Ocho- El depredador caza

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El continuo ruido del reloj invadió su cabeza dando lugar a un ritmo algo agradable pero que pronunciaba más su desesperación, la mujer que se mostró sensual y atrevida desde el primer día en el que hizo acto de presencia daba su clase con bastante pasión.

Incluso más de la necesaria...

Ayano dejó caer la cabeza sobre su mesa de trabajo por un breve momento, algo agotada de escuchar y ver todos los ademanes de la mayor. Su estomago rugia en busca de comida después de haberse ido a la cama sin cenar.

Sabía que el regreso de su madre le traería problemas, pero jamás espero que surgieran tan pronto. Después de que Ayato y sus padres se retiraron una vez hablaron lo que tenían que hablar, Ryoba había estado desquitando su enojo sobre ella y su padre, aunque tenía más control sobre su hija ya que Jokichi podia tener un momento de paz en el trabajo.

La boca se le hizo agua de tan solo imaginar los alimentos que Osana había preparado para ella ese día, un solo bocado la haría sentir viva otra vez y dispuesta a continuar con sus deberes.

Aunque tan solo pensar en eso le trajo una sensación amarga, puesto que la joven Najimi se tomaba la molestia de prepararle algo todos los días, de pronto sintió que se estaba aprovechando de su amabilidad.

Pero ya intento negarse a recibir los constantes bentos que le son ofrecidos, y como resultado recibió un regaño y una respuesta negativa a su petición de no hacerlos más.

Entonces debía buscar una manera de regresarle el favor, tal vez prepararle algun postre o invitarla a comer.

Pero sus dotes culinarios estaban por los suelos y no tenía un solo yen en su bolsillo. Suspiró de manera audible, recibiendo una reprimenda por parte de la profesora Mida, a quien de inmediato le ofreció una disculpa acompañada de una pequeña reverencia con la cabeza.

Justo cuando iba a ver la hora en busca del tiempo faltante para que su descanso comenzara, la campana escolar entonó el himno de la libertad y todos los alumnos comenzaron a dejar el aula con prisa.

Ella hizo lo mismo, levantándose y yendo directo con Osana y Raibaru mientras esta última terminaba de guardar sus cosas para así poder marcharse. Aunque su emoción se vio opacada por una voz que le llamo la atención.

—Señorita Aishi, necesito hablar con usted —Después de una rápida vista a sus otras dos alumnas volvió a hablar —A solas.

Osana reprocha el pedido al instante, sintiendo desconfianza de dejar a su amiga en manos de esa mala influencia, ¿Cómo es que esa mujer tan siquiera tenía permitido ser maestra? Últimamente había escuchado algunos rumores de ella, y no eran para nada buenos.

—Si quieres que te espere afuera solo dímelo —Consulto Osana, dándole una mirada preocupada a la azabache.

Ayano negó al instante, no queriendo sentirse como una carga, además, solo hablaría con la maestra y despues se iría, no hay nada de malo en eso.

—No ye preocupes, Najimi san, pueden adelantarse —Tranquiliza ella dándole unas palmadas en el hombro.

Con un poco de inseguridad, la chica accedió con un suave asentimiento.

—Estaremos en la azotea como siempre, te esperamos —Se despidió Raibaru con una dulce sonrisa.

Cuando la puerta fue cerrada para silenciar el bullicio de fuera, Mida le pidio a su alumna que se acercara, tenía algo en las manos, así que Ayano supuso que iba a mostrarle algo importante.

—Calma, no muerdo —Bromeo la profesora con un tono pícaro.

Una vez la menor estuvo junto a ella, le extendió unas hojas blancas, Ayano las reconoció como la tarea que le entregó hace unos días atrás, arqueo una ceja de confusión al ver la calificación que recibió.

¿Es una broma?... Porque no me hace graciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora