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Gracias al horario que tuvimos no me topé durante todo el día con Aaron teniendo la reunión semanal con el resto del staff y lo evité para no verlo al buscar mis cosas en el remolque, tenía varias llamadas perdidas de él y no me importó que se fuera al buzón de voz, si quería algo por tema de trabajo podía escribirme y así sabría si llamarlo de vuelta o no, pero sabía que todas esas llamadas no eran por trabajo, pues me había cerciorado de dejar todo listo para que no hubiera cabos sueltos como para que algo así sucediera, había dejado todo listo para que no tenga que necesitarme. Todo fríamente calculado.

Y así pasaron tres días.

Tres días sin dirigirle la palabra a Aaron que no fuera por trabajo.

Tres días y dos citas con Luke.

Estaba sentada en el sillón del remolque como siempre después de un largo día cuando escuché unos pasos fuertes, supe de inmediato de quién eran, y lo confirmé cuando abrió la puerta enojado.

—Te acostaste con Luke. —No fue una pregunta, más bien una acusación.

Suspiré, no quería discutir, ni siquiera quería hablar con él.

Terminé de ordenar lo que tenía en mis manos. Tomé mis cosas, las guardé en mi bolso y me la puse al hombro, pero su cuerpo me cortó el paso cuando intenté salir.

—Muévete, Aaron. —No lo hizo.

—Eres increíble. ¿Saliste con él?

—No tengo por qué tener esta conversación contigo, y lo sabes bien.

—Carolina, ¿saliste con él? —repitió.

A la mierda.

Terminemos con esto.

—Sí, Aaron, fui a una cita con él. Dos, de hecho.

Su mano se fue a su frente, frustrado. Había pasado un buen tiempo desde la última vez que lo vi haciéndolo.

—Maldita sea, dijiste que no lo harías.

—Lo sé, pero algo hizo que cambiara de opinión, ¿sabes? —le hablé dura.

—¿Y qué fue exactamente lo que te hizo cambiar opinión? —seguía enojado hasta la mierda, y sabía que él ya conocía la respuesta a su pregunta.

—Algo que no es de tu incumbencia —contesté de todas maneras—. Ahora, muévete, que debo manejar hasta mi casa—. Nada, siguió con su cuerpo cortándome el paso—. Aaron, no voy a hablar de esto contigo, lo que haga en mi tiempo libre no es asunto tuyo.

—Responde la pregunta.

—¿Por qué no vas y molestas a alguien más?

—¿Qué te hizo cambiar de opinión? —dijo entre dientes. 

—No lo sé, ¿quizás encontrarte post-coito con otra? —solté al fin.

—Por la mierda, Carolina. —Su mano volvió a su frente.

—Ah, ahora lo recuerdas, ¿no? Eso hace cambiar de opinión a cualquiera.

—¡No me acosté con ella! —alzó la voz.

—Ve con tu cuento a otra...

—¡Es mi prima!

¿Qué fue lo que dijo?

—¿De qué demonios estás hablando?

—¡Es mi maldita prima!

—¡Pues deben tener una relación muy especial como para tener sexo entre ustedes!

La AsistenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora