Cheshire

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Gellert tenía su cabeza sumergida dentro de los turbios recuerdos del pensador, la época en la que mi padre era alumno de Drumstrang era increíble, mi padre rebosaba tanta carisma que en sus primeros años ya tenía grupos enteros de seguidores, habían repasado las clases importantes que había tenido su padre, Drumstrang tenía una materia en particular que llamo tanto la atención del padre como la del hijo, artes oscuras, su propio nombre era llamativo, lamentablemente solo era teoría en los primeros años y muchos recuerdos estaban cortados y poseían información a medias.

–¡Emir!–, llamo Gellert, cuando se escuchó un crujido.

–¿En qué puedo servirle mi señor?–, pregunto un elfo doméstico.

–Ve a tiendas de libros mágicos y compra todos los libros requeridos para los primeros cuatro años de Drumstrang, también trae los de Hogwarts y Beauxbatons, paga lo que sea necesario para que los vendedores no hagan preguntas estúpidas–, hablo con voz  tranquila el heredero.

Con los libros podría tener la información básica para poder adentrarse en la biblioteca de los Grindelwald, generalmente las casas nobles no permitían que niños de su edad leyeran el contenido pero no había alguien que pudiera detenerlo, además quería aprender todo lo posible, apenas podía entender las bases de los conocimientos que expulsaron a mi padre, así que necesitaría aprender más para poder entender todo.

Por otro lado lo mejor sería irse a dormir, cuando despertara podía abrir los regalos de su cumpleaños, los elfos eran puntuales así que sus regalos estarían colocados esa misma noche, además sus fiestas eran nocturnas ya que Albus Dumbledore era una persona ocupada y como el era el único invitado tenía que asegurar su presencia, Gellert fue a su habitación y uso su baño personal para limpiar su rostro, se acostó en su cama y unos segundos después un elfo le trajo un té con una solución para dormir, al parecer la poción de filtro de muertos en vida le había quitado permanente el sueño.

–Amo Gellert, porfavor despierte–, hablo tranquilamente un elfo doméstico, mientras que Gellert deambulaba entre la conciencia e inconsciencia, al final de unas pocas repeticiones Gellert se levantó de su cama y se metió a la ducha, después de un baño rápido se vistió de forma elegante y cómoda para después salir al comedor.

Albus Dumbledore estaba en una de las sillas del comedor mientras degustaba unas gotitas de limón, sus dulces favoritos, siempre era bueno tenerlos en la mesa, lo ponían de buen humor y siempre era mejor tratar con alguien de buen humor, mientras más recuerdos felices tuviera de esta casa más cómodo se sentiría con la idea de volver.

–Oh Gellert, veo que te as despertado muchacho–.

–Director Dumbledore, es un honor tenerte de vuelta en mi hogar, espero que su viaje haya sido bueno–, hablo Gellert mostrando sus modales.

–El viaje fue bueno, es una fortuna que la distancia para las apariciones no se tan larga, usar escobas ya no es algo recomendable a mi edad–, hablo con buen humor el director.

–Estoy seguro que hay más de una manera para atenuar los efectos de la edad, con su talento estoy seguro que no le costaría nada de trabajo–, afirmó Gellert mientras se sentaba en una de las sillas.

–Si, supongo que unos pocos minutos bastarían pero por a hora prefiero vivir de una forma natural con todo lo que conlleva, eh vivido lo suficiente, ¿Gotita de limón?–.

Mientras que los magos hablaban y comían gotitas de limón, los elfos iban y venían en la cocina, su amo era generoso, el mejor amo que había tenido la casa de los Grindelwald aunque para ellos cada amo era bueno, habían cumplido con las órdenes de su antiguo amo y a hora seguían las órdenes de su hijo, hace tiempo el amo había despertado y los elfos lo habían cuidado con lealtad, esa noche era especial ya que su amo había cumplido once años desde que despertó, se sentían felices de tener un nuevo señor al que servir continuamente, de hecho eran tan felices que estaban cantando mientras cocinaban.

–Lo que hay en la mesa tiene mil sabores,
tendrán sus cuatro platos los señores,
porque no quiero ser corto ni franco.
Los jueves y domingos, manjar blanco,
Carnes y guisos con poca cebolla,
Ensalada con yerbas y platos de olla,
Postres servidos en cada ocasión,
Cada plato con su guarnición,
Los elfos felices vamos a cocinar,
El cumpleaños de amo hay que festejar–, corearon con tonos chillones los elfos mientras que los platos y cucharas se movían con velocidad.

Primero se servirían la entrada, crepas de champiñón y queso, después la un plato de crema de flor de calabaza, el plato principal sería filetes de salmón en salsa de almendras con una guarnición de verduras saltarinas mixtas al vapor y como postre unas mil hojas de fresas y crema dulce, los elfos estarían pendientes de que los platos fueran servidos en el momento indicado.

Los magos comieron mientras charlaban tranquilamente, Albus sonrió ante las ansias que  mostraba Gellert por ir al castillo de Hogwarts no tenía dudas que el chico conocería el castillo mejor que los merodeadores, incluso mejor que el, su ansia por obtener todo tipo de conocimiento era enorme por lo que probablemente fuera escogido en Ravenclaw aunque Slytherin también era una opción muy probable y eso le preocupa, muchos hijos de familias oscuras estarían dentro del castillo en esa época, así que tendría que tenerlo vigilado.

Gellert podía observar que su acompañante estaba pensando y planeado cosas, en un momento pensó no mostrar tanto interés hacia el castillo pero supuso que no haría daño, es normal estar emocionado por ir a Hogwarts, también sería normal que el director le prestará interés a su estancia, de hecho el lo prefería así, quiero tener su atención para seguir recibiendo clases privadas, después de todo el poder era una constancia, no importa que quieras ser el poder nunca sobraría y todo el mundo sabe que el conocimiento es poder.

Albus incitó a Gellert para que abriera sus regalos, Gellert acepto con gusto y llamo a sus elfos pidiendo que trajeran los presentes que habían obtenido, los elfos sonrieron y desearon que sus regalos fueran de su agrado mientras que estos aparecían en la mesa, al mismo tiempo que las migajas y platos desaparecían, el joven mago se levantó y vio los regalos decidiendo empezar de derecha a izquierda dejando el regalo de Albus Dumbledore para el final, aunque deseaba abrir el cuarto regalo que según él se había movido un poco.

El primer regalo fueron un par de tunicas negras de lujo con con broches de plata adornados con pequeñas esmeraldas, su segundo regalo fue un saco de piel de dragón, el tercero fueron los libros que había pedido, el cuarto regalo se movió y se abrió solo cuando un gato con pelaje morado y negro salto a través del papel mientras miraba con enojo a los elfos domésticos para después mirarme a los ojos y acostarse en mis piernas esperando acaricias, este gato era increíble no solo por su color distintivo, este gato era increíblemente raro y único, era un gato de Cheshire, incluso Albus lo miraba con admiración, estos gatos se apegan a la primera persona que ve a los ojos, por eso sus cuidadores usaban lentes negros... Era raro y carisimo digno de un heredero.

Después de dedicarles una sonrisa de satisfacción y un agradecimiento a los elfos que casi se desmayan en éxtasis volví a abrir los regalos, el quinto y ante penúltimo fue un caldero con un kit de preparaciones de pociones básicas, los elfos se habían encargado de darme un fiel compañero, material de aprendizaje y lo necesario para vestir para cuando asistiera a Hogwarts, solo quedaba el regalo de Albus, un pequeño libro.

Albus paso un rato más en la casa hasta que dió una pequeña escusa y se fue de la casa, Gellert se fue hacia su cama seguido de su nueva mascota, en su mano estaba su varita, leería los libros que había comprado pero primero miraría el regalo de Albus, el libro se llamaba, los cuentos de Beedle el Bardo y tenía una hoja doblada, al abrirlo leyó el título, "La fábula de los tres hermanos y las reliquias de la muerte", justo al leer esto sintió como su cuerpo entraba en trance.

El Heredero De Los Grindelwald Donde viven las historias. Descúbrelo ahora