos en su cama de hotel, con él acariciando toda su piel, besando todo cuerpo, subiendo encima de ella para luego penetrarla sin misericordia, moviéndose como lo hacía en la pista de baile. Haciéndola gemir su nombre, haciéndola acabar una y otra vez, y él disfrutando cada momento hasta acabar en una explosión de lujuria pura.

—¿Me escuchaste? —su voz espantó su cuerpo desnudo.

—¿Qué? —pregunté saliendo completamente de ese estúpido escenario.

—¿Cómo está el Señor Hermosura? —bromeó imitando su voz, pero no lo logró, en cambio sonó extremadamente sexy.

—Ah, bien, bien. Quedamos en juntarnos uno de estos días.

Asintió, pero noté que no le importó lo que acababa de decir y ahora fue él el que se adentró en la carpeta mientras yo lo miraba, y por alguna razón quise hacerle un montón de preguntas, pero no sabía si quería escuchar las respuestas.

¿Qué hicieron cuándo llegaron a tu habitación?

¿Le hiciste exactamente lo que me hiciste a mí?

¿Qué más hiciste con ella?

¿Cuántas veces la hiciste acabar?

¿Dijo tu nombre cuando lo hizo?

¿Te gustó acostarte con ella?

Carolina, basta.

Una llamada me asustó mientras preparaba las cosas antes de entrar al remolque después del almuerzo y empezar la jornada de la tarde.

—Kristen, casi me das un infarto —dije al contestar.

—Necesito un consejo de alguien que ha trabajado con actrices.

—Te escucho.

—¿Qué es lo que se pone una estrella de cine para una ocasión especial?

—Depende la ocasión.

—Una cita.

—¿Irás a una?

—A una importante, necesito verme como sacada de una pasarela, y tú eres la única que puede ayudarme.

Pensé por un momento, me sabía su closet de memoria.

—El vestido verde oscuro y escotado, el pequeño collar que te regaló Maggs, la pulsera del mismo color y los zapatos de punta que usaste para el matrimonio de tu madre —le di la orden mientras caminaba con el celular pegado a la oreja—. No te pongas mucho maquillaje, uno natural se verá bien con el atuendo, solo hazte un delineado simple.

—Eres una Diosa —dijo aliviada.

—¿Con quién irás a esta cita tan especial?

—Con Aaron.

Paré en seco y casi me atraganto con mi saliva.

—¿Con Aaron? —pregunté pensando que había escuchado mal.

—¡Sí! ¿Puedes créelo? Me envió un mensaje para invitarme a una.

—Pero Aaron no va a citas. —Aún no me lo creía por completo.

—Supongo que me considera especial. Debo agradecerte, amiga, realmente eres una fantástica wingwoman, si no fuera por ti no vería de nuevo a ese bombón.

—Me alegro, Kristen, espero que lo pasen de maravilla —le dije de corazón.

Pero no se sintió así.

Cuando nos encontramos en su remolque hice todo lo posible para no sacar la cita a colación, no era de mi incumbencia, aunque técnicamente lo había obligado a hacerlo.

—¿Invitaste a Kristen a una cita?

Muy bien, Carolina.

Buena manera de mantener tu boca cerrada.

Así es —dijo como si no fuera la gran cosa, sin mirarme, ya estaba acostumbrada a eso, pero agradecí que no lo hiciera en ese momento.

—Pero dijiste que no ibas a citas.

—Ahora lo hago.

—¿Qué te hizo cambiar de parecer?

—Su flexibilidad.

Esas imágenes saltaron de nuevo, pero moví mi cabeza para espantarlas.

—Bueno. Me alegro por ti, Kristen en una mujer fantástica.

—Lo sé.

Me comenzó a hervir la sangre y no sabía por qué.

—Se merece un buen hombre —seguí.

—Ahá.

—No se merece estar con alguien que solo la utilice para sus juegos.

—¿Y piensas que yo lo haré? —Me miró al fin.

—No lo sé, Aaron, no has demostrado más que ser un experto en jugar con las mujeres.

Incluyéndome.

—La gente cambia cuando conoce a la persona indicada.

Por su puesto.

Kristen era esa persona indicada.

—Solo no le hagas daño, ¿quieres?

—Ahá.

Y siguió con lo suyo.

Y yo me paré y lo dejé solo.

Mi cabeza se nubló por lo que restó del día. Y sin pensarlo tomé mi celular y marqué un número que nunca pensé marcar de nuevo. Al menos no para lo que tenía pensado hacer, y ya estaba de nuevo detrás del remolque más alejado con Trevor mientras Aaron y Kristen estaban en su maldita cita.

—Pensé que nunca más pasaría esto —dijo acercándose a mí.

Yo tampoco, créeme.

Ya tenía sus manos desabrochándose el pantalón con una gran sonrisa en el rostro, como si lo hubiese estado esperando desde el momento que se los volvió a subir la última vez que estuvimos ahí. Y con solo esa imaginen acorté el espacio que había entre nosotros y mis manos se fueron a las suyas para detener lo que estaba haciendo. La imagen de Aaron y mi amiga saltaron nuevamente en mi cabeza; ambos sentados en una mesa del restorán más lujoso de la ciudad, ella luciendo esplendida, él riendo contento, los dos esperando con ansias volver a ese hotel. Y con eso me acerqué un poco más para mirar a Trevor a los ojos.

—Lo siento, no puedo hacerlo. Esto fue una equivocación —me disculpé.

—¿Qué...?

Pero no dejé que terminara, ya estaba en marcha a mi auto para irme a casa.

La AsistenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora