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—¡Danny, Danny!— Baby llamó viendo al mayor del otro lado del estacionamiento. Se aseguró de hacer una rima con su nombre burlonamente logrando así la mirada de Danny el cuál sonrió al ver que Baby se le acercaba. Estrecharon sus manos en un amistoso saludo y se dieron un cálido abrazo de reencuentro. —¿Cómo estás compañero?

—¿Compañero?— Danny cuestionó mientras se separaban. —Has estado pasando demasiado tiempo en Inglaterra Baby.

Baby se rió mientras Danny despeinaba su cabello rubio rojizo.

—Soy inglés, idiota. Ustedes los estadounidenses son los que hablan versiones raras del inglés.— se encogió de hombros Baby.

Danny se rió y pasó un brazo por los hombros del más delgado cuando empezaron a caminar hacia la escuela.

Alrededor de los dos, docenas de adolescentes, seniors, juniors y novatos se dirigieron hacia las mismas puertas dobles. Era el primer día de un nuevo año escolar y todos estaban allí. El aire se llenó de un zumbido feliz mientras la gente hablaba, se ponía al día, bromeaba y se quejaba.

Baby sintió como en su rostro se formaba una sonrisa emocionada. Era su primer día como estudiante de primer año. Su primer día en una escuela estadounidense.

—Por aquí.— Danny dijo, dirigiendo a Baby hacia el lado derecho del pasillo. —Este es tu casillero. Está al lado del mío.

Baby, demasiado distraído para prestarle atención a su amigo, observaba a los otros estudiantes con interés.

Había dos chicas al final del pasillo, más cerca de las puertas. Una de ellas tenía el pelo largo y pelirrojo, mientras que la otra, su compañera, tenía largos mechones de color marrón oscuro.

La pelirroja olía raro, a perfume y sangre muerta, Baby frunció el ceño por ello, aquél olor resultandole bastante extraño. La chica de cabello castaño por otro lado olía a plata y pólvora. No le tomó demasiado tiempo decifrarlo: un cazador.

Parecían estar mirando algo y Baby siguió su mirada.

—Oh, maldita sea...—susurró Baby, llamando la atención de Danny quien se volvió a mirar lo que había llamado la atención de su amigo. —Gemelos calientes.

Los gemelos en cuestión caminaban por el pasillo como si fueran los dueños del lugar, con las chaquetas de cuero relucientes y sonrisas arrogantes pintadas en sus, muy perfectos, rostros.

Eran hombres lobo, sin duda. El olor a perro mojado era tan fuerte que era prácticamente visible, Baby sentía que si se les acercaba lo suficiente podría palpar con sus manos aquél intenso olor. Estaba claro, eran Alfas.

Danny dejó escapar un silbido mientras sus ojos recorrían sus figuras. Uno de ellos, como si los hubiera oído, se volvió y sus ojos se encontraron con los de Danny. Lentamente, una sonrisa se extendió por su rostro cuando vio a Danny mirándolo. Su sonrisa antes arrogante se había vuelto una de satisfacción mientras Danny deliberadamente continuó recorriendo su cuerpo.

Baby observó el intercambio con una sonrisa maliciosa.

—Te gusta.— cantó, sacando a Danny de sus pensamientos. —No te culpo. Están calientes.— comentó encogiéndose de hombros.

—¿Cuánto tiempo crees que me tomaría besarme con él?— preguntó Danny mientras ambos abrían sus casilleros.

Baby fingió pensar en ello. —Aproximadamente una semana.— concluyó mientras cerraba la puerta de su casillero con un estruendo.

—¿Una semana?— Danny se burló. —Creo que me estás subestimando un poco.

Baby se rió. —Está bien, un día. Y si no lo haces, entonces me debes una comida.

Danny le dio una palmada a Baby en la espalda, volteando nuevamente hacía los dos gemelos, comenzando a seguirlos a paso lento. —Oh, ya tienes un trato, compañero. Deséame suerte.— dijo con una sonrisa, burlándose de aquél apodo que Baby solía utilizar.

Baby negó con la cabeza con soltando una risita observando como Danny fue a por nuevas presas, casi parecía que él era el lobo y no los mismos hombres lobo en sí.

Guardó sus libros en su casillero, volviendo su vista al pasillo, dos personas más llamando su atención. Uno era un hombre lobo, alto y bronceado, prácticamente gritaba ardientemente, pero no fue él lo que llamó la atención de Baby; era el humano a su lado. Delgado y pálido, el chico prácticamente podría pasar por un vampiro, su cabello era corto y desordenado, levantado en todas direcciones y tan negro como el ébano. Pero, si le preguntaban a Baby, lo que más llamó su atención era su olor, olía delicioso, como lluvia fresca, tierra y un tinte de sarcasmo. Sí, el sarcasmo si se huele.

Los ojos de Baby comenzaron a brillar, y él rápidamente se volvió hacía su casillero, cerrando la puerta de éste y momentos después saliendo prácticamente corriendo por el pasillo para poder encontrar su clase, sin darse cuenta de los cuatro pares de ojos que lo habían estado mirando.

BABY ✧ Stiles Stilinski Donde viven las historias. Descúbrelo ahora