[10]

4.1K 586 99
                                    

"Perfecta"

Shinichiro escuchó como la puerta de la habitación se abría lentamente y fingió estar dormido.

No supo cómo arreglar el problema que no parecía tener solución así que solo evitó enfrentarlo. Ningún plan que sus empleados en S. S motors habían sugerido lo convenció. Pasó el día maldiciendo a Mikey, quien tuvo que disculparse de rodillas al ver como su hermano la estaba pasando mal por su error.

Ahora tendría que resignarse a pedirle matrimonio a su novia de una forma aburrida y sin él factor sorpresa, eso lo molestaba mucho ya que lo había planeado todo: iba a invitarla a un restaurante algo caro, después la llevaría a la escuela donde se habían conocido, entrarían a escondidas y luego se besarían con la luna iluminándolos, ella seguramente usaría su vestido rojo que la hacía lucir como toda una reina, él sacaría el anillo, se hincaría y le diría el gran discurso que había ensayado mil veces.

Pero todo eso ya estaba jodido y no iba a poder hacerse. Keiko seguramente ya había visto la caja de terciopelo en su mochila y le comentaría sobre ello.

Los lamentos mentales de Shinichiro fueron interrumpidos por el sonido de unas arcadas en el baño conectado a la habitación.

—¿Bonita? —preguntó entrando a donde Keiko estaba con el cabello recogido depositando el vómito en el inodoro. —¿Qué sucede?
Vamos al doctor si te sientes mal.

Al terminar de vomitar, ella comenzó a sollozar. —Perdón. —se limpió la boca con papel. —Yo ya sé que es lo que me pasa. —se abrazó a sí misma. Vestía su uniforme azul y su rimel estaba corrido. Se veía desconsolada, como si tuviera miedo de confesar algo que para cualquiera sería obvio.

Cualquiera menos Shinichiro, claro está.

—¿Es por mi comida? —preguntó agachándose y acariciando su mejilla. —Lo lamento, no debí obligarte a comer esa ensalada de frutas, tal vez estaban echadas a perder. O fue por mi pasta, la salsa de tomate, estaba algo rara. Tal vez tienes un parásito en tu estómago. Hay que ir rápido al hospital. —la tomó de la mano tratando de pararla.

—Shinichiro. Basta. —pidió cerrando los ojos. —Tengo algo que decirte. —habló en un hilo de voz

—De hecho yo también. —el pelinegro volvió a la habitación para buscar rápidamente la mochila y tomar el anillo, pero al abrirla pudo ver algo que lo dejó gratamente sorprendido.

—¡No! ¡Espera! —Keiko se aventó encima de él para evitar que mirara los objetos que ahora tenía en la mano.

—¿Estás embarazada? —preguntó Shinichiro con los ojos cristalizados.

Ella lo miró con una mueca de culpabilidad apoyándose del suelo.
—Sí. —su voz se rompió al ver las pruebas de embarazo positivas en sus manos. —Lo estoy. —sonrió soltando unas cuantas lágrimas de felicidad. —No quería decirte porque encontré el anillo y al principio pensé que era un plan tuyo, pero cuando no te apareciste en el café yo me sentí culpable de tenerlo. Te lo iba a devolver, fingir que nada había pasado y luego te iba a dar mi noticia.

—Soy un idiota. —Shinichiro giró la cabeza evitando encontrarse los ojos de su novia. —Soy un maldito idiota. —un nudo se formó en su garganta.

—No lo eres. —se aferró a él pegando su cabeza a su pecho. Sus latidos eran rápidos. —Tienes un corazón tan grande que puedes amar a muchas personas a la vez. Por eso sé con seguridad que eres un gran prometido y serás un gran padre. —susurró.

—¿Me estás diciendo que sí serias mi esposa? —preguntó incrédulo. —¿Aún sin habértelo pedido de la forma que mereces?

—Claro que sí. No tengo ninguna razón para decir no.

—Espera. —sacó algo de su bolsillo. Una menta. —Ten. —ella la engulló quitándose el mal sabor boca.

—¿A donde vamos? —preguntó al sentir como él la cargaba en sus brazos después de poner la caja de terciopelo en sus pantalones.

—Tengo una idea. —tomó la cámara de video que recurrentemente usaba para grabar cualquier cosa que hiciera con Keiko. —¿Sigues sintiendo náuseas?
—ella negó. —Bien. —entró al baño y dejó la videocamara arriba del lavabo grabando.

—¿Qué planeas? —cuestionó con curiosidad.

—Solo entra a la regadera, por favor. —ella lo hizo y Shinichiro abrió la llave dejando salir el agua tibia.

—¿Qué haces? —ella empezó a reír mientras se empapaba.

—He estado enamorado de ti por ocho años. Ocho años y eso qué no te vi por cinco de ellos. Me enojé conmigo mismo por no haberte besado ese día en la graduación y me arrepentí pensando que ya era demasiado tarde para hacerlo. Pero ahora que estoy aquí, parado sobre esta lluvia artificial contigo de frente mirándome con tus ojos de un color tan oscuro como tu pintauñas pero tan brillantes como tu sonrisa, puedo decirte con orgullo que nunca será tarde para volver a tus labios. —sonrió. —Te amo desde la primera vez que te vi en preparatoria, cuando rodaste tus ojos y te cruzaste de brazos. Seguramente pensaste que era un idiota, pero en mi mente, de inmediato acepté que tú eras la chica más hermosa que yo había visto en toda mi existencia. Cuando te pedí ser mi novia y aceptaste, supe que valió la pena cada rechazo que había pasado porque al final llegaste tú. Y siempre serás tú. —tomó sus manos. —No importa si ya sé la respuesta, quiero preguntarte... Keiko Ryuguji, mi bonita novia, ¿Dejarías de ser mi novia para convertirte en mi prometida y luego en mi esposa? —esa pregunta la hizo hincándose y abriendo la cajita que hace unos segundos estaba en su bolsillo.

Y ahí estaba, enfrente de ella relucía un anillo de oro con una pequeña piedra esmeralda.

—Claro que sí. Cualquier pregunta que me hicieras respondería que sí. —se lanzó a sus brazos y lo besó. Sus labios chocaban con tanto cariño que las mariposas en los estómagos de los dos se habían convertido en un zoológico completo.

—¿Si nuestro bebé es niña podemos ponerle Shinichira?

—¡Cariño! —Keiko comenzó a reírse.

—No puedo creer que seremos papás. —comenzó a sacar algunas lágrimas que eran borradas por el agua saliendo del grifo. —¡Tendremos un bebé! —bajó su mirada al vientre de la rubia. —Tal vez no todo lo que soñaste fue mentira. Ahora estás embarazada, pero yo estoy vivo y podré ser el papá que hace chistes malos. —tocó su vientre y luego le dio un beso. —Tú serás la mamá sexy y yo podré decirte "MILF."

—¡Eres un tonto! —ambos soltaron carcajadas. —Ya cierra la llave, a este paso causaremos una sequía.

—No quiero ver cuanto nos va a llegar en el recibo del agua, pero todo por un romántico beso bajo la lluvia, aunque sea una lluvia de mentira. —la atrajo tomando delicadamente sus mejillas.

Y ahí se quedaron en esa regadera por un rato, besándose, admirándose entre sí, hablando de lo emocionante que era para ellos convertirse en esposos y padres. La cámara seguía grabando cada momento para la posteridad.

Shinichiro sabía que la forma de propuesta no había sido lo planeado, pero si alguien le preguntaba a Keiko como había sido su pedida de matrimonio, sabía que ella sólo contestaría con una sincera palabra:

"Perfecta".

nota de la autora♡:
Ay, no puedo creer que ya me encariñé con mi propio personaje. Los amo, Keiko y Shinichiro. 😭

bonita ⍟ shinichiro sanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora