4. Ángeles y demonios

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7 en punto de la mañana. La relajante música la cual Rocío tenía de alarma en el móvil comenzó a sonar, la cual la despertó de inmediato. Sonrió de oreja a oreja al ver a Andrés plácidamente dormido abrazado a ella.

Se levantó de la cama y, para despertarle, le acarició con dulzura el pelo y le dio un beso en la cabeza.

—Buenos días, arriba dormilón -le dijo sonriendo. A duras penas fue abriendo los ojos, pero verla a ella fue un buen motivo para despertarse feliz —Buenos días, Rocío.

Ambos se abrazaron y Rocío fue a la cocina mientras Andrés se cambiaba de ropa. Se decantó por su chándal negro del Barça, con el escudo, el logotipo de Nike y la cremallera dorados, conjuntándolo con sus deportivas blancas de Reebok.

Se fue al baño a peinarse y lavarse la cara y tras ponerse correctamente su tupé y echarse laca, finalmente fue a la cocina, abrió la despensa y sacó de ella una magdalena de chocolate.

—Qué guapo estás con ese chándal, te queda genial.

—Muchas gracias Rocío, de verdad —se sentó en la silla a desayunar.

— ¿Podemos hablar de lo de anoche? ¿Qué te pasó?

—No me apetece mucho, pero lo mejor es hablarlo. Pues iba camino al instituto y algo invisible me impedía entrar, no podía traspasar la entrada, y para colmo me encontré al zopenco de Raúl, diciéndome sus típicas tonterías.

— ¿Quién es ese? —curioseó.

—Un chico que desde que empecé Bachillerato me tiene mucho asco, y siempre trata de hacerme la vida imposible.

— ¿Y eso lo saben los profesores? Porque deberían saberlo.

—Todavía no me atrevo a contarles nada, no quiero tener problemas con él.

Rocío decidió no preguntarle más por él y cambió de tema. —Bueno, ¿y eso pasaba en el sueño? ¿Por qué te despertaste con ansiedad?

—Aún no te lo conté todo: aquello invisible que me impedía entrar resulta que me estaba torturando, porque cada vez que lo intentaba me hacía daño en la pierna, y cuando me la miré la tenía entera ensangrentada.

—Joder... Lo siento mucho, de verdad. Debiste pasar mucho miedo.

—Sí que lo pasé, pero tú viniste a mi rescate y de verdad muchísimas gracias por lo de anoche, cuando me llevaste a tu cama pude dormir mejor.

— ¿Quieres que te lleve al insti? Así vas más tranquilo —dijo acariciándole la espalda.

—A ver, me da un poco de cosa porque yo siempre voy en bus, pero no me importa.

—No te preocupes, si ni siquiera me bajaré del coche, tú confía en mí.

—Está bien —dijo tras terminar de comerse la magdalena. Cogió su mochila, el móvil y sus llaves y tras Rocío terminarse su café, ambos abandonaron la urbanización y se subieron a bordo del SEAT Ibiza.

— ¿Cómo se llama tu instituto? —dijo mientras abría la aplicación de Google Maps.

—IES San Pablo.

Rocío buscó el instituto y al encontrarlo al instante, activó el GPS y arrancó el coche después de dejar el móvil en el soporte.

— ¿Me has dicho que estás bien, no?

—Sí, tranquila. Una cosa, ¿tú ahora mismo no estás estudiando? Me dijiste que estabas haciendo educación infantil.

—Claro, pero mi padre falleció pocos días después de yo empezar el segundo año, entonces he decidido tomarme un pequeño descanso hasta estar al 100%.

Mi niñera y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora