[extra]

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"Una sandía"

—La cerveza me da ganas de hacer pipí. —murmuró Keiko con los ojos cerrados colgada del cuello de su novio mientras rodeaba su cintura con sus piernas.

—¿Quieres ir al baño?

—No. Mejor dame un besito. Mua. Mua. Mua. —cantó carcajeándose.

—Ok, bonita ebria, vamos a dormir. —Shinichiro abrió la puerta de su habitación. —No tienes nada de resistencia al alcohol. —sonrió burlón.

—Tengo miedo de dormir. —lloriqueó escondiéndose en su cuello.

—¿Por qué?

—No quiero volver a tener esa horrible pesadilla.

—Keiko, tienes que dormir. —dio un beso en su frente.

—¡No!

—Ok, no dormiremos, pero acuéstate en la cama. —trató de zafarla de su cuello pero ella se rehusó. —Bonita, por favor. ¿Por mí? —ella lo miró con ojos entrecerrados y se bajó. —Te amo.

—Mira, soy un burrito. —se tapó con la cobija. —Si yo me convirtiera en un burrito, ¿me seguirías amando? —preguntó asomando la cabeza por un hueco.

—Así no iba la pregunta.

—Shhh, es mi versión. Contesta. —pidió con la voz distorsionada.

—Te amaría de cualquier forma.

—Ow, te amo. Ven aquí. —ante su petición, Shinichiro se tumbó a su lado con una sonrisa burlona. Su novia en estado de ebriedad era más que adorable. No era la primera vez que la veía así, pero en las otras ocasiones terminaba instantáneamente dormida.

—¿Puedo entrar en tu burrito?

—Eso suena raro, pero sip. —ella extendió la cobija blanca y Shinichiro se metió. —¿Los chicos ya se fueron?

—Sí, creo que no los oíste pero te mandan saludos y esperan que la resaca no sea mucha.

—Ahhh, los quiero mucho. —se puso encima suyo con la cobija todavía cubriendolos por completo. —Guerra de besos. —Keiko comenzó a repartir las muestras de afecto por todo su rostro mientras Shinichiro arrugaba la nariz y sonreía.

—Te voy a ganar. —canturreó el pelinegro girándola para que ahora ella quedara debajo de él y comenzando a besarla por todas partes.

—¡Jamás! —negó con la cabeza dando una sonrisita.

—¿Segura? —sus dedos se pasaron por su vientre.

—No. JAJAJA. Shin... JAJAJAJA. Chiro... Cosquillas no. JAJAJAJAJ. Ayudaaaa. Abuelo Sano, su nieto está loco. JAJAJAJAJ.

—Loco por ti. —susurró en su cuello. La rubia cerró los ojos antes de comenzar a besarlo por su comentario.

—Oye. —Keiko habló entre besos. —¿Por qué Izana está enojado contigo? —preguntó con preocupación.

—Yo le mentí. —Shinichiro paró y tomó un semblante serio.

—Eso es malo.

—Lo sé. —suspiró con frustración.

—¿Cuál fue la mentira?

—Él no es mi hermano, por lo menos no de sangre.

Keiko se quedó callada. Shinichiro, quien se encontraba con la cabeza en su pecho, se extrañó por su repentino silencio.

—¿Ya estás dormida?

—No. Estoy enojada. —murmuró. —No creas que no me voy a acordar de esto.

—Bonita, no estés enojada. —Shinichiro levantó su cabeza para observar su mueca de descontento.

—Tú me dijiste que Izana no tenía familia. Imagínate que te den la esperanza de tener a alguien que este contigo cuando no tienes a nadie y esa persona te mienta. Yo estaría igual de encabronada. —susurró adormilada. —Te amo, pero no te voy a defender en esto.

—Pero...

—Estuvo mal. Entiendo que lo hayas hecho para protegerlo, pero terminaste hiriéndolo. Tiene todo el derecho de estar enojado.

Shinichiro frunció el ceño por su inconformidad y se separó de ella dándole la espalda.

A los pocos minutos, Keiko se acercó y tocó su hombro con suavidad. —Lo siento. —susurró.

—No tienes que pedirme perdón. No hiciste nada. Yo por el contrario fui una mala persona.

—Pero estas reconociendo tu error, mi amor. —besó su hombro. —No todos hacen eso. Y no fuiste una mala persona. —el azabache se se giró, quedando cara a cara. —Sólo creías estar haciendo lo correcto. —acarició su mejilla con lentitud.

—¿Cómo haré para que Izana me perdone?

—Con una sandía.

—Por un segundo olvidé que te tomaste la mayoría de cervezas. —bufó. —¿Entonces tu plan es comprar una sandía y dársela? —ella asintió. —Bien, te haré caso, pero dudo mucho que funcione.

—Eso es genial. Kenny y yo llevamos sandías cuando queremos agradecer, mostrar respeto, o pedir perdón.

—Una rara tradición de los Ryuguji, supongo que cuando lo haga seré parte de la familia. —bromeó.

—Primero invítame un café antes de proponerme matrimonio. —Shinichiro abrió los ojos sorprendido. —Es un chiste, la gente ebria también hace chistes, ¿ok? —bostezó.

—Ya veo... ¿Tienes sueño? —preguntó rodeándola para que ella pudiera poner la cabeza en su pecho, cerca de su corazón.

—No.

—¿Estás mintiendo?

—Sí.

—Tienes que dormir, Keiko.

—Pero tengo miedo de soñar con lo mismo. —murmuró con un hilo de voz. Alzó la cabeza y sus ojos se encontraron.

—No pasará. —comenzó a acariciar su cabellera rubia. —¿Sabes por qué estoy tan seguro?

—¿Por qué?

—A partir de hoy, yo seré el guardián de tus sueños. No habrá más pesadillas, yo me aseguraré de eso. —esbozó una pequeña sonrisa.

—¿Lo prometes? —alzó su dedo.

—Lo prometo. —unió sus meñiques y aprovechó su cercanía para hacer lo mismo con sus labios.

bonita ⍟ shinichiro sanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora