05. ¿linda?

465 18 0
                                    

—Casi me da un infarto, Conway —le dije cuando ya había terminado el acto y recorríamos con los ducks la escuela antes de las clases

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Casi me da un infarto, Conway —le dije cuando ya había terminado el acto y recorríamos con los ducks la escuela antes de las clases.

—Tuve que salvar a Goldberg de un perro de ataque, casi me da un infarto a mi —rió y puso su brazo atrás de mis hombros.

Entrabamos a una sala donde habían fotografías y un cuadro lleno de cosas diminutas que se movían; hormigas.

—Charlie, amigo, esto no es un buen principio de año —se acercó Kenny.

Charlie soltó una risa mínima.

—No te preocupes, Kenny. No nos harán nada —dió media vuelta y vio un marco de madera y vidrio con muchos túneles de arena o algo parecido—. Miren esto, hormigolandia —llamó a sus amigos. Yo le choqué suavemente mi antibrazo a sus costillas.

—Ciudad de las hormigas, tonto —Ahí todos se agacharon y las observaban.

—Miren como se mueven —comentó Fulton.

—Pueden aprender mucho de las hormigas —dimos un paso atrás ya que nos asustamos con la voz de un señor con lentes y pelo canoso que apareció de la nada al otro lado del cristal—. Estas hormigas fuego brasileñas pueden enseñarles mucho sobre nuestra estructura social exitosa —Y nos fue comentando que estaba la hormiga reina y hizo muchos sinónimos a nosotros que solo me quedé callada a un lado, sin ponerle ni una pizca de atención.

Sonó la campana, y no sabía que nos tocaba.

—¿Qué clase nos toca? —pregunté para que cualquiera me respondiera.

—No lo sé, escuché que es muy estricta y enojona —Nos informó Julie, otra vez.

—Rubia, dime, ¿quién te dice tanto sobre esta escuela?

—Eso te lo diré cuando quiera, pelirroja —Y se sentó ya en una nueva aula por la que nos había guiado, copié su acto y vimos a una mujer un poco obesa, con dientes chuecos, cara de sapo y pelo corto color castaño y una mirada severa.

Ésta simplemente dejó que nos sentaramos y empezó a hablar:

—Todos los lunes tendrán una prueba de práctica. Los miércoles una prueba real. Los viernes tendrán examen. Y cada vez que quiera tendrán un examen o una prueba sorpresa.

—Odio a esa profesora —Fue lo unico que dije y pense la hora y media de clase.

—¿Cuando saldremos a entrenar? Ya no quiero estudiar más —Se quejó Connie.

—Definitivamente prefiero jugar hockey a tener examen todos los días —mascullo Tyler.

Afortunadamente, todos asistíamos a la misma clase. Una que otra algunos se separaban pero casi todos teníamos el mismo horario, y eso me hacía sentir acompañada.
Casi me sacan de la clase de un profesor alto y moreno jugando con un duende, pero la razón por la que me reía era porque Charlie rodaba los ojos y parecía un pato enojado, literal. Y la cara de Fulton cuando el profesor aplastó a el duende con un libro parecido a la biblia. Les estuve que explicar que se parecían al pato impregnado en el jersey verde de mi novio.

Caminando por los pasillos vi a Mendoza.

Oh, oh.

—Eres muy observador, no lo hagas más, Luis —Él muy tonto veía a una chica y la estaba persiguiendo, que en ese mismo instante el capitán de los campeones estatales lo empujó contra los lockers.

Y también apoye a Kenny porque le quitaron su comida.

—Charlie estás muy equivocado si crees que ellos no nos van a hacer nada por ser los nuevos, hasta lo contrario —le comenté al llegar a su lado, pero nada más me dijo que no me preocupará.

Empujaba a el número 96 por escaleras y los dos corríamos por hacer una competencia, el que llegaba más rápido a los vestidores, gana.

—¿Firmarían una petición? —Una chica de ojos azules y pelinegra se nos acercó parándonos, Conway me miró y sonrió y se volvió para la chica.

—Si, claro. ¿Para qué es? —preguntó pareciendo interesado.

—Oh, es para que el comité cambié el sobrenombre "Warriors".

—No está tan mal, ¿qué tiene de malo el nombre? —Le dije levantando las cejas.

—Si, no está tan mal. Están los Indios, los Valientes, los Pieles Rojas, los Halcones Negros.

—Eres deportista, ¿cierto?

—Somos —le corregí amablemente.

—Jugamos hockey, soy el capitán del nuevo equipo —dijo Charlie con orgullo y mostrando sus dientes y una sonrisa.

—Olvídenlo. Todos los atletas Warriors se unen —Y se fue preguntándole a otros chicos.

—Somos patos —murmuré un poco confundida.

—¿Por qué estás seria?

—¿Qué? Yo, no...

—¿Estás celosa? —preguntó con una sonrisa.

—¿De que hablas, Charlie?. ¿Estábas tratando que me ponga celosa? —levanté una ceja con indignación.

—¡No! —Claro que sí—. Vamos. ¿Confías en mí?

—Sí.

—Entonces... —dijo alargando la "s"

—Bueno, no estoy celosa, solo veo que es un poco...

—¿Linda?

—Conway...

—Ok, ok... —levantó sus manos con rendición.

—Digo, si es linda, pero no lo sé...

—¿Sabes que vamos a perder el entrenamiento?

Si, y el perderá la carrera.

—Es verdad... ¡Te voy a ganar! —le grite y empece a correr, pero unas manos se posaron en mi cintura y me levantaron del suelo.

—¿Un beso antes? —cuestionóCharlie.

Le di uno solo pero como fue un poco largo quedó en estado de shock y, como lo distraje, ya había llegado muchos segundos antes que él al vestuario.

𝙴𝙳𝙴𝙽 𝙷𝙰𝙻𝙻|𝐶𝐻𝐴𝑅𝐿𝐼𝐸 𝐶𝑂𝑁𝑊𝐴𝑌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora