bonita ⍟ shinichiro sano

[3]

"Besos y propuestas"

⍟

—Kei, ¿Qué haces aquí? —preguntó Draken al verla llegar tomada de la mano con Shinichiro a la casa de los Sano.

—Mejor dime, ¿qué haces tú aquí? Deberías estar en la escuela. —regañó ella dándole un zape.

—Eh... bueno. Tal vez a Mikey y a mí nos suspendieron por unos días.

—¡¿Qué?! —gritaron Keiko y Shinichiro al mismo tiempo.

—Ken, más te vale que empieces a rezarle al de arriba. —señaló la mayor apuntándolo con el dedo índice.

—¡Manjiro, ven acá! —llamó Shinichiro.

El nombrado sólo llegó dando pasos avergonzados.

—Hola, ¿Qué sucede? —sonrió inocentemente.

—¿Por qué los suspendieron? —preguntó apretando el agarre de la rubia a su lado.

—Solo nos peleamos con algunos bravucones. —minimizó palmeando la espalda de Draken. —Oigan, ¿por qué están con las manos unidas? ¿son novios?

Shinichiro se pasó una mano por el cabello mientras Keiko solo miraba al suelo. —Somos amigos. —dijeron ambos sonrojados.

—Oww, Kenchin, nuestros hermanos se gustan. —Mikey junto a Draken los vieron burlones.

—¡Cállate! —regaño el pelinegro. —Y no nos traten de cambiar el tema.

—Hablaremos de esto luego, Kenny. —Keiko entrecerró los ojos dándole una mirada reprobatoria antes de entrar a la casa.

Ambos se habían besado hace unos cuantos días y no habían dejado de hacerlo. Shinichiro en su gran mente había contado 40 besos en una semana, algo que presumía imaginariamente, sobretodo porque los lindos labios de Keiko eran su lugar favorito, pero eso no impedía que su relación o la falta concreta de ella los pusiera nerviosos.

Keiko pensaba que quería ir lento con él, pero al mismo tiempo no le importaba si Shinichiro Sano le pedía ser su novia ese mismo día, ella lo aceptaría gustosa.

Por otra parte, Shinichiro quería ir rápido, sobretodo porque al perder a sus padres, se dio cuenta de que nadie a su alrededor tenía la vida asegurada. Quería amar a esa rubia con ojos oscuros que lo traía loco tanto como pudiera. Quería recuperar el tiempo que había perdido en la preparatoria molestándola.

Tiempo es lo que algunas personas aseguran tener como si supieran que día morirán.

—Aquí vivo. —ante las palabras de su acompañante, Keiko recorrió el lugar con ojos curiosos.

—Es muy bonito. —sonrió.

—Cómo tú. —besó su mejilla. Keiko lo abrazó ante su comentario y el ojinegro la tomó del mentón a punto de besarla.

—¡Shinichiro, otra vez te fuiste de la casa sin avisar! —un anciano con un prominente bigote llegó causando que ambos se separaran apenados.

—Abuelo, ya te dije que no tienes que gritar. —se quejó el azabache. —Fui a recoger a Keiko. —señaló a la chica la cual sacudió la mano.

—¿Estoy soñando? —se preguntó a sí mismo el viejo hombre con incredulidad.

—No, abuelo. —su nieto se cruzó de brazos con indignación.

—Buenos días, señor Sano. Es un placer conocerlo. Chiro me ha hablado mucho de usted. —Keiko se inclinó pero luego el anciano la abrazó repentinamente.