Ayano miró incrédula a la presidenta del consejo estudiantil, la cual permanece revisando unos papeles que analiza con detenimiento y cautela, casi como si tratara de ignorarla.
—¿A qué se refiere con eso? —Pregunta con la intención de saciar su curiosidad.
—Sufriste un accidente por este error mio, de ahí mi repentina desición —Al obtener silencio, despega los ojos del texto negro para captar una mirada confundida —¿Sucede algo? Creí que estaría más feliz al saber que su castigo fue removido.
Aunque era verdad que volvería a estar libre después de las clases, a su vez se sintió muy mal por eso, no solo significaba que regresaría a casa más temprano, sino que había comenzado a gustarle ayudar. Si bien no estaba emocionada de interactuar con Kizana ese día, estaba segura de que la pasaría bien estando ahí.
Porque así se sintió al visitar los clubs esos cortos tres días, encontró una forma de entretenimiento que además le ayudó a ampliar su círculo social, el cual antes era nulo.
—Se ve inconforme, Aishi —Megami posa su cabeza sobre una de sus manos, mirandola fijamente —¿Hay alguna razón por la que quiera quedarse en la escuela hasta tarde? ¿Qué es lo que pasa?
El atrevimiento en sus palabras solo termina por molestar a la azabache, se percata de que quiere sacarle información sobre su vida hogareña ahora que ha descubierto lo disfunsional que es, le da una mirada roñosa antes de hablar en respuesta.
—¿Qué le pasó, presidenta? —Lo hace ver como si a penas se hubiera percatado de la venda que rodea la mano de Megami, con una muy amplia sonrisa interna al ver su reacción.
Decir que se sorprendió se quedaba corto, casi choca la cabeza contra la mesa al perder fuerza en la mano donde se había estado sosteniendo. No hay manera de explicar su manera de actuar, perdió la compostura por unos breves segundos y eso levantó más sospechas.
—Tuve un accidente —Responde con algo de duda, reafirmando con una mirada poco amistosa.
Antes de poder decir otra cosa, alguien abre la puerta interviniendo en la incomoda conversación que ha estado dando sus frutos. El joven albino dio una resplandeciente expresión de alegría a ambas chicas, saludando entusiasmado.
—¡Buenos días, hermana! —Se abalanzó a la pobre chica con todas sus fuerzas para darle un abrazo de oso que casi la tira de la silla en la que está sentada.
Ayano queda muda ante la escena, no solo acaba de descubrir que Megami tiene un segundo hermano, sino que son casi idénticos, está presenciando la versión masculina de la presidenta. No hay palabras para describir lo hilarante de este momento.
—¿Quién es este retoño con carita tierna? —Se aventura a decir el más alto, acercándose a Ayano para tomar su rostro entre sus manos y masajear las mejillas flexibles.
Es una total ironía lo parecidos que son físicamente, pero como sus personalidades son polos opuestos. Parece un perro ansioso por jugar con un nuevo amigo, pero también se comporta como un anciano que pone todo su cariño en los jovenes.
—¡Oye, no seas intrusivo! —Le reprocha Megami, levantándose de un salto, tomando a Ayano de la muñeca para alejarla del injustificado cariño que su gemelo le ha estado dando desde que llegó, otra ironía, acaba de contradecirse al ser intrusiva.
La mirada furtiva de su hermana mayor lo hizo retroceder de inmediato, alzando las manos al aire para demostrar su inocencia, da un par de pasos hacia atrás para recalcar su punto.
—Lo siento, lo siento —Él entra en cuenta de su actuar algo descortes, haciendo una rápida reverencia —Es solo que se ve tan pequeña y frágil, me recordó a nuestro hermanito y me llené de euforia.
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¿Es una broma?... Porque no me hace gracia
Hayran KurguUn error lleva a otro mucho más grande. ¿Qué pasaba por la cabeza de esa chica? Se preguntaban todos, su seriedad siempre intimidaba a la mayoría, pero jamás parecía tener intenciones de hacerle daño a nadie. "Algún día ese alguien llegara, y tú ser...