[extra]

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"Nuevo récord"

25 de septiembre.

—Feliz cumpleaños, bonita. —Shinichiro le quitó la venda de los ojos.

Lo primero que la mirada curiosa de Keiko observó fue el gran lugar vacío con paredes blancas.

—Gracias. —dio un murmullo. No parecía terminar de entender la situación. —Yo...

—No es en sí tu regalo de cumpleaños. Pero quería tomarte por sorpresa. —se hincó. —Keiko Ryuguji, ¿me harías el honor de vivir conmigo en este lugar? —sacó una llave color azul, su favorito.

—Shinichiro... —la rubia giró un poco la cabeza mirando a la nada.

—No estás sonriendo y tampoco estás llorando. —el pelinegro borró la sonrisa de su rostro y se paró. —¿Hice algo mal? ¿Estoy apresurando las cosas, verdad?

—No. No. Esto es lo quiero. De verdad. —suspiró y tomó sus manos apretándolas suavemente. —Es sólo que parece que no tomaste en cuenta a alguien.

—¿Estás embarazada? —preguntó a punto de llorar. Puso las manos en el vientre de su novia y lo acarició.

—No, bobo. —dio una carcajada. —Hablo de Kenny. Si me mudo del burdel no quiero que esté sólo ahí.

—Entonces... ¿crees que debería mudarse con nosotros?

—Sí.

—No lo sé, Kei. —se quedó callado. —Sería un poco extraño.

—¿Por qué sería extraño? —preguntó con semblante serio.

—¿Él se sentiría cómodo aquí?

—Yo no lo sé. —suspiró.

—¿Entonces?

—¿De verdad me estás pidiendo que deje a mi hermano de 13 años viviendo solo porque no se podría llegar a sentir cómodo?

—¿Crees que yo no dejé a mis hermanos viviendo por su cuenta? —frunció el ceño.

—¡Con tu abuelo! —alzó la voz. Al instante la expresión de ambos cambió. —Lo siento, cariño. No quise gritar.

—Supongo que no fue buena idea hacer esto sin hablarlo primero. —bajó su mirada.

—Hey. —la fémina unió sus manos. —Podemos arreglarlo. No quiero que peleemos.

—Pues dicen que los que pelean se aman. —el mayor alzó las cejas coquetamente. —¿Beso de reconciliación por nuestra pelea de cinco segundos?

—Nuevo récord. La otra vez nuestra pelea sobre quien se había comido la última rebanada de pizza duró 3. —sonrió acercando sus labios.

—Y hubiera tenido razón pero la salsa de tomate en mi rostro me delató. —rodó los ojos con diversión y tomó la nuca de su novia para completar ese beso.

« ... »

—Si servicios infantiles pregunta donde vives, ¿Qué les vas a decir, Kenny? —preguntó acercando un tornillo a la llanta de la motocicleta de su hermano.

—Estás loca, Kei. —Draken tenía las manos en la cabeza. Estaba eufórico pidiéndole que parara.

—No me estás respondiendo. —canturreó estando a nada de reventar la llanta.

—Vivo contigo y Shinichiro en su departamento. —bufó.

—¿Y en realidad en donde vives?

—En la casa de los Sano.

—Buen chico. —la rubia esbozó una sonrisa satisfecha.

—Ya entendí, Kei. La verdad prefiero mil veces vivir con Mikey, Emma y el abuelo que con ustedes. —señaló a su hermana y a su novio, a quien se le había bajado el azúcar después de ver como Keiko amenazaba con pinchar la llanta de la motocicleta. —Ustedes son aburridos y seguramente me harán vomitar por lo empalagosos que son.

La pareja lo vio indignada. —¡Claro que no! —Shinichiro negó con la cabeza.

—Uy sí. Apuesto todo lo que tengo a que me iré y comenzaran a hablarse como idiotas. —se burló Draken subiéndose a la motocicleta para salir del Garage de la casa Sano. —Voy con los chicos, volveré temprano.

—¡Voy a venir todos los días a asegurarme que estés bien! ¡No creas que podrás hacer todo lo que quieras solo porque no vives conmigo, Kenny! —reprendió Keiko mientras él solo se alejaba carcajeándose.

No era muy expresivo, pero el menor de los Ryuguji estaba muy agradecido con su hermana por cuidarlo de la forma en que una madre lo hace.

—Estoy segura de que Emma se pondrá muy feliz. —comentó la ojinegra sonriente.

—Y Mikey ni se diga. Draken es como su niñera, creo que debo comenzar a pagarle por cuidarlo. —ambos soltaron una risa.

—Oye... ¿enserio crees que somos empalagosos?

—Claro que no, bonita. Tu hermano solo exagera. —se quedó pensante y luego juntó sus cuerpos hasta el punto en que con un solo movimiento podían besarse. —Dame un besito, mi amor.

—Eres tan lindo, cariño. —tomó sus mejillas y las apretó. —Te amo. Te amo. Te amo. —juntó sus labios una y otra vez.

—Ewww. Me dan asco. —una tercera voz se oyó, por lo que ambos voltearon a la dirección desde donde provenía.

—Pensé que ya te habías ido. —reclamó Keiko aún en los brazos de Shinichiro.

—Olvidé mi casco y si no lo llevaba serías capaz de buscarme solo para darmelo. —habló de mala gana.

—Tienes toda la razón, Ken. Ten cuidado y no vayas a meterte en ninguna pelea. —advirtió apuntándole con el dedo

—No prometo nada. Mejor sigan mimándose, tortolitos. —se fue nuevamente siendo observado con enojo por Keiko y Shinichiro, quienes no se habían separado en ningún momento.

bonita ⍟ shinichiro sanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora