2. Primer encuentro

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Minuto 90. 1-1 en el marcador. Final de la Champions Real Madrid contra Manchester City. Cuatro minutos de añadido y el partido podía decidirse en cualquier jugada. De hecho, Rubén le provocó un penalti a un jugador del equipo de Andrés y éste celebró la decisión del árbitro como si hubiese ganado el partido.

— ¡Vamos! —exclamó —Esta final me la llevo yo.

—No celebres antes de tiempo —espetó Rubén con chulería.

El delantero del Manchester City se posicionó al lado del punto de penalti, mirando fijamente al portero del Real Madrid. Cogió carrerilla, con decisión y sin piedad, chutó hacia el lado derecho de la portería. Lamentablemente, Rubén logró adivinar su disparo e impidió que Andrés marcase el gol.

— ¡No puede ser! —se lamentaba dando un salto del sofá.

—Te lo dije.

Tras despejar la defensa del Real Madrid el saque de esquina, el centrocampista Luka Modric recogió el balón suelto y le dio un pase largo al delantero Eden Hazard, que fusiló al portero del Manchester City con un potente disparo desde fuera del área.

Rubén gritó con rabia el gol de la victoria. Segundos después el partido terminó.

—Qué suerte has tenido —replicó.

De repente, el móvil de Andrés empezó a vibrar. Su madre le estaba llamando.

—No es normal que me llame, algo habrá pasado. ¿Te importa?

—Qué va, sin problema.

Andrés descolgó la llamada y empezó por preguntarle a su madre lo que pasaba.

No pasa nada hijo, sólo queremos que vengas a casa un poco antes, que tenemos una sorpresa para ti.

— ¿En serio? Pues salgo ya de ya.

—Vale hijo, adiós.

—Adiós, hasta ahora.

La llamada finalizó y Rubén le preguntó por ella.

— ¿Te importa que salga hoy antes? Es que mi madre dice que me tiene preparada una sorpresa.

—Como quieras, pero luego no te olvides de contármelo.

—Qué va, no te preocupes.

Andrés abandonó la casa de Rubén y caminó por el paseo marítimo de vuelta a casa.

MIENTRAS TANTO...

Rocío llegó al apartamento de Andrés en su SEAT Ibiza de color rojo. Aparcó de lado justo detrás del chalet, y al salir del coche observó la urbanización. Le llamó la atención que desde fuera se viera la piscina del jardín, la cual se encontraba vacía.

Se acercó a la entrada y al descubrir que no había timbre, echó una ojeada a los balcones de las seis viviendas. En las dos más altas, a la izquierda estaba Laura asomada, pendiente de la llegada de Rocío. De hecho, al ver que ya llegó allí, avisó a Antonio y él bajó a abrirle. Subieron a la segunda planta y entraron en casa de Andrés. Aquella chica de pelo negro ondulado y largo, sudadera celeste, vaqueros negros y deportivas blancas había entrado en la que iba a ser su casa durante un tiempo.

Laura salió del balcón y se acercó a ella para darle dos besos.

— ¿Qué tal estás? ¿Te ha costado encontrar el piso?

—Qué va, mi madre me envió la ubicación que seguramente usted le mandó a ella, y para nada me ha resultado difícil porque yo vivo en el Rincón.

Mi niñera y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora