Cuatro- Proteger

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Después de haber sido lanzada a esa fuente parecía que iba a resfriarse a pesar de haberse cambiado de ropa, si no fuera por ese estúpido de Ayato que se la pasaba perdiendolos a propósito con tal de no llegar a los vestidores, esto no estaría pasando.

Seguramente lo hizo con la intención de causarle este malestar, siempre tratando de fastidiarla en todo momento.

Al despertarse todo le daba vueltas y tenía un poco de náuseas, pero cuando reviso su temperatura no era tan alta como para permitirse faltar, podría soportarlo, y lo había estado haciendo de maravilla.

Estuvo prestando total atención a su clase, tomaba apuntes de vez en cuando y llegó a contestar una que otra pregunta hecha por la maestra.

Jamás participó tanto como en este día, ahora que lo hacía sus compañeros se daban cuenta de que en realidad era más inteligente de lo que creyeron.

Era posible que la oveja negra no fuera tan desagradable como se había estado rumoreando, aun así dejaron eso de lado al escuchar la campana del receso sonar.

Ayano se levantó de su asiento, tomando sus cosas para aproximarse a la salidad, pero alguien se interpuso en su camino.

Reconocería esas coletas anaranjadas y muy largas donde sea, la chica era capaz de poner la atención sobre ella con tan solo pasar caminando.

—Buen día, Najimi san, ¿puedo ayudarte con algo? —Preguntó sin expresión alguna, aunque no tenía malas intenciones eso le mando un mensaje distorcionado a la otra chica.

Osana carraspeo su garganta con nervios para después extender un almuerzo envuelto en un papel de color amarillo con estrellitas blancas como patron de diseño.

Miró el obsequio confundida, preguntando con la mirada sobre lo que estaba pasando, no era su cumpleaños, tampoco algun día festivo, no había ninguna razón para darle un presente.

—Es un bento —Dijo Osana con frustración, extendiendolo más para que lo tome.

Ayano obedeció y lo agarró entre sus manos, lucia como un almuerzo infantil, pero eso no la molesto, al contrario, formo una sonrisa genuina ante ese pequeño detalle.

—¿Por qué me das esto? —Cuestionó, no eran amigas ni nada por el estilo.

—Es mi disculpa, por empujarte a la fuente hace dos días...

—No era necesario, no estaba enojada por aquello, de todas formas gracias.

—Es un alivio —Todo este tiempo creyó que Ayano la odiaba, pero al final recordó que siempre tiene la misma expresión seria con todos —A propósito, muy rara vez te veo comiendo algo en el descanso, perdona mi intromisión, pero eso podría hacerte mal.

En realidad ha pasado más tiempo con la comida restringida que tan solo media hora, puede que no sea nada para ella, pero tal parece que a los demás sí les importa ese tipo de cosas.

—Bueno, mi madre no es muy madrugadora, y yo rara vez me detengo a preparar algo, así que esa es la razón.

—Me recuerdas a alguien —Osana se acaricia la barbilla con una oleada de molestia por su amigo de la infancia, siempre teniendo que prepararle un bento porque se levanta tarde —De ahora en adelante no tendrás que pasar más hambre, Aishi, ¡porque te traeré uno como ese hasta el día de la graduación!

¿Es una broma?... Porque no me hace graciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora