Cinco- Reunión Familiar

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Ayato caminaba con ambas manos en los bolsillos de su pantalón, miraba a todas direcciones en busca de una tienda para comprarle algo a Ayano, su pequeña prima.

Cuando pudo divisar una se dirigió allí al instante, tomando unas bebidas de chocolate y gomitas con forma de panda, además de un helado que le encantaría a la menor.

Después de pagar todo continuó con su camino, Ayano había contraído un resfriado no tan grave, pero que le trajo graves consecuencias por no reposar durante esos tres días, llevando a cabo sus actividades cotidianas con total normalidad.

Gracias a ella perdió la gran oportunidad de interactuar con Taro, el chico que le gustó desde el momento en el que vio una foto suya. Toda su seguridad se fue al caño cuando vió a su prima siendo cargada por la presidente del consejo estudiantil, inconciente, en probable peligro...

Aunque le pareció bastante extraño, estaba seguro de que Ayano no era para nada popular, pero ahí estaban cinco chicas reunidas en la enfermería esperando con ansias su despertar.

—Ruto, Najimi, Odayaki, Saikou... Shidesu —Murmuró para sí mismo, recordando con amargura a la chica de pelo rubio, esa estúpida cicatriz en su rostro debió ser de una herida que tenía bien merecida.

Quería hacerle una más, de esa forma anunciaría que ni la mismísima líder de los delincuentes podía tocar a Aishi Ayano, no debían, no lo tenían permitido, no tienen que dañarla, no más...

Dejó de pensar cuando escuchó a su teléfono sonar desde su bolso, sacándolo confundido, no reconocía el número de ningún lado, aun así decidió contestar.

—¿Hola, quién habla? —Cuestionó, esperando que alguien haya marcado por accidente o error.

—Ayato, un gusto escucharte —Al otro lado del teléfono, saludó una entusiasta voz masculina.

Cuando escuchó su nombre, paro en seco, girando su cuerpo para asegurarse de no ser seguido, pero nadie estaba ahí, la calle parecía un cementerio, sombría y abandonada, solo se encontraba él.

—Que audacia al llamarme por mi nombre sin siquiera conocerme —Su ceño se frunció con molestía, totalmente indignado.

—Bueno, estaremos hablando por mucho tiempo, solo me estoy adelantando a los hechos, ¿por qué no llamarte así de una vez por todas en lugar de esperar a que tengamos confianza?

—Suenas muy seguro de tus palabras —Habló Ayato con cansancio —Buena broma, para nada graciosa, de todas formas no tengo tiempo para estas estupideces.

Iba a colgar cuando escuchó algo que jamás querría oír de un desconocido, regresando el telefono a su oreja con irritación, deseando poder atravesar la pantalla de cristal para estrangular a la persona detrás.

—¿Qué mierda dijiste? —Preguntó entre dientes.

—Lo repito —Con un suspiro, y lo que se escuchó como un trago de agua, continuó —Van a matarte, a ti y a tu prima.

—Imposible, ¿acaso sabes con quién estás hablando? —Ayato se bufó de lo absurdo que eso sonaba.

—Sé con quién hablo —Expresó seguro —Escuchame bien, el CEO de la empresa Saikou ha enviado a dos agentes desconocidos con un entrenamiento extenso, como objetivo acabar con toda la familia Aishi, y eso te incluye.

Ayato suspira en un vano intento de calmar su acelerado corazón, expulsa su rabia en un fuerte golpe contra la pared junto a él, recargandose en ella mientras piensa una y otra vez en lo que le dice la persona extraña.

—Esa maldita Saikou... —Murmura casi sin aliento.

—No te confundas —Corrije el misterioso chico —No quiero mal entendidos, la hija del señor Saikou no tiene nada que ver, ni siquiera se le informó de ésto.

¿Es una broma?... Porque no me hace graciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora