[extra]

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"Esa noche"

—No era necesario que vinieras. —Shinichiro abrió la puerta lateral del local. —Solo afinaré unos detalles de la moto que le daré a Mikey y abriré la tienda por unas horas. —tomó la mano de Keiko y la jaló para llevarla al interior. —Te aburrirás.

—Sé que no era necesario, pero... —su expresión apenada hizo que el pelinegro soltara una risita y la tomará de los hombros para abrazarla. —desde que tuve ese sueño estoy algo paranoica. No quiero que te pase nada.

—Estamos más que seguros aquí. Mira. —se alejó a cerrar la puerta con llave. —¿Lo ves? nadie va a entrar a menos que quiera comprar refacciones o una motocicleta.

—Está bien.

—¿Y sabes que es lo mejor de estar solos? —preguntó esbozando una sonrisa pícara y atrayéndola de las caderas. —Que si nos vamos al otro cuarto nadie nos puede interrumpir cuando nos besuqueemos.

—Um, ¿no has pensando que existe algo llamado clientela? —arqueó la ceja. —Además hace dos segundos dijiste que sólo afinarías unos detalles de la moto de Mikey y abrirías la tienda un par de horas. —Shinichiro gruñó dando varios besos en su cuello. —Anda, Chiro. No evadas tus responsabilidades. —susurró.

El pelinegro se separó con la respiración agitada y la tomó de las mejillas apretándolas infantilmente. —Estás empezando a hablar como mi abuelo. Pasas mucho tiempo con él. —sonrió burlón.

—Tu abuelo es un amor. Él escucha de los avances en nuestra relación y yo escucho como se queja del gobierno. Ambos ganamos. —dio una risita y se alzó de hombros.

—Pues creo que ya te quiere más a ti que a mí. —bufó tomándola de la mano para ir a la parte trasera del taller, en donde la motocicleta que era para Mikey estaba.

—¿Puedes culparlo? —Shinichiro la miró con ojos entrecerrados ante su comentario. —Es una bromita. —le dio un empujón juguetonamente. —Él de verdad los ama mucho y está orgulloso de ustedes.

—Me alegra oír eso. —sonrió sentándose en el suelo. —Antes de ir a abrir, ¿puedes quedarte parada ahí y darme miraditas seductoras? —pidió juntando sus manos como si estuviera suplicando.

—No.

—¡Es para motivarme!

—Te daré un motivo para dejes de procrastinar y te pongas a hacer lo que tienes que hacer. —se acercó y le susurró algo al oído provocando que el pelinegro alzara las cejas. —¿Y bien?

—Voy a abrir la tienda. —un sonrojo apareció en su rostro.

« ... »

—Y... ¡listo! —Shinichiro colocó la moto en la parte delantera de la tienda y la aseguró con una cadena.

—No sé de motocicletas pero te quedó muy bien. —Keiko alagó su trabajo alzando el pulgar.

—No podría haberlo hecho sin tu gran motivación. —tomó su mentón y le dio un pequeño beso. —Hablando de eso... ¿ya podemos hacerlo?

—Aquí no, calenturriento. —regañó. —Te ayudaré a cerrar y limpiar todo, luego nos vamos, ¿te parece bien?

—Me parece perfecto.

Keiko tomó una escoba y comenzó a barrer la parte de delantera, específicamente cerca de la puerta lateral, mientras Shinichiro bajaba las cortinas metálicas y cerraba todo lo demás. Después de eso se fue a atrás en donde estaba el taller a recoger sus herramientas.

A los minutos, la rubia comenzó a escuchar ruidos extraños cerca de la entrada izquierda por lo que apagó las luces y se escondió al lado de esta presionando fuertemente la escoba en sus manos. Se quedó helada por unos segundos al notar como rompían el cristal y abrían la puerta, estaba comenzando a temblar del miedo, se arrepentía de no haber corrido hasta donde estaba Shinichiro para alertarlo, pero el pánico se había apoderado por completo de ella.

Los intrusos ingresaron cautelosamente a la tienda y la chica al ver que estos parecían niños, eliminó el temor de su ser y decidió enfrentarlos.

—¡¿Qué mierda creen que están haciendo?! —Keiko comenzó a dar escobazos a ambos chicos, provocando que estos cayeran al suelo. —¡Shinichiro! —vociferó mientras los seguía atacando.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien? —el nombrado llegó corriendo con una llave inglesa en sus manos.

—Estoy bien. Estos mocosos se metieron, no se qué querían. —frunció el ceño oyendo como los chicos adoloridos se quejaban en el suelo. No se esperaban que alguien estuviera ahí.

—¿Shinichiro? —preguntó un niño azabache.

—Yo te he visto antes... ¿eres tú, Keisuke?

—¿Qué haces aquí? —preguntó sorprendido.

—¿Uh? está es mi tienda.

Él otro niño gruñó con enojó comenzando a pararse de nuevo pero Keiko le dio un escobazo en las piernas logrando que perdiera el equilibrio.

—¡Kazutora! Él es hermano de Mikey.

—¿Y quién esta loca? —preguntó adolorido. —Se parece a...

—Está loca... —se señaló a sí misma. —es la hermana mayor de Draken. Supongo que lo conocen, siempre está con Mikey.

Los niños se pusieron tan nerviosos al haber sido descubiertos y enfrentados por los hermanos mayores de sus amigos que comenzaron a llorar. —Perdón, nosotros solo queríamos darle un regalo a Mikey.

—Ya veo. —Shinichiro se hincó. —Vayan a casa, chicos. No le diremos nada a nadie.

—Y por favor no roben. —Keiko los guió hasta la puerta con el cristal roto y se despidió de ellos no sin antes regañarlos por última vez.

Al terminar, dio un suspiro cerrándola y pisando los cristales regados en el suelo. —Me dieron un buen susto.

—Pensé que te había pasado algo.

—Estoy bien. —ambos se sonrieron.

—Ahora no podré irme hasta que lleguen a arreglar la puerta. Tendré que dormir aquí. —se pasó una mano por su cabello azabache.

—Me quedaré contigo. —dio unos cuantos pasos hasta llegar a él y luego rodeó sus brazos por atrás de su cuello.

—¿Y qué haremos por mientras? —preguntó cerca de su oído.

—Lo que tú quieras. —sonrió traviesamente.

Y así pasó. Esa noche que parecía tener un mal desenlace terminó con la pareja besándose y siendo controlados por la calentura en sus cuerpos.

Sin nada trágico que sucediera.

bonita ⍟ shinichiro sanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora