17. Becas y Ducks

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Todos decidimos asomarnos a los primeros asientos y a la puerta del autobús para escuchar la conversación del decano junto con Órion.

—¿Entonces es eso, los estás echando, solo así? —preguntó un poco alterado.

—Entrenador. Lo siento. Tu equipo falló y he estado bajo presión —habló Buckley

—¿De quién? ¿De los ex alumnos? ¿Un montón de animadores envejecidos? —alzó la voz Órion. Eso. Eso es exactamente lo que me preguntaba.

—Ted, trato de hacerle un favor. Cuando se vayan —dice el decano apuntándonos—. podrá escoger a su propio equipo. La verdad, los Ducks se están ahogando —.

Todos vimos al decano con la boca un poco abierta o cerrada apretando la mandíbula por lo molestos que estábamos con él y por el comentario que acababa de sacar. Será mejor que se valla porque realmente me dan ganas de pegarle en su horrible rostro.

—Tengo a mi equipo. O se quedan o me voy —dijo muy decidido el coach.

Habíamos cambiado nuestras mentes en ese momento sobre el entrenador. Ya no se veía como el engreído u presumido Órion. Estábamos muy seguros que él quería terminar la temporada con nosotros.

Lo sabes ahora cuando lo dice al frente de el decano, dónde es una de las autoridades de Eden Hall. Él, es un ejemplo para seguir diariamente. Buckley le dio un golpe suave en la mano.

—Lo extrañaremos, Ted —Y sin más se fue.

—¿Porque nosotros? —se cuestionó Russ.

—Sé donde vive —comentó Luis.

—Lo que se es que le pateare la cara —dije muy enojada bajando del autobús para pararnos al lado del entrenador.

—Solo somos peones, marionetas para el espectáculo, bufones para entretener al rey, percebes en el fondo de...

—¡Cállate! —gritó Russ a Averman haciéndolo callar enseguida con una mano en la cara del pelirrojo.

—Entrenador, ¿Es legal eso? Osea, ¿No tenemos contratos o algo? —quiso saber Goldberg, negué con la cabeza.

—No se que sea. Solo se que lucharemos contra ello —dijo muy decidido Órion. Lo miramos con la misma cara y volvimos al autobús para nuestro futuro horrible partido, otra vez.

Ya al anochecer, habíamos llegado a Minnesota. Baje del autobús con un poco de ayuda de Conway y quedamos en que me iba a dejar a mi casa caminando por si me pasaba algo.

—Spazway, estoy bien. ¿Seguro que no quieres ir a tu casa? Tu mamá te debería estar esperando —dije un poco preocupada por él. En cambio el estaba con una sonrisa y entrelazo nuestras manos.

—No. Mi madre estará con mi padrastro en la cafetería. Cerrarán en un rato... —Quedamos en unos segundos de silencio para nada incómodos para que Charlie lo rompiera.

𝙴𝙳𝙴𝙽 𝙷𝙰𝙻𝙻|𝐶𝐻𝐴𝑅𝐿𝐼𝐸 𝐶𝑂𝑁𝑊𝐴𝑌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora