La semana continuó su rumbo y yo agradecí que no volviera a pedir mi ayuda ya que había muchas escenas como esa. Nuestra relación se hacía cada vez más fuerte y nos uníamos con cada día que pasaba, con bromas pesadas y comentarios sarcásticos. Aún lo odiaba a ratos y estaba segura que él lo hacía también, pero lo podíamos esconder mejor, y algunas veces, para nuestra gran sorpresa podíamos conversarlo, había oportunidades donde terminábamos en gritos y sin hablarnos por horas, pero siempre volviendo a la normalidad, sin disculpas, claro está. Aaron sacaba lo orgullosa y lo testaruda que podía llegar a ser, haciendo que se multiplicara por mil porque él se comportaba de la misma manera.
Los últimos días de la semana me estaba sacando de quicio más de lo normal por un roce que comenzó con su coprotagonista; Luke. No tenía idea qué problema tenían, y a decir verdad no me importaba, era algo normal que los actores de un set tuvieran ciertos problemas entre ellos después de pasar todas esas horas juntos y por tantas semanas. Yo ya sabía lidiar con eso, pero la diferencia era que se trataba de Aaron, y Aaron era un caso especial.
—¡Por todos los cielos! —le grité cuando ya estábamos en su tráiler y el día ya había acabado.
—No me vengas con eso —me respondió enojado.
—¿Cómo carajo se te ocurre discutir de esa manera con Luke? ¡Es tu compañero de trabajo, deben llevarse bien!
—¡¿Cuál es tu manía de querer que todo el mundo se lleve de maravilla?! ¡El tipo es un cretino! ¡Debí partirle el rostro cuando tuve la oportunidad!
—No te comportes como un pendejo de cuarta. Eres un profesional, actúa como uno.
—Eres increíble —dijo entre dientes.
—Y tú eres un... —pero no me dejó terminar—. ¡Aaron!
Se paró de donde estaba y salió dando un portazo.
Eran momentos como esos cuando recordaba los primeros días de trabajo y deseaba volver a asistir a Johana. Momentos cuando tenía que contar hasta un millón, aguantar las ganas de llamarlo y volver a gritarle. Tenía que cerrar los ojos y recordar el avance que habíamos tenido para no mandar todo la mierda.
Ese imbécil.
El día viernes llegó y al fin teníamos el fin de semana libre. Una de mis amigas me llamó implorándome para salir de fiesta, estaba cansada, pero después de media hora de suplicas al fin accedí. Nos juntaríamos en una disco en el centro, no llevaría mi auto porque tenía pensado beber y pasarla bien. Nunca tenía el fin de semana libre, y ver a mi amiga era el respiro que necesitaba del caos que era filmar una serie
—¡Amiga! ¡Ya había olvidado tu rostro! —me dijo Maggie con un abrazo—. Y tu cuerpo hermoso, y tu cabello pelirrojo, que por cierto no sabía que ahora te llega hasta las caderas por todas las veces que lo tienes recogido luciendo como una secretaría de los cincuenta.
—Y yo olvidaba lo molesta que eres —me burlé apretándola fuerte.
—Vamos, necesito un trago y bailar hasta que me duelan los pies.
Y ambas entramos saludando al guardia que ya nos conocía por todas las veces que recurríamos a ese lugar cuando me encontraba en la ciudad.
Nos fuimos directo a una de las mesas VIP donde los asientos eran de cuero y el espacio más privado, nos dejaron entrar sin problemas, ya éramos clientes frecuente aunque yo me la pasaba viajando por mi trabajo, pero cada vez que volvía no dudaba en ir a ese local para pasar mis ratos libres. Marcel, el dueño del lugar, que se paseaba siempre por las mesas, nos saludó con un caluroso abrazo que duró unos segundos más a mi amiga por todas las veces que pasaron la noche juntos.
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La Asistente
Storie d'amoreCarolina comenzará una nueva temporada de trabajo haciendo lo que más ama; ser la asistente de los actores en los sets de grabación. Pero el nuevo actor que se le asignó le hará cuestionar todos los aspectos de su vida. Aaron, el idiota de ojos verd...